Introducción-viii

En su libro Sobre el olvidado Siglo XX, Tony Judt, historiador y escritor británico, dice: “Apenas hemos dejado atrás el siglo XX pero sus luchas y sus dogmas, sus ideales y sus temores ya están deslizándose en la oscuridad de la desmemoria. Evocados constantemente como “lecciones”, en realidad ni se tienen en cuenta ni se enseñan.” El pasado reciente es difícil de estudiar, no tenemos aún la perspectiva para valorarlo y poder evaluar las consecuencias de aquello que pasó, pero por otro lado ya no es actual“.

El siglo pasado fue sin duda un periodo extraordinario para la humanidad, hubo grandes cambios en un periodo de tiempo relativamente corto: cambios en las fronteras, en la forma de comunicarse o de hacer política. El mundo en que hoy vivimos está muy lejos de aquel que conocieron nuestros padres o abuelos, pero las mutaciones han hecho que la distancia entre generaciones sea más grande que nunca.

Es común que pensemos que Guatemala marcha por detrás de las superpotencias mundiales, pero no nos debemos dejar engañar, en realidad todo lo sucedido en Guatemala durante el siglo pasado solo se puede entender viendo cómo el acontecer nacional se desarrollaba al compás del mundo exterior. De igual manera, nuestro país ha ido a la vanguardia de la medicina o el arte gracias a ilustres personajes dentro de los que debemos contar a muchos quetzaltecos.

La pujanza económica de nuestra ciudad en las décadas finales del siglo XIX favoreció la construcción de importantes edificios y estructuras que, aún un siglo después, siguen siendo enseña de Quetzaltenango. Claramente dentro de aquellos proyectos debemos contar al Ferrocarril de Los Altos que, pese al poco tiempo que funcionó, quedó permanentemente grabado en el ideario colectivo, o el Teatro Municipal, motivo de orgullo para una sociedad que siempre ha mostrado gusto por las artes. Y es en el ámbito artístico donde la ciudad ha visto destacar a muchos de sus hijos, desde importantes músicos a renombrados pintores, escultores o poetas.

Quetzaltenango tiene todas las armas para luchar en este siglo XXI contra la desmemoria que el historiador Tony Judt ve en la sociedad actual, porque es en unas raíces profundas y sólidas que se puede y se debe construir un futuro ilusionante.

Ilustración 52: Estado en que quedó el Edificio de Casa Aparicio después del Terremoto de 1902.

1902, ANNUS TERRIBILIS

Efectivamente el año 1902 fue un año aciago para la Ciudad de Quetzaltenango y sus alrededores debido a dos acontecimientos terribles. En primer lugar el terremoto del 18 de Abril, día de San Perfecto según el santoral católico. Y en Octubre del mismo año, el surgimiento del Santiaguito, con una erupción extraordinaria del Volcán Santa María que causó daños en la Ciudad y en el área de Palajunoj, en la Costa Sur e incluso en territorio mexicano.

Aquel 18 de Abril a las ocho y veinte de la noche los quetzaltecos fueron sacudidos por un movimiento telúrico que alcanzó una dimensión nunca más vivida en la Ciudad; y como consecuencia del terremoto viviendas y edificios se desploma ron, y otros se incendiaron, como el que albergaba a la Universidad de Occidente, entidad fundada por Decreto N° 167 firmado el 20 de Noviembre de 1876 por el Presidente de la Republica General Justo Rufino Barrios. Por temor a que el incendio iniciado en la sede de la Universidad ubicada en la calle de San Sebastián se propagara a otros edificios del centro de la Ciudad, la Municipalidad fue desalojada y temporalmente se instaló en el Parque a Centroamérica (entonces denominado como “Jardín La Unión”). Y en virtud que durante varias semanas continuaron los temblores muchos pobladores quedaron sin vivienda y fueron instalados en galeras construidas exprofeso en los antiguos campos de la Feria. Las Actas de ingreso al Cementerio General reportan ciento treinta y dos muertos como consecuencia del terremoto; muchas personas más resultaron heridas y fueron trasladados al Hospital San Juan de Dios, y otros atendidos por vecinos. Los servicios de agua potable y energía eléctrica quedaron suspendidos durante más de una semana.

El segundo desastre de aquel fatídico año ocurrió los días 24 y 25 de Octubre, cuando el Volcán Santa María hizo erupción y surgió en su costado sur el Volcán Santiaguito. La ceniza alcanzó hasta 30 kilómetros de altura, y luego se dispersó, junto a la lava volcánica (hasta 8 kilómetros cúbicos de magma, según estimación de expertos) por el área de Palajunoj en la Costa Sur. Y la ceniza alcanzó hasta Oaxaca, en México. Por ello, hubo después escasez de granos de primera necesidad, así como destrucción de pastos, con lo que el ganado vacuno disminuyó sensiblemente. La ceniza cayó especialmente sobre la ciudad de Quetzaltenango, por lo que el Alcalde Mariano J. López ordenó: [...] a sus habitantes hace saber que con el fin de evitar que los techos de las casas se hundan por el peso de la arena, todos los vecinos procederán a la limpieza de los mismos, para lo cual la jefatura política suministrará los mozos indispensables [...] Como consecuencia de estos dos fenómenos naturales, y temerosos de que pudieran repetirse, un buen número de residentes, especialmente extranjeros, abandonaron la Ciudad.

Pero como aspecto positivo, cabe destacar el aporte de los quetzaltecos que con energía y decisión trabajaron por recuperar la ciudad. Es así como inmediatamente se desarrolló la “Nueva Ciudad en el Barrio La Democracia” (hoy Zona 3), en terrenos que pertenecían al Estado, que planificó el Ingeniero Francisco Vela en forma reticular y con amplias calles y avenidas, y que el gobierno central urbanizó y donó a la Municipalidad de Quetzaltenango para su venta. Llama la atención la celeridad y profesionalismo conque el Ingeniero Vela planificó, ¡ en seis meses !, toda la “nueva Ciudad”. Igualmente se diseñó el trazo de lo que más tarde sería el Ferrocarril de los Altos en su ingreso a la Ciudad

Lo que fue un año terrible, el de 1902, se revirtió más tarde en toda una nueva dinámica de crecimiento y desarrollo para la Ciudad de Quetzaltenango.

Ilustración 53: Francisco Vela Arango.

El Ingeniero Francisco Vela y el nuevo barrio La Democracia de Xela.

Francisco Vela Arango nació en Quetzaltenango el 23 de julio de 1859 e hizo la carrera militar obteniendo el grado de Coronel en la Escuela Politécnica, y el de Ingeniero Civil ¡por correspondencia! de la Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos. Fue director de la Escuela Politécnica y Decano de la Facultad de Ingeniería de 1898 a 1902.

Escribió una serie de obras de aritmética, así como de Geografía nacional. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos otorga anualmente el Premio Vela a la mejor tesis de graduación. Fue también Diputado al Congreso de la Republica.

El Ingeniero Vela casó con Magdalena Penedo con quien procreó una única hija.

Una de sus obras más conocidas es el Mapa en Relieve de la República de Guatemala, ubicado en la Zona 2 de la Ciudad Capital, obra original que demuestra el conocimiento que tuvo de la geografía del país.

En Quetzaltenango se le reconoce por ser quien diseñó “La Democracia”, el barrio moderno de la Ciudad, diseño que elaboró en el tiempo récord de 6 meses inmediatamente después del terremoto que destruyó la Ciudad el 18 de Abril de 1902. A propósito, vale recuperar en este artículo parte del Decreto N° 623, de Febrero de 1902, mediante el cual el Presidente de la Republica, Licenciado Manuel Estrada Cabrera (también quetzalteco), ordenó: “Que a consecuencia de los recientes terremotos que comenzaron el 18 del mes en curso, quedó casi completamente arruinada la importante y floreciente ciudad de Quetzaltenango, sufriendo de manera notable sus edificios públicos y privados”, Luego indica el mismo Decreto: “Que aunque se ha sugerido al Gobierno la idea de trasladar el asiento de aquella rica población a otro sitio, el Ejecutivo no lo encuentra aceptable...” Evidentemente se sugería lo mismo que sucedió con la antigua Santiago de los Caballeros posterior al terremoto de 1773, cuando su Capitán General don Martín de Mayorga ordenó el traslado al Valle de la Ermita, asunto que concluyó en 1776.

El Artículo 1o del Decreto Presidencial 623 mencionado antes dice así: La Ciudad de Quetzaltenango se prolongará para su nueva edificación: hacia el Norte del lugar que hoy ocupa, de manera que el actual cantón “La Democracia”, extendiéndose hacia el Oeste y Norte, quede comprendido entre los siguientes linderos: al oriente “La Ciénaga” y camino que conduce a Olintepeque; al Poniente, línea recta al cantón que conduce a Cajolá; al Norte el río de Olintepeque; y al Sur, la parte destruida de la Ciudad. En siguientes artículos del referido Decreto se indica que el Gobierno hará las expropiaciones necesarias, pagándose al precio conforme a avalúos. Para el desarrollo del proyecto se nombró una comisión de ingenieros presididos por el Ingeniero Francisco Vela y como apoyos, Claudio Urrutia, Lucas T. Cojulún y otros. Participó también Alberto Porta, quien ocupaba el cargo de ingeniero Municipal. Esta comisión se encargó del trazo de calles, designación de lotes destinados a plazas, templos, escuelas y demás edificios públicos. Además, el diseño del sistema de servicios: agua, drenajes, energía eléctrica, etc.

Los lotes fueron vendidos por la Municipalidad, quedando ésta como bene- ficiaria de la inversión realizada por el Gobierno central.

El Ingeniero Francisco Vela falleció el 26 de febrero de 1909 a consecuencia de una peste cuando realizaba el estudio y ejecutaba los trabajos de delimitación de frontera entre Guatemala y Honduras.

Ilustración 54: Edificio de Estrada Cabrera, más tarde Gobernación Departamental y actualmente Casa No ́j.

De Palacio de Estrada Cabrera a casa No ́j

En una de las esquinas frente al Parque a Centroamérica de Quetzaltenango, se encuentra un edificio palaciego de dos niveles, construido en piedra al estilo neo-clásico o clasicista similar a otros que rodean el Parque, con el que se complementa la unidad arquitectónica que da tanta belleza al centro de la Ciudad.

El sitio en que se encuentra este edificio fue en la época de la Colonia colindante al cementerio de la Ciudad, en terrenos propiedad de la iglesia. Allí se construyeron en un solar las instalaciones para dar cabida al Convento de Belén, dirigido por la hoy Beata Sor Encarnación del Sagrado Corazón Rosal, funcionando en el mismo un orfanato que dio servicio por varios años hasta la llegada al poder del General Justo Rufino Barrios quien expulsó a las religiosas del país, con lo que la propiedad quedó en poder del gobierno liberal. Más tarde el gobierno central cedió la propiedad a la Municipalidad de Quetzaltenango, la que la puso en venta y fue adquirida por el Licenciado Manuel Estrada Cabrera. Una vez en propiedad del solar, Estrada Cabrera donó una parte para abrir una calle a cada lado del edificio, las actuales 6a y 7a calles entre 12 y 13 Avenidas de la zona 1. A estas calles en su época las denominaron como “Pasajes Estrada Cabrera”.

Cuando llegó a la Presidencia el Licenciado Estrada Cabrera mandó a construir el edificio al estilo mencionado, como un palacete para utilizarlo en sus estadías en la ciudad altense. El edificio ocupaba una manzana completa, pero desafortunadamente en la época del gobierno del General Lucas García demolieron la parte trasera del mismo, en donde se encontraban las estancias del servicio y los jardines, para construir en el sitio un edificio en donde se albergó a la Administración de Rentas y el 2do Registro de la Propiedad. El 2do Registro se trasladó recientemente a un edificio propio en las afueras de la Ciudad, quedando únicamente la Superintendencia de Administración Tributaria -SAT-, en el edificio el que, según opinión de expertos, debiera declararse en riesgo de habitabilidad por fallas en su estructura.

El edificio en piedra que fuera de Estrada Cabrera fue abandonado por unos años después de que el Presidente fuera declarado interdicto (loco) por la Asamblea Nacional y obligado a dejar el cargo. La Municipalidad de Quetzaltenango lo recuperó y arrendó para un hotel y más tarde para instalar en él la Gobernación Departamental, la que estuvo allí hasta su traslado a otro palacete, el que fuera de la familia Aparicio, situado a dos cuadras de distancia del de Estrada Cabrera.

Sobre el “Palacio de Estrada Cabrera” se dice que fue construido como un capricho de don Manuel, quien quiso demostrar mayor poder que los Aparicio, mediante una vivienda más lujosa y mejor situada. El resentimiento del licenciado Manuel Estrada Cabrera contra la familia Aparicio venía desde su niñez, cuando en una ocasión su madre, doña Joaquina Cabrera, mujer trabajadora pero de escasos recursos económicos, fuera contratada por don Juan Aparicio y Limón como cocinera para un evento especial, ocasión ésta en que se perdieron unos finos cubiertos de la familia. Los empleados de la familia Aparicio acusaron a doña Joaquina de ser la autora del robo, por lo que la enviaron a prisión acompañada de su pequeño hijo Manuel. Con los años y gran esfuerzo doña Joaquina inscribió a su hijo Manuel en el mismo colegio donde estudiaban los hijos de la aristocracia quetzalteca y entre ellos los niños Aparicio, y Manuel era sujeto de burlas (hoy diríamos bulling), mofándose de él por ser “el hijo de la bolitera”, pues su madre vivía de hacer bolitas de dulce que vendía en la calle. Todo ello hizo que el joven Manuel creciera con mucho resentimiento contra los Aparicio, de quienes se dice tomó venganza en un oscuro incidente cuando uno de aquellos niños, don Juan Aparicio Mérida, ya mayor, fuera mandado a fusilar por el Presidente José María Reina Barrios cuando el Licenciado Manuel Estrada Cabrera era su Secretario y éste obvió enviar un telegrama en que se condonaba el fusilamiento de don Juan Aparicio.

Así la historia. Y el que fuera Palacio de Estrada Cabrera fue finalmente remodelado con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo -AECID- funcionando actualmente como un bello centro cultural bajo la denominación de Casa No ́j. No ́j tiene el significado de la sabiduría y conocimiento, siendo por tanto el nawal Maya de la inteligencia.

Ilustración 55: Manuel Lisandro Barillas (1844-1907), Presidente de Guatemala (1885-1892). La Ilustración Española y Americana.

Los Cafetales de don Lisandro Barillas

Manuel Lisandro Barillas Bercián nació en Quetzaltenango el 24 de enero de 1844, abandonando el oficio de carpintero a los 27 años para incorporarse a los revolucionarios dirigidos por Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados, quienes vencieron el 30 de junio de 1871 al gobierno conservador presidido por el mariscal Vicente Cerna. Más tarde, al morir el general Justo Rufino Barrios en la batalla de Chalchuapa, El Salvador, el 2 de abril de 1885, Barillas asumió la Presidencia como Segundo Designado que era, convocando luego a elecciones, las que ganó por mayoría, ejerciendo la presidencia de 1886 a 1892.

El gobierno del general Manuel Lisandro Barillas transcurrió con relativa normalidad; los hechos más destacables de su periodo fueron el cambio constitucional que forzó para prolongar el periodo presidencial a seis años, eliminando la vicepresidencia, lo que provocó que su vicepresidente el coronel Vicente Castañeda se alzara en armas en Chiantla, Huehuetenango, donde fue hecho prisionero y luego fusilado en la plaza central.

El General Barillas se apropió durante su gobierno de una serie de fincas de la Costa Sur, entre ellas El Tambor, Dalmacia, La Libertad y El Porvenir, y algunas otras como San Antonio, El Rosario y Las Ánima en el área de Palajunoj, lugar éste que fue el origen de sus desgracias, como veremos adelante. Otros hechos destacables de su gobierno fueron la creación del municipio de Barillas en 1888, y haber provocado un conflicto con los Estados Unidos al mandar a apresar a su enemigo político el general Martín Barrundia, quien murió en un confuso tiroteo cuando se encontraba en un barco de bandera norteamericana.

Cuando el terremoto del 18 de abril de 1902, día de San Perfecto, el general Manuel Lisandro Barillas era Alcalde primero de la Ciudad de Quetzaltenango, y le correspondió el traslado de la parte destruida al nuevo “barrio ” de La Democracia en terrenos que habían sido cedidos al municipio durante su presidencia. Sin embargo, por razones de desconfianza y hostigamientos de parte del presidente Estrada Cabrera, tuvo que renunciar al cargo y trasladarse a sus fincas de Palajunoj, en donde se encontraba cuando la erupción del volcán Santa María y surgimiento del Santiaguito a finales de octubre de ese aciago año 1902, con lo que el general Enrique Aris, incondicional de Estrada Cabrera, interpretó como que Barillas preparaba un golpe de Estado, por lo que Estrada Cabrera tomó la decisión de mandar a matarlo, forzando a Barillas a huir a México, en donde, ahora sí preparó un pequeño ejército para invadir Guatemala, ejército que fue inmediatamente dominado. A partir de ello Barillas se refugió en la Capital Federal de México, protegido por su amigo el presidente Porfirio Díaz. Pero, aun así, Estrada Cabrera contrató a un par de matones que le dieron muerte el 7 de abril de 1907, en la “Calle del Reloj”, hoy avenida Guatemala en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Ilustración 56: Parque Minerva de la ciudad de Guatemala, escenario de las fiestas escolares del mismo nombre, establecidas por el gobierno de Manuel Estrada Cabrera. Al centro el Templo, terminado en 1901.

Las Minervalias de don Manuel Estrada Cabrera

De Manuel Estrada Cabrera se conocen muchas anécdotas gracias a sus biógrafos y críticos, entre los que destacan Miguel Ángel Asturias que retrata en El señor Presidente acontecimientos que se atribuyen a su gobierno; además en las obras: El Autócrata, de Carlos Wyld Ospina; Minerva y la Palma, el enigma de Don Manuel, de Catherine Rendón; Ecce Pericles de Rafael Arévalo Martínez; Conozca a Estrada Cabrera, de Héctor Gálvez; Estrada Cabrera, Barillas y Regalado, de J. Lizardo Díaz; y Las revoluciones de 1897 de Jorge Luján Muñoz. En todos ellos encontra- mos datos interesantes de la vida y gobierno de este controvertido personaje.

Estrada Cabrera nació en Quetzaltenango el 21 de noviembre de 1857, y aun cuando su padre Pedro Estrada Monzón nunca lo reconoció, su madre doña Joaquina Cabrera lo inscribió con el apellido paterno. Estudió hasta graduarse con honores en 1883 de Abogado y Notario por el esfuerzo económico de su madre, pues doña Joaquina, quien hacía bolitas de caramelo que vendía en la calle por lo que le apodaban la “bolitera”, con cuyos ingresos siempre sufragó los gastos y estudios de su hijo. Una vez graduado de abogado ejerció el cargo de Juez, luego de Secretario de Gobernación y Justicia a partir de 1892, cuando gobernaba el General José María Reina Barrios, para luego ocupar la Alcaldía de Quetzaltenango, puesto que ejercía cuando en 1898 fuera asesinado el presidente Reina Barrios, y él, como Primer Designado, asume la Presidencia que luego ocupa a partir de las elecciones que le conceden el cargo que no deja hasta su forzada renuncia en 1920, habiendo modificado en varias oportunidades la Constitución para reelegirse.

Durante los 22 años en que fue Presidente sufrió y superó varios atentados, siendo los más espectaculares los de 1907: uno en el que le colocaron una bomba cuando se trasladaba en carruaje y en donde muriera su cochero y los caballos; y otro más perpetrado por un grupo de cadetes. A causa de este último atentado mandó cerrar la Escuela Politécnica y a destruir el edificio que ocupaba. De la misma manera que cuando un grupo de estudiantes quetzaltecos de la recién fundada Universidad de Occidente criticó sus desmanes, Estrada Cabrera optó por cerrar la Universidad con la excusa de la destrucción de una parte del edificio que la albergaba como consecuencia del terremoto de 1902.

Fue un dictador que se mantuvo en la Presidencia a partir de actos de represión contra los que lo criticaban, envenenando, torturando y ajusticiando a sus opositores políticos. Y favoreciendo a sus aduladores; le agradaba celebrar cada 21 de noviembre, día de su cumpleaños, con grandes desfiles de estudiantes y manifestaciones públicas a las que denominaban como las Minervalias, en honor de la diosa griega de la sabiduría, Minerva. Para engrandecer esos festejos mandó construir “Templos a Minerva” en varios departamentos de la República, de los que aún se conserva el de Quetzaltenango, ciudad en donde fue finalmente enterrado cuando su muerte, acaecida durante su arresto domiciliario, el 24 de septiembre de 1924.

Su dictadura concluyó motivada por varias causas, siendo quizá la más importante las famosas homilías dominicales que en el templo de San Francisco, en la ciudad capital, predicaba el obispo José Piñol y Batres, a las que asistían miles de guatemaltecos cansados de la dictadura, homilías que inspiraban y motivaban comentarios de prensa, entre estos los del periódico El Pueblo, editado en Quetzaltenango por Carlos Wyld Ospina y Alberto Velásquez. Pero lo que finalmente causó su caída fue la masiva manifestación del 11 de marzo de 1920, en la que la represión policial causó varios muertos. Después de ello se parapetó con sus allegados en la Residencia La Palma hasta su renuncia, cuando la Asamblea lo declaró interdicto.

Ilustración 57: Rodolfo Robles Valverde.

Doctor Rodolfo Robles Valverde

El Doctor Robles es sin lugar a dudas el científico más reconocido de Guatemala. Nació en Quetzaltenango el 14 de enero de 1878, estudió la primaria con los Jesuitas en California, Estados Unidos, concluyendo luego la secundaria en Quetzaltenango en el centenario Instituto Nacional para Varones de Occidente -INVO,- de donde se graduó como Bachiller a los 15 años de edad.

Luego se trasladó a París a estudiar medicina; como sabemos, durante el siglo XIX y principios del siglo XX la mejor escuela de medicina del mundo era la francesa, de tal cuenta los más destacados médicos de la época eran graduados por la Universidad de Paris. El Doctor Robles se graduó con honores (Cum Laude) como Médico y Cirujano en 1904. Continuó en Francia sus estudios especializándose además en medicina “colonial”, medicina marina, micología y microbiología, siendo nombrado por sus méritos académicos en 1923 como “Caballero de la Legión de Honor”, distinción que recibió de manos del Presidente francés. Contrajo matrimonio en 1914 con doña Julia Herrera Dorión, con quien procreó dos hijos, uno de ellos dedicado también a la medicina.

En aquella época se presentaba con frecuencia la ceguera en niños, especialmente en sitios de la Costa Sur de Guatemala y de otros países, a la que los médicos de la época denominaban como “Erisipela de la costa”, problema que llamó la atención del Doctor Robles. En 1915 el Doctor Robles inicio su investigación para identificar la naturaleza de los tumores subcutáneos que aparecían en los pacientes, habiendo descubierto la presencia de la microfilaria (oncocercosis), al observar un fino cordón dentro del tumor que le extirpó a un niño de 11 años llamado Alberto Ruiz. En la investigación que realizó inmediatamente después, confirmó que la oncocercosis es una enfermedad causada por un parásito de la especie Onchocerca Volvulus, que produce una infección crónica del tejido subcutáneo en la piel y en los ojos, lo que causa la ceguera. El parasito es transmitido por un díptero.

En aquella época se presentaba con frecuencia la ceguera en niños, especialmente en sitios de la Costa Sur de Guatemala y de otros países, a la que los médicos de la época denominaban como “Erisipela de la costa”, problema que llamó la atención del Doctor Robles. En 1915 el Doctor Robles inicio su investigación para identificar la naturaleza de los tumores subcutáneos que aparecían en los pacientes, habiendo descubierto la presencia de la microfilaria (oncocercosis), al observar un fino cordón dentro del tumor que le extirpó a un niño de 11 años llamado Alberto Ruiz. En la investigación que realizó inmediatamente después, confirmó que la oncocercosis es una enfermedad causada por un parásito de la especie Onchocerca Volvulus, que produce una infección crónica del tejido subcutáneo en la piel y en los ojos, lo que causa la ceguera. El parasito es transmitido por un díptero.

A partir de su hallazgo, el Doctor Robles presentó el estudio de la Oncocercosis humana productora de la ceguera en la Sociedad Patológica de Paris el 9 de julio de 1919, habiendo sido laureado por la Academia e invitado a participar como investigador en los laboratorios del Profesor Galliard, uno de los más reconocidos mundialmente en la época.

Su interés científico le llevo a estudiar otros temas médicos, así como de la naturaleza; en este campo, realizó análisis en Aguas Amargas y Aguas Georginas de Zunil, ambas en Quetzaltenango. Y como académico se dedicó a la docencia siendo famosas sus lecciones sobre anatomía, patología y dermatología, entre otras. El Doctor Robles fue también un filántropo, no cobraba sus servicios profesionales a los que no tenían recursos.

Como ciudadano participó en la conjuración que intentaba derrocar a su conciudadano, el dictador Manuel Estrada Cabrera, quien enterado le envió amenaza de encarcelamiento, lo que obligó al Doctor Robles a huir hacia México. Pero estando en la frontera su amigo Máximo Stahl le conminó a no huir, advirtiéndole: “tu estarás lejos, pero el dictador se vengará con los tuyos”, por lo que volvió a Guatemala.

En vida recibió muchas distinciones nacionales e internacionales, habiendo muerto a los 52 años de edad el 8 de noviembre de 1930. Su epitafio reza: “Aquí yace lo que fue mortal del Doctor Rodolfo Robles Valverde”.

Quetzaltenango le recuerda, entre otras formas, con una importante calle que lleva su nombre, la calle Rodolfo Robles, en donde se encuentra también un monumento a su memoria.

El Doctor Robles es un orgullo quetzalteco, y un prestigio para Guatemala.

Ilustración 58: Libros que recopilan las obras ganadoras en Los Juegos Flores Hispanoamericanos en Quetzaltenango.

100 Años de Juegos Florales Hispanoamericanos en Quetzaltenango

La primera vez que se efectuó una actividad literaria de este tipo fue en Roma, en el año 173 a.C., en un festejo a la diosa Flora (de allí su nombre Ludi Floreales). Con los años se replicó la actividad en otros lugares; consta que en el año 1,300 se realizaron Juegos Florales en Toulouse, Francia, para luego celebrarse en España en el siglo XV.

En Quetzaltenango fueron propuestos en Junio de 1916 por el Concejal Osmundo Arriola –poeta– habiendo recibido de inmediato el apoyo de la Corporación presidida por don Manuel Sáenz Mérida. Desde esa fecha se han celebrado setenta y nueve ediciones en las que se ha buscado enaltecer el idioma mediante el estímulo a la creatividad, la belleza y la imaginación. Fueron suspendidos por diez años durante la dictadura del Presidente General Jorge Ubico quien no aceptaba que el arte, y la literatura en particular, expresaran la realidad que se vivía en la sociedad.

Es tradición de los Juegos Florales de Quetzaltenango que cuando un poeta ha ganado tres veces el primer lugar se le declara como maestro del Gay Saber. El “Gay Saber”, también conocido como “alegre saber” o “gaya ciencia”, es un término aplicado a la poesía desde la época de los trovadores. Han sido declarados como Maestros del Gay Saber los poetas: Werner Ovalle López y David Escobar Galindo.

De igual manera a los que obtienen tres veces el primer lugar en teatro se les declara como “Maestres de la Dramaturgia”, distinción que han obtenido Manuel Corletto, Víctor Hugo Cruz, William Lemus, Rubén E. Nájera y Carlos Véliz.

En el siglo transcurrido desde que se iniciaron los Juegos Florales de Quetzaltenango han sido premiados literatos de diversos países, todos connotados. Vale recordar algunos nombres y sus obras para certificar la aseveración.

El primero de ellos, Osmundo Arriola obtuvo el primer lugar en verso con su “Canto a Minerva”, y nuevamente es premiado en 1917 con su obra “Querido Rincón”. En el año 1918 el primer lugar lo obtuvo Alberto Velásquez, con su “Madrigal en voz baja”; quien lo ganó nuevamente en 1927 con su obra en verso “El amigo”. Otro destacado poeta, el Doctor Werner Ovalle López obtiene el primer lugar en 1948 con su obra “Tres cantos y una elegía”; repite como poeta laureado en el año 1950 con “Poemas de búsqueda”. Otro destacado poeta premiado en Juegos Florales fue Víctor Villagrán Amaya, quien ganó un primer lugar en verso en 1951 con “Romances añejos”. Tres años (1980, 1981, 1983), obtuvo un primer lugar el poeta salvadoreño David Escobar Galindo con “Las máscaras yacentes”, “Canción para el álbum Perséfone” y “Libro de la buena estrella”.

En esa larga lista de literatos premiados aparecen personajes como Carlos Wyld Ospina, Adolfo Drago Bracco (dramaturgo), Carlos Rodríguez Cerna, Huberto E. Alvarado, Emiro Fuensanta, Angelina Acuña, Eloy Amado Herrera, Olga Martínez Torres, J. Antonio de la Roca, Alberto Fuentes Castillo, Otto Raúl González, Alberto Fuentes Mohr, Virgilio Rodríguez Macal (novelista), Héctor Gálvez Estrada, Hugo Lindo, Carlos Navarrete, Margarita Carrera, Roberto Paz y Paz, Federico Rodolfo Pardo, Alfredo Garrido Antillón, Ana María Pacheco de Tello, Augusto Meneses, Juan Francisco Manrique, Carlos Enrique Álvarez, René Acuña Sandoval, Manuel José Arce, Manolo Cotero Aragón, Carmen Escribano de León, Raúl Carrillo, Marco Augusto Quiroa, Rafael Zea Ruano, Oscar Acosta, Raúl Carrillo, Ligia Bernal, Flavio Herrera, Miguel Ángel Vásquez, María del Carmen Escobar, Doris Putzeys de Fuentes, Enrique Juárez Toledo, Rafael Guillén, Claudia Lars, Alfonso Enrique Barrientos y Jorge Sarmientos.

En esa larga lista de literatos premiados aparecen personajes como Carlos Wyld Ospina, Adolfo Drago Bracco (dramaturgo), Carlos Rodríguez Cerna, Huberto E. Alvarado, Emiro Fuensanta, Angelina Acuña, Eloy Amado Herrera, Olga Martínez Torres, J. Antonio de la Roca, Alberto Fuentes Castillo, Otto Raúl González, Alberto Fuentes Mohr, Virgilio Rodríguez Macal (novelista), Héctor Gálvez Estrada, Hugo Lindo, Carlos Navarrete, Margarita Carrera, Roberto Paz y Paz, Federico Rodolfo Pardo, Alfredo Garrido Antillón, Ana María Pacheco de Tello, Augusto Meneses, Juan Francisco Manrique, Carlos Enrique Álvarez, René Acuña Sandoval, Manuel José Arce, Manolo Cotero Aragón, Carmen Escribano de León, Raúl Carrillo, Marco Augusto Quiroa, Rafael Zea Ruano, Oscar Acosta, Raúl Carrillo, Ligia Bernal, Flavio Herrera, Miguel Ángel Vásquez, María del Carmen Escobar, Doris Putzeys de Fuentes, Enrique Juárez Toledo, Rafael Guillén, Claudia Lars, Alfonso Enrique Barrientos y Jorge Sarmientos.

Para realizar la actividad ha funcionado una “Comisión Permanente de Juegos Florales” integrada por personalidades que trabajando ad honorem han sabido preservar la labor.

Ilustración 59: Humberto Garavito.

Humberto Garavito, de “niño pintor” a Emeritissimum.

Humberto Garavito nació en la Ciudad de Quetzaltenango el 26 de Enero de 1897, hijo de Agustín Garavito y María Suasnávar. Inició su formación artística en su Ciudad natal, lugar en que conoció y compartió con dos geniales artistas: Carlos Mérida, quetzalteco como él, y Jaime Sabartés, español que más tarde sería secretario de Pablo Picasso. Fue Sabartés quien le dio el sobrenombre de “el niño pintor”, en un artículo de prensa posterior a una exposición en el año 1916.

Humberto Garavito casó con Berta Josefina Pontacq, dama quetzalteca de origen francés, con quien procreó tres hijos, María, Marta y Rafael.

Su profesionalización la hizo en el extranjero; primero en México, en la Academia de San Carlos del año 1919 a 1921, en donde inició una amistad con el gran muralista Rufino Tamayo; y luego en Madrid, España, como ganador de una beca Alfonso XIII concedida a destacados iberoamericanos, en donde estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, habiendo realizado en ella, en 1924, una exposición de su obra, la que fue muy bien criticada, partiendo luego a Alemania y Estados Unidos para volver a Guatemala el año 1927 para hacerse cargo de la Academia de Bellas Artes, cargo que ocupó hasta el año 1935. Su experiencia europea marcó un antes y un después en su arte.

Su obra plástica la realizó especialmente en óleo sobre tela, con un estilo naturalista en cuadros de diversas dimensiones, especialmente retratando paisajes, por lo que se le considera como el “descubridor” del colorido y armonía que plasmó en una gran variedad paisajística de Guatemala, especialmente del lago de Atitlán al cual pintó desde diferentes lugares y con toda la luz y colorido que reflejan sus atardeceres. Hizo también pintura figurativa en la que representó el colorido y singular belleza de los trajes indígenas.

Humberto Garavito fue el iniciador de una “escuela guatemalteca” de pintores naturalistas entre los que destacan Valentín Abascal, Hilary Arathon, Miguel Ángel Ríos, José Luis Álvarez, Jaime Arimany y Antonio Tejeda. Corriente que sigue vigente en jóvenes de la plástica de Quetzaltenango y Guatemala. Formó una rica pinacoteca con pinturas de Mérida, Abularach, Arathon, Gálvez Suarez, Ossaye, Ríos, Quiroa, Rojas, Valenti y otros maestros de la plástica guatemalteca.

Miguel Ángel Asturias, el Nobel de Literatura, escribió sobre él en 1926: “¡Garavito ha triunfado en Paris! Esta noticia debe propalarse por toda Guatemala con la premura del fuego en las pajas secas, entrando a las casas, a los templos, a las plazas, a los teatros; alegrándonos a todos como si se tratase de nosotros mismos por tratarse de uno de los nuestros”. Cardoza y Aragón escribió en el Diario de Centroamérica el 1 de Enero de 1926: “Montañas de América. Campos de América. Rostros de bronce de los indios. Se oyen los cuchicheos de sus charlas en lenguas primitivas. Hago en un instante un maravilloso viaje a la patria. En un instante puedo sentir el sabor ácido de sus labios nobles y admirar la gracia de sus caderas morenas y firmes. Carlos Mérida, el gran Mérida, y Humberto Garavito son en este momento dos nombres perfectamente definidos”.

Por ello, y por su prolífica obra plástica, Humberto Garavito, el que fuera “el niño pintor” fue distinguido en 1958 con la Orden del Quetzal otorgada por el Gobierno de la Republica. Y la Universidad de San Carlos le nombró “Emeritissimum” en 1960.Humberto Garavito falleció el primero de Junio de 1970; sus restos están enterrados en el Cementerio General de su ciudad natal, Quetzaltenango.

La “Escuela Regional de Arte Humberto Garavito”, instalada en el Centro Intercultural de Quetzaltenango, ofrece un bachillerato en arte, además de clases libres en pintura y escultura. En ella se guarda el espíritu del gran artista que fue el “niño pintor”.

Ilustración 60: Efraín Recinos.

Efraín, el genial arquitecto que no llegó a serlo.

Efraín Enrique Recinos Valenzuela fue su nombre de pila desde que le bautizaron en su natal Quetzaltenango a los pocos días de haber nacido. Sus padres fueron José Efraín Recinos Arriaza y María Trinidad Valenzuela. Nació el 15 de Mayo de 1928, y murió el 2 de Octubre de 2011 a los 83 años.

De joven estudió en la Escuela República de Costa Rica y en el Instituto Nacional Central para Varones, pasando más tarde por la Academia Nacional de Bellas Artes, destacando siempre por su genio inquieto y creativo. Se caracterizó además y durante toda su vida por llevar un estilo de vida austero y con muchas excentricidades que se reflejaron en su forma de vestir y de comunicarse.

Como muralista destacó legando varias obras que pueden admirarse en los murales del Banco Crédito Hipotecario Nacional, en la Terminal Aérea La Aurora, la Biblioteca Nacional y en la fuente del Parque de la Industria. Como pintor su obra se encuentra en Pinacotecas públicas y privadas siendo sumamente apreciadas; una de sus obras más significadas en la Pinacoteca Municipal de Quetzaltenango instalada en el Centro Intercultural.

El re-diseño del Conservatorio Nacional de Música nos refleja de forma didáctica y sugestiva la historia del arte y la música, y su conocimiento de las mismas.

En los últimos años de su vida trabajó y dejó muestra de su inagotable ingenio en el “Cerro de Santo Domingo” en la Antigua Guatemala, en donde se aprecia su obra dispersa en un gran parque al aire libre, pero guardando una unidad creativa verdaderamente genial.

Pero donde quedó mejor patentizado su genio es en la magna obra que es el Teatro Nacional de la Ciudad de Guatemala, un conjunto monumental impresionante que destaca en el Centro Cívico y que, aun con sus atrevidas formas, se integra en el diseño de dicho Centro.

Otras de sus habilidades fue el deporte que practicó en su juventud, habiendo participado en los Juegos Olímpicos Panamericanos como atleta. En 1968 contrajo matrimonio del que nació su única hija Lorena.

El maestro Recinos reclamaba este pensamiento: “La pintura es poesía”. Y sin duda cualquiera de sus obras es inspiradora a partir del logro de presentar la esencia del mensaje que la misma interpreta, sea ésta en arquitectura, ingeniería, escultura, muralismo o pintura. En vida recibió importantes distinciones: la Orden del Quetzal y la Orden Mariano Gálvez.

Efraín Recinos no hizo la carrera, pero es reconocido como uno de los más grandes creadores de la arquitectura nacional.

Un quetzalteco de pura cepa.

Ilustración 61: Edificio del Antiguo Banco de Occidente, hoy del Banco Industrial.

El Banco “de los occidentales”

“El 25 de Mayo de 1881, en Quetzaltenango segunda Ciudad de la República de Guatemala, un grupo de vecinos y occidentales de espíritu progresista”, como reza la carta entregada al supremo gobierno de la Republica, solicitó la autorización del Banco de Occidente, como un banco de emisión, giro, depósito y descuentos, en forma de sociedad anónima, “cuyas acciones estén lo más al alcance del pueblo”. En dicha solicitud se dice: “Nuestra sociedad, así como la del Internacional y Colombiano, cuyos pasos, experiencia y legítima ambición vamos siguiendo...” Estos dos bancos ya funcionaban en aquellas fechas.

Entre los firmantes de la solicitud aparecen los que serían sus principales socios, destacándose entre ellos el General Manuel Lisandro Barillas (más tarde Presidente de la Republica), quien firma por sí y en representación del mayor accionista y principal impulsor del nuevo banco, el General Justo Rufino Barrios Auyón. Otros socios importantes lo fueron don Francisco Aparicio, don Antonio Rivera, don Benjamín Mackeney y su esposa Quirina, don Francisco Sánchez e hijos (fundadores de la Fabrica Cantel); y un grupo minoritario entre quienes cuentan don Valentín Sáenz, don Manuel Cárdenas y otros reconocidos emprendedores de la época. El Capital inicial del Banco fue de 100 mil pesos, moneda de la época, de cuyas acciones el mayor suscriptor fue el General Justo Rufino Barrios con 300 acciones.

El inicio del Banco de Occidente se sitúa en una época en que el gobierno, de corte liberal, imprimía nuevos cambios en la economía con reformas e iniciativas de progreso, especialmente a partir de la explotación y exportación del café, producto que gozaba de gran aprecio especialmente en Europa, a donde se exportaba en su gran mayoría. Por esta razón se justificaba la creación de un banco de crédito y operaciones de cambio.

A los pocos años de fundado el Banco, Quetzaltenango y la región sufrieron dos desastres naturales: el terremoto de abril de 1902, y en Octubre del mismo año la erupción del Volcán Santa María, sucesos estos que causaron enormes daños. Sumado a ello, la región había experimentado una Revolución, la denominada “Revolución de Occidente”, en el año 1897. Muchos emprendedores emigraron de la región a causa de estos desastres. Todos estos asuntos afectaron enormemente al Banco, especialmente por cuanto los deudores se vieron imposibilitados de cancelar sus adeudos, con lo que el Banco tuvo que pagarse con garantías hipotecarias. Ello le resto liquidez para sus operaciones propias, tardando varios años hasta que el Banco logró recuperar sus capacidades, asunto en el que la buena y austera dirección del mismo fue de gran relevancia.

En su historia el Banco de Occidente S.A. superó varias importantes crisis, la primera de ellas a partir de 1885 con la guerra que el General Justo Rufino Barrios emprendió con motivo de su interés por unir Centroamérica como República Federal. Otras crisis destacables se vivieron durante las dos guerras mundiales, las que le impusieron restricciones en el negocio de las divisas, además del deterioro comercial por falta de transporte marítimo, y a la casi completa interrupción de vías con Europa le ayudó parcialmente la demanda de café originada por el ejército norteamericano. Otra importante crisis se sufrió a principios de la década de los años 30 por la debacle económica de los Estados Unidos. Más tarde sufrió la intervención que del banco hizo el gobierno del General Jorge Ubico hasta su caída en el año 1944. En julio de 1944 el gobierno provisorio del General Federico Ponce Vaides levantó la intervención oficial que había durado más de 6 años.

El 26 de Noviembre de 1924 toma vigencia el Decreto N° 879 mediante el cual se emite la Ley Monetaria, con lo que el sistema monetario de la Republica se establece con el Quetzal, representado por un gramo de oro puro (equivalente a 60 pesos de la antigua moneda nacional). En el siguiente Decreto, el N° 890 se crea el Banco Central de Guatemala, con funciones similares al Banco de Occidente S.A., creándole con ello una competencia que hoy diríamos “desleal”; obligándole además a capitalizarlo con la compra de 20 mil acciones lo que le causa una erogación de 200 mil quetzales, afectándole con ello la liquidez.

Como se dijo antes, la fundación del Banco de Occidente coincidió con el fomento del café, para lo cual la institución sirvió eficientemente financiando el cultivo. Las primeras exportaciones de café se hicieron en 1862, pero fue hasta la llegada del régimen liberal en 1871 que inicia el auge del grano. Años más tarde, ya en los cincuenta del siglo recién pasado, el algodón fue el principal producto financiado por el Banco.

A partir de la Ley Monetaria que nos rige, promulgada el 11 de Diciembre de 1945 el Banco de Occidente, S.A. logró cierta estabilidad y crecimiento, para convertirse en el primer banco del país, hasta que fue absorbido por el Banco Industrial S.A.

Ilustración 62: Mansión Villa Lesbia de la Familia Fleischmann.

Villa Lesbia

A principios del siglo pasado fue construida en Quetzaltenango, bajo la dirección del arquitecto Desiderio Scotti, una bella mansión de 40 habitaciones en estilo italiano a la que desde entonces se denomina como “Villa Lesbia”, en honor a doña Lesbia Cristiani Armendáriz, bella dama chiapaneca que después de enviudar de su primer matrimonio con don Felipe Carrascosa, acaudalado cafetalero, casó con un joven alemán de origen judío, don Hugo Fleischmann, quien llegó a Guatemala para trabajar como asistente de administración en un almacén de granos. Relatan sus descendientes que en la travesía marítima de Alemania a Guatemala, de por sí muy larga, don Hugo perdió el dinero que traía jugando póker con experimentados marineros, por lo que llegó a puerto sin un centavo. Don Hugo se radicó en Quetzaltenango en el año 1880, y con el tiempo fue comprando tierras que convirtió en fincas cafetaleras, volviéndose experto en este cultivo. Fue por ello que don Felipe Carrascosa, un hombre mayor, le recomendó a su joven esposa, doña Lesbia, que al faltar él buscara a don Hugo para que le asesorara en el manejo de las fincas que heredaría. Y así lo hizo la joven viuda, habiéndose enamorado y casado con don Hugo, con quien tuvo cuatro niños, y quien mandó a construir la Villa para doña Lesbia, en la que crecieron siete niños, tres de su primer matrimonio y cuatro del segundo.

En aquella época la zona cafetalera del suroccidente era muy prospera, y llegar a la Capital tomaba más de dos días en pésimos caminos, por lo que la mayoría de los finqueros se instalaron en Quetzaltenango, desde donde les quedaba cercano el puerto de Champerico para embarcar el café. Es interesante recordar que el nombre de este puerto viene del apellido de un francés que exportaba madera y cuya compañía se denominó Champer and Company, abreviado Champer&co.

Don Hugo Fleischmann fue por más de cincuenta años Cónsul ad honorem de Gran Bretaña, nombrado por la Reina Victoria. En aquella época había en Quetzaltenango además del consulado inglés, el español, el alemán y el francés. Hoy hay de México, de España, de Francia e Italia.

Cuando la caída del Presidente Estrada Cabrera, en 1920, el jefe político de Quetzaltenango, Coronel José Antonio Aguilar y su hijo fueron perseguidos por una turba para lincharlos, y a pesar de haber sido un reconocido enemigo de don Hugo, éste lo protegió dándole asilo en la Villa, a pesar que un consulado no tiene extraterritorialidad. La turba respetó a don Hugo y no fue sino hasta que el Coronel Aguilar y su hijo fueron trasladados a la cárcel cuando la turba los linchó.

Don Hugo falleció en 1957, y sus descendientes vendieron Villa Lesbia al Obispado de Quetzaltenango, siendo Obispo Monseñor Luis Manresa y Formosa, dedicándose el lugar a un seminario, por lo que hubo que eliminar las pinturas en los techos con querubines, bacos, venus y cupidos semidesnudos que adornaban frisos y cielos del edificio. Villa Lesbia es hoy un elegante restaurante y centro de convenciones muy apreciado y visitado por propios y visitantes extranjeros.

Ilustración 63: Palacio de Figueroa, actualmente Edificio del Organismo Judicial.

El Palacio de “mil y pico”

A dos cuadras hacia el oriente del Parque a Centroamérica de la Ciudad de Quetzaltenango, y con frente principal hacia la calle San Sebastián se encuentra el hermoso edificio conocido como Palacio de Figueroa, el que ocupa una manzana de terreno y fuera construido en 1888 por la familia del General Manuel Lisandro Barillas, quien fungiera como Presidente de la Republica de 1886 a 1892. El edificio se construyó con todos los lujos posibles en su momento: mármoles de Carrara para los graderíos; pizarra roja para los tejados; puertas y ventanería de madera importada; vidrios biselados también importados, etc. La entrada principal del edificio es por una alta torre en la que se incrusta un reloj.

El edificio fue más tarde vendido al Licenciado Mariano Figueroa, quien lo remodeló y utilizó el segundo nivel para habitaciones de familia, y en el primer nivel arrendó espacios para negocios varios. El Licenciado Figueroa se dice presumía de ser adinerado, y cuando le preguntaban por el costo de sus bienes contestaba que le había costado: “mil y pico”. Por ello cuando se referían a él, se mofaban llamándole “el licenciado mil y pico”.

Por haber muerto sin elaborar testamento, sus bienes inmuebles (incluyendo el Palacio) quedaron en suspenso hasta que en los años 30 del siglo recién pasado el Gobierno anunció mediante edicto que los que se consideraran herederos de bienes intestados, podrían alegar sus derechos siempre y cuando pagaran las multas y demás servicios pendientes al Estado. Se dice en Quetzaltenango (no se ha podido corroborar) que unos sobrinos del Licenciado Mariano Figueroa, no sin dificultad pudieron reunir el fondo necesario para cumplir con la obligación, asunto que lograron “a última hora”, pues el preciso día en que debían cancelar el adeudo en la caja del Estado tomaron un vehículo de Transportes Higueros que en la madrugada partía hacia la Capital, con la mala suerte que el vehículo sufrió desperfectos en el camino con lo que los sobrinos llegaron a la Ciudad Capital cuando ya estaba cerrada la caja de Gobierno. El recorrido que hacían los Transportes Higueros era por la antigua ruta de Quetzaltenango a Guatemala vía Totonicapán, las “60 vueltas” para llegar a Los Encuentros; esa carretera continuaba hacia Patzún y Patzicía para luego entroncar con la carretera a Sacatepéquez y luego a Mixco y la Capital. Pero cuando los sobrinos viajaron la carretera de Panajachel a Godínez estaba cerrada por derrumbes, por lo que tuvieron que tomar una lancha en Panajachel y desembarcar en San Lucas para de allí tomar vehículo y continuar por la carretera de la Costa; subir por Escuintla, Palín y finalmente llegar a la Capital. Un viaje de unas 10 horas.

Por haber muerto sin elaborar testamento, sus bienes inmuebles (incluyendo el Palacio) quedaron en suspenso hasta que en los años 30 del siglo recién pasado el Gobierno anunció mediante edicto que los que se consideraran herederos de bienes intestados, podrían alegar sus derechos siempre y cuando pagaran las multas y demás servicios pendientes al Estado. Se dice en Quetzaltenango (no se ha podido corroborar) que unos sobrinos del Licenciado Mariano Figueroa, no sin dificultad pudieron reunir el fondo necesario para cumplir con la obligación, asunto que lograron “a última hora”, pues el preciso día en que debían cancelar el adeudo en la caja del Estado tomaron un vehículo de Transportes Higueros que en la madrugada partía hacia la Capital, con la mala suerte que el vehículo sufrió desperfectos en el camino con lo que los sobrinos llegaron a la Ciudad Capital cuando ya estaba cerrada la caja de Gobierno. El recorrido que hacían los Transportes Higueros era por la antigua ruta de Quetzaltenango a Guatemala vía Totonicapán, las “60 vueltas” para llegar a Los Encuentros; esa carretera continuaba hacia Patzún y Patzicía para luego entroncar con la carretera a Sacatepéquez y luego a Mixco y la Capital. Pero cuando los sobrinos viajaron la carretera de Panajachel a Godínez estaba cerrada por derrumbes, por lo que tuvieron que tomar una lancha en Panajachel y desembarcar en San Lucas para de allí tomar vehículo y continuar por la carretera de la Costa; subir por Escuintla, Palín y finalmente llegar a la Capital. Un viaje de unas 10 horas.

Al día siguiente, después de la odisea vivida en el viaje, consiguieron una cita con el Presidente, General Jorge Ubico, a quien contaron sus afanes y mala ventura, suplicándole autorizara recibir el adeudo para recuperar el bien familiar. Sin embargo el Presidente no aceptó sus quejas y el edificio pasó en definitiva a manos del Estado.

Hoy el Edificio Figueroa es ocupado por oficinas del Organismo Judicial, y en los últimos años ha sido revitalizado con lo que está recuperando su belleza, digna de ser admirada como un auténtico patrimonio nacional.

Ilustración 64: Federico Aguilar Valenzuela.

La Revolución de los Coroneles

El Presidente de Guatemala General José María Orellana no pudo completar el periodo presidencial para el cual fue electo, pues murió en el Hotel Manchén, en la Antigua Guatemala, el 26 de septiembre de 1926. Inmediatamente, como era costumbre en estos casos, el primer designado, General Lázaro Chacón, asumió el poder de forma provisional; luego vino el proceso eleccionario y ganó las elecciones, aunque su opositor, el General Jorge Ubico, reclamó fraude argumentando que Chacón había utilizado en su campaña proselitista recursos del Estado.

El gobierno del General Lázaro Chacón fue acusado de corrupción, lo que dio causa a que un grupo de Coroneles, liderados por el Coronel Marciano Casado, a la sazón Jefe Político de Quetzaltenango, iniciaran un alzamiento al que se ha denominado como la “Revolución de los Coroneles”, pues estuvo respaldada por el Coronel Fernando Morales, Jefe Político de Suchitepéquez, y por el Coronel Baudilio Santos, quien se encontraba en Salamá y había sido Comandante de Armas de la Ciudad Capital.

La Municipalidad de Quetzaltenango realizó una sesión extraordinaria a las 8 de la noche del día sábado 29 de enero de 1929 al enterarse el Alcalde de la Ciudad Don Ignacio Sáenz que al día siguiente por la tarde la Ciudad sería atacada por el ejército leal al Presidente Chacón, invasión dirigida desde Totonicapán por su Jefe Político, General Juan Moscoso y por los Jefes de Operaciones de las fuerzas del Supremo Gobierno, Generales Margarito Ariza y Federico Aguilar, acantonados en Totonicapán, quienes enviaron mensaje al Alcalde de Quetzaltenango que según el acta de la Municipalidad de Quetzaltenango de ése sábado reza lo siguiente: “ [...] con el objeto de evitar un inútil derramamiento de sangre entre ambas fuerzas y por el cariño que le tiene a Quetzaltenango, el Jefe Político de Totonicapán desea que la Municipalidad quetzalteca sirva de intermediaria entre él y el jefe de la revolución; pero que si a esta hora del día de mañana no se hizo arreglo, marchará sobre esta plaza, -indicando también-: [...] que como es sabido, la revolución no cuenta con la opinión pública pues solamente se ha pronunciado el señor Jefe Político Coronel Marciano Casado, sin que el pueblo haya tomado participación alguna. Puesto el asunto a discusión se acordó que se invite al Honorable Cuerpo Diplomático acreditado en la Ciudad para que concurra a Palacio Municipal con el objeto de estudiar la mejor forma de intervenir y mediar en los momentos difíciles porque se atraviesa”.

Al día siguiente, domingo 30 de enero se informa: ”Los Cónsules y personajes importantes de la Ciudad conferenciaron en Totonicapán largamente con el Comandante de Armas General Moscoso y el Jefe de Operaciones de las fuerzas del Supremo Gobierno, General don Margarito Ariza y general don Federico Aguilar quienes manifestaron que aunque las órdenes que tienen para avanzar sobre esta plaza son terminantes, por lo menos darán tregua para que el supremo Gobierno resuelva lo que estime conveniente”.

El Coronel Marciano Casado puso como condiciones para su rendición: 1. Que se le garantice a él y sus correligionarios militares la vida; 2. que el Presidente de la Republica haga un cambio completo de su Gabinete y, 3. que se restablezca el orden Constitucional. En vista de la dificultad para aceptar las condiciones, se promovió otra conferencia con las fuerzas leales del gobierno “para ver si es posible conseguir de ellos que, en caso de ser inevitable el combate, éste se efectúe en campo raso, pues sabido es de todos que la opinión popular no respalda ni podría respaldar nunca tan descabellado movimiento”.

La comisión nombrada con los Cónsules se entrevistó nuevamente con el General Ariza, luego de lo cual se informó que “la plaza ocupada por las fuerzas revolucionarias la han evacuado, debido en parte a la actitud del heroico pueblo de Quetzaltenango y a las gestiones de este Concejo”, concluyendo el alzamiento en Quetzaltenango, habiendo huido a México el Coronel Casado. Hubo, eso sí, un bombardeo aéreo sobre el rio Sis, lugar en que se dio un enfrentamiento armado, muriendo en acción el Coronel Eugenio Contreras Godoy, asistente del Coronel Morales. Más tarde fueron fusilados otros cabecillas del movimiento, entre ellos Benedicto Leonardo Wenceslao Galeno, Federico de la Peña y Reginaldo Galeno (ellos en Salamá) también fueron fusilados Manuel y Calixto Monteagudo, Fermín Cervantes y Rogelio Alonso en Coatepeque, y Baudilio Santos y Fernando Morales y Carlos de León Regil en Mazatenango.

El Coronel Casado retornó a Guatemala durante el Gobierno del General Jorge Ubico, ocupando los cargos de Director General de Aduanas, Director de la Policía Nacional y Secretario Privado de la Presidencia. En noviembre de 1951 salió al exilio luego de participar en un intento fallido para derrocar al Presidente Juan José Arévalo.

Ilustración 65: Juan José Ortega Carrascal.

Un quetzalteco Presidente de México

Efectivamente así fue. Se trata del Doctor Juan José Ortega Carrascal (1857- 1934), quien ocupando el cargo de Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario de Guatemala ante el gobierno de México, y siendo en su momento el Decano del Cuerpo Diplomático, le correspondió asumir, por unas horas, la Presidencia del hermano país el día 22 de Septiembre de 1910, cuando Francisco Madero puso en marcha la revolución contra el dictador Porfirio Díaz a quien derrocó el año siguiente asumiendo la presidencia.

Juan José Ortega nació en la Ciudad de Quetzaltenango el día 7 de noviembre de 1857. Estudio en Guatemala, y luego obtuvo el Doctorado en Medicina en Paris, Francia en el año 1882. De Francia trajo a Guatemala, según relata el Doctor Carlos Martínez Durán en su libro Las Ciencias Médicas en Guatemala, “las nuevas rutas de la Cirugía moderna”. Inmediatamente a su regreso se incorporó al Hospital General de San Juan de Dios y a la Cátedra en la Universidad Nacional de Guatemala, así denominada la Universidad de San Carlos durante el gobierno dictatorial de Estrada Cabrera.

Al Doctor Ortega se debe la renovación completa del Hospital, habiéndole dotado de salas higiénicas, Rayos X y otros equipos de diagnóstico de los que carecía antes de su llegada al Nosocomio. Pero si hay algo por lo que se le reconoce en el ámbito de la medicina, es por haber introducido la Antisepsia y la Asepsia, dos reformas que salvaron miles de vidas que, antes de estas medidas, se perdían por infecciones, pues las salas de cirugía, según relata el Doctor Martínez Durán eran un “vivero de bacterias”, haciendo, eso sí, la salvedad que las Hermanas de la Caridad (quienes llegaron a Guatemala en 1862) hacían un gran esfuerzo por mantener la higiene. Pero la verdad es que se desconocía que las bacterias infectaban las heridas de los recién operados, y ello les provocaba infecciones y, muchas veces, la muerte. Era, nuevamente en palabras del Doctor Martínez Durán, “un ciego fatalismo”. Con la Antisepsia (procedimiento por el que se destruyen microorganismos patógenos de superficies animadas) y la Asepsia (ausencia total de microorganismos patógenos y no patógenos), se implementó el aislamiento de los heridos infectados, desapareciendo lo que llamaban “fiebres traumáticas”. Otras “innovaciones” que introdujo el Doctor Ortega en Guatemala fueron el Pulverizador de Championere y la Cura de Lister.

Adicionalmente, el Doctor Ortega junto a los doctores Julián Rosal y Rafael Tejada Aguirre publicaron la revista La Escuela de Medicina, que ilustraba a estudiantes y profesionales sobre los avances en la ciencia médica y sus aplicaciones. Esta revista contiene artículos muy interesantes, ente ellos inventos de técnicas quirúrgicas, como las histerectomías abdominales, desarrolladas por el Doctor Mario Wunderlich.

Volviendo a la historia del Doctor Juan José Ortega, debemos decir que después de su estancia como diplomático en México ocupó el cargo de Enviado y Ministro Plenipotenciario en España, de los años 1916 a 1921. El Doctor Ortega fue distinguido con la Orden “la Legión de Honor” de Francia y la “Gran Cruz de Isabel la Católica” de España. Fue declarado “Decano honorario” de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Guatemala.

El Doctor Ortega fue también destacado político, y en esa función es que a su muerte, acaecida el 29 de abril de 1934, ocupaba el cargo de Presidente de la Asamblea Nacional Legislativa. Un hermano suyo, el también médico Salvador Ortega Carrascal, graduado en París e igualmente diplomático y político, fue quien fundó la primera policlínica en Guatemala, y también quien firmó el Decreto del 8 de abril de 1920 en que se declaró que el Presidente Manuel Estrada Cabrera “padecía de alteración mental”.

Del Doctor Juan José Ortega nos queda, para recordarle, una placa en su casa de nacimiento, sita en la 13 Avenida 3-34 de la Zona 1 de Quetzaltenango (denominada Avenida Dr. Juan Jose Ortega), y un busto suyo en el Paraninfo Universitario de la Capital.

Sin duda un quetzalteco de altos quilates que ocupó la silla presidencial de México.

Ilustración 66: Represa de la Hidroeléctrica Santa María.

La Hidroeléctrica Santa María en Zunil, Quetzaltenango

La Hidroeléctrica de Santa María, ubicada en el Municipio de Zunil, Departamento de Quetzaltenango, fue construida por la empresa alemana Allgemeine Elektricität-Gesellchaft (AEG), -(empresa que compró en 1833 las patentes del norteamericano Thomas Alva Edison)- para proveer de energía eléctrica al Ferrocarril de los Altos. Este ferrocarril de corta vida (1930-1933) funcionaba de manera que cada vagón era movido por un motor eléctrico que llevaba en el techo. El diseño del Ferrocarril de Los Altos fue especial para la región del Occidente de Guatemala, partiendo del Municipio de San Felipe Retalhuleu (600 metros de altura sobre el nivel del mar), y concluyendo en la Ciudad de Quetzaltenango (2,400 m.s.n.m.).

La Hidroeléctrica Santa María se construyó aprovechando el caudal del rio Salamá y una caída de agua de 100 metros de altura, con un flujo de 6 metros cúbicos por segundo; originalmente diseñada para ser accionada con 5 turbogeneradoras de 2 Megavatios cada una, aunque finalmente se instalaron únicamente dos, generando 2 Megavatios (2.4 MVA). Al momento de iniciar operaciones la Hidroeléctrica Santa María, funcionaban sobre el caudal del rio Samalá tres pequeñas generadoras: la de la Fábrica de Hilados Cantel; la antigua planta municipal de Quetzaltenango en Zunil (que fuera propiedad de la familia Aparicio), y la Retalhuleu Electric Co., las dos últimas adquiridas por el Estado el año 1940. Con la fusión de estas con la Hidroeléctrica Santa María se creó el Departamento de Electrificación Nacional, administrado como Empresa Hidroeléctrica del Estado, dirigida en su momento por el ingeniero Julio Colom, siendo la entidad que dio origen a lo que más tarde (a partir de mayo de 1959) se conoció como el Instituto Nacional de Electricidad (INDE).

Como dato anecdótico se cuenta que en visita que hizo a mediados del año 1927 el Presidente de la Republica General Lázaro Chacón a la Hidroeléctrica Santa María, previo a su puesta en servicio, preguntó al encargado de maquinaria, el canteleño Tomás Sam Puac, sobre la potencia de la hidroeléctrica, a lo que el señor Sam le contestó que “unos cien mil Caballos de fuerza”, potencia que podría generarse si se aprovechara todo el recorrido del rio Samalá, aunque la maquinaria instalada (turbinas y generadores), generaba únicamente lo necesario para el ferrocarril, los 2 Megavatios indicados antes, - (más tarde, en el año 1966 la potencia de la Hidroeléc- trica Santa María se amplió a 6 Megavatios)-. Ante la cifra que dio el señor Sam de 75 Megavatios, el Presidente Chacón sin pensarlo mucho ofreció ceder permanentemente a favor de Quetzaltenango mil Caballos de fuerza (equivalentes a 745 Kilovatios) a un precio de seis décimas de centavo el Kilovatio-hora un primer bloque, y el resto a un precio que finalmente alcanzaba, impuestos incluidos, cerca de Q 0.30 el Kilovatio-hora. De esa cuenta, desde entonces, la Empresa Eléctrica Municipal de Quetzaltenango paga por esos 736 kilowatios Q 3,223.68 mensuales.

Con motivo de la destrucción parcial de la vía del Ferrocarril de los Altos en junio de 1933, la Hidroeléctrica Santa María permaneció sirviendo energía únicamente a unos barrios de Quetzaltenango y al pueblo de Santa María, utilizándose tan solo el 5% de la capacidad de la planta. El Presidente General Jorge Ubico dispuso no reconstruir el ferrocarril, argumentando que tenía “numerosos defectos de orden técnico y adicionalmente no era financieramente viable, complicándose la situación por la competencia creada por la industria naciente de transportes de automóviles”. Ordenó, por lo tanto, utilizar la energía de la Hidroeléctrica Santa María para servicio de alumbrado, dando electricidad a 32 Municipios de 6 Departamentos de la República. Se usaron los rieles del ferrocarril (cada uno de 12 metros de alto y 1,200 libras de peso) para los postes que sujetan el alambrado sobre el que se transporta la electricidad.

La Hidroeléctrica Santa María, después de casi 90 años, sigue generando energía eléctrica.

Ilustración 67: Cargando vagón del Ferrocarril de los Altos.

El Ferrocarril de Los Altos

En las postrimerías del siglo XIX la filosofía positivista, que asumía un desarrollo lineal e inexorable, permeó a prácticamente todas las sociedades; a esa época se le denominó como la “Era del Progreso”, siendo una de sus manifestaciones prácticas la construcción de ferrocarriles, máquinas que subsumían todos los avances de la ciencia del momento. Guatemala, como país que buscaba su desarrollo, se comprometió en la construcción de varios ferrocarriles, uno de ellos el recordado “Ferrocarril Eléctrico Nacional de los Altos”, que iniciaba en San Felipe, Retalhuleu y llegaba a Quetzaltenango, de donde debían surgir ramales a San Marcos, Sololá, El Quiché, Totonicapán y Huehuetenango, fases que nunca se realizaron.

El esfuerzo por la construcción del Ferrocarril de Los Altos es verdaderamente admirable. Para ello, en julio de 1920 y siendo Presidente de la República don Carlos Herrera, se constituyó una comisión responsable del proyecto, integrada por don Manuel Aparicio, don Vitalino Robles, don Gregorio Aguilar, don Alejandro Montes, el Licenciado Delfino Escobar, el Ingeniero Jorge Hartman, el Licenciado José Vicente Molina, don Enrique Andreu, el Ingeniero Rafael Castro Conde, el Ingeniero Víctor Cotone, don Manuel Sáenz Mérida y don Carlos Quezada. Esta comisión logró que el 23 de mayo de 1921 se emitiera el Decreto Legislativo 1119, mediante el cual se creó un impuesto de tres pesos por cada botella de aguardiente destinados a los trabajos del Ferrocarril de los Altos.

El 22 de septiembre de 1924 durante la presidencia del General José María Orellana se licitó la obra que fue ganada por la compañía Allgemeine Elektricitats Gessellschaft (A.E.G. de Alemania), y el 30 de marzo de 1930, se inauguró el ferrocarril siendo presidente de Gobierno el General Lázaro Chacón. El presidente Chacón en representación del Estado y como reconocimiento al esfuerzo de los quetzaltecos donó a Quetzaltenango a perpetuidad mil caballos de fuerza de la energía generada por la Hidroeléctrica de Santa María, construida como parte del proyecto del Ferrocarril de los Altos.

El Ferrocarril contaba con 15 vagones, 7 de pasajeros de primera y segunda clase, 7 para transporte de carga, y uno especial para traslado de los técnicos de la empresa del ferrocarril. El recorrido de San Felipe Retalhuleu a Quetzaltenango era de 44 kilómetros, pasando por el “Túnel de Santa María”, construido para ese propósito.

El 20 de septiembre de 1933 ocurrió la tragedia: el país fue azotado por fuertes tormentas que destruyeron dos de los puentes y parte importante del tendido de rieles; el Presidente de la República era el General Jorge Ubico quien, a pesar de la solicitud de los quetzaltecos por su reconstrucción, desestimó todas las propuestas y decidió la clausura definitiva del Ferrocarril Eléctrico Nacional de los Altos y la utilización de los rieles para postes de electricidad, y el uso de la energía de la planta de Santa María para proveer luz a varias comunidades. Sin duda pesó en la decisión la difícil situación financiera, tanto del ferrocarril como del país, pues se vivían los efectos de la “Gran recesión” mundial de 1929.

La terminal del Ferrocarril de los Altos en Quetzaltenango quedó en abandono varios años, hasta que el Coronel Jacobo Arbenz ordenó su uso para Brigada Militar, la que funcionó hasta el año 2004, cuando fue desalojada durante el gobierno del Licenciado Oscar Berger, y transformado las instalaciones en un “Centro Intercultural”, lugar en que se realizan actividades culturales.

El Ferrocarril de Los Altos

Autor: Mariano Fuentes (Emiro Fuensanta, 1930)

¡Ha tiempo que te esperan las cumbres de occidente,

las alturas bravías que ha cantado el poeta,

donde el robledo arraiga, donde el pino vegeta

al borde acantilado del filón imponente!

¡Trema el alma grandiosa de austeras soledades,

presintiendo el nervioso resollar de tu paso,

y se inquietan los ecos de infractas oquedades

donde extingue sus rojos carbunclos el ocaso!

¡En los pétreos macizos que ha erosionado el río

con sus aguas salvajes remolinadas de olas,

te acechan los rumiantes, te espera el caserío,

y el etéreo fantasma de azules fumarolas!

Donde el ciclón ha hecho titánicos desgarros

sus roqueñosos labios abre el terrible abismo,

para que pase el cuerpo de oruga de tus carros

y tome por asalto criptas de cataclismo...

¡Te espera el gran plumero de fumante cascada

en su trono de jaspes, en su alquicel de brisas;

te espera el verdor glauco de bravías cornisas

y la impaciente boca de la peña horada...!

Los metálicos puentes que aferran a la cima

y hacen marco al torrente del Samalá sonoro,

¡quieren ver cómo surges de la espantable cima!,

¡cómo subes fogoso por entre riscos de oro!

Elevando tu glauco penacho de hidalguía,

ansía ver tu aspecto sobre la sierra gualda,

oir tu trompa al borde de tu arenosa falda:

¡el cono más altivo!, ¡el gran Santa María!

Largos nervios de hierro quieren sentir tu peso,

vibrar y estremecerse a tu ronco bufido,

ver que ágil te adelantas... que a tu intenso silbido

se aleja la mesnada sombral del retroceso...

En las garganteas reales del cañón imponente

Donde habla el agua al recio corazón de las rocas,

Pasarás al empuje de eléctrica corriente

¡entre biombos calizos... entre abismales bocas!

Y entre crestas de pórfido y olivinos basaltos

donde el Quetzal asciende su augusta pedrería

¡te ansían exultantes!... ¡rugientes de hidalguía!

¡Las zona de Occidente...! ¡Los pueblos de los Altos!

Ilustración 68: Terminal en Quetzaltenango, del Ferrocarril de los Altos.

De Brigada Militar a Centro Intercultural

El complejo de edificios que fuera construido como terminal para el Ferrocarril de Los Altos a principios del siglo pasado en la Ciudad de Quetzaltenango, y que funcionó con ese propósito únicamente de 1930 a 1933, sufrió su primera metamorfosis cuando paso a ser sede de “Región Militar” en el año de 1945 y más tarde Brigada Militar “Manuel Lisandro Barillas”. La Brigada Militar, también conocida como Zona Militar 17-15 fue clausurada en el año 2004 por decisión del Presidente Oscar Berger, obedeciendo a lo dispuesto en los Acuerdos de Paz de 1996. De tal cuenta, las instalaciones que sirvieron como estación-terminal del Ferrocarril de Los Altos, y luego como instalaciones militares (por casi 60 años), están sufriendo su siguiente metamorfosis, y se espera la última, al convertirse a partir del 2005 en las instalaciones de lo que es un gran Centro Intercultural Regional. Para el efecto se ha constituido una asociación bajo la denominación de Consejo para el Desarrollo Intercultural y Deportivo de Quetzaltenango, consejo con personalidad jurídica y con una integración publico-privada, conformada por representantes de la Municipalidad de Quetzaltenango, de la Gobernación departamental, de la Mesa de Concertación de Occidente, del Grupo Gestor de Quetzaltenango (entidad que ha facilitado el proceso), por la Mesa Económica Interinstitucional de Quetzaltenango, y por la sede local de la Confederación Deportiva Departamental. Esta integración ha sido todo un ejercicio democrático y de puesta en común de intereses; ha sido un esfuerzo de generar confianza y asociatividad.

A finales del siglo XIX fue cuando se gestó la idea de construir una red ferroviaria que conectara la Costa Sur con el Altiplano Occidental, vinculando Retalhuleu con Quetzaltenango, y se proyectaba continuarlo posteriormente hasta Totonicapán, Huehuetenango, San Marcos y Sololá. Fue realmente un proyecto visionario.

La primera propuesta formal para construir el ferrocarril llegó al Ayuntamiento de Quetzaltenango en 1896, firmándose el compromiso de construcción en 1899 entre el Presidente Manuel Estrada Cabrera y el Ingeniero Luis Bueron, quien tendría el usufructo por 75 años, representando a empresarios quetzaltecos y al gobierno en una inversión que requeriría de 2 millones de pesos oro. Los trabajos físicos se iniciaron hasta 1910, desde los dos puntos extremos, es decir, desde Quetzaltenango y desde San Felipe Retalhuleu.

La historia de la construcción del Ferrocarril de Los Altos fue un proceso complejo, tanto en lo técnico como en lo económico. En lo técnico puesto que por la pendiente tan pronunciada (de 600 a 2,300 metros sobre el nivel del mar), tuvo que diseñarse ex profeso cada vagón como un tranvía, instalándole un motor eléctrico a cada uno. Para el efecto se construyó una planta hidroeléctrica con capacidad de 6 megavatios. Y las dificultades económicas fueron muy serias, puesto que hubo que superar varias crisis, una de ellas la Primera Guerra Mundial que obligó a suspender los trabajos temporalmente; y luego la gran depresión de finales de la década de los 20 que afectó a los países occidentales. Superadas las dificultades, el ferrocarril se inauguró el 31 de marzo de 1930.

Por desgracia, en el año 1933 hubo en la región una tormenta tropical lo que causó la destrucción de varios de los puentes construidos para el tren. Además se anegó la planta hidroeléctrica, y los costos de reparación de la línea férrea y la planta hidroeléctrica superaban las capacidades del Estado, especialmente debido a que se vivía la depresión económica tan severa que afectaba al Mundo. Por esa razón, el gobierno de la época, presidido por Jorge Ubico, decidió no reparar la vía, y más bien utilizar los rieles del tren para usarlos como postes para el cableado eléctrico de los pueblos de occidente, y la planta de energía eléctrica para dar servicio de luz a la región. Así concluyó la historia del célebre Ferrocarril de Los Altos, que siguió siendo un orgullo de los quetzaltecos y que se rememora con la famosa pieza musical de marimba de Domingo Betancourth.

Así como la construcción del Ferrocarril de Los Altos fue un esfuerzo ejemplar de su época, hoy lo es el esfuerzo por consolidar el Centro Intercultural, que es un foco de cultura, un icono para la Ciudad de Quezaltenango y la región occidental del País. Este centro cultural cuenta con museos; bibliotecas; áreas para exposiciones, conciertos y conferencias; áreas para la práctica de deportes federados; así como facilidades para cafeterías, venta de artesanías, oficinas de turismo y estacionamiento de vehículos. El complejo cuenta con varios edificios en un área de 40 mil metros cuadrados, en un punto estratégico de la ciudad.

Ilustración 69: Carlos Federico Mora.

Carlos Federico Mora, médico, humanista y diplomático quetzalteco

El Doctor Federico Mora fue hijo del también médico Enecón Mora Aguilar (1861-1909), quien tuvo una vida activa en su ciudad natal, Quetzaltenango, habiendo sido su Alcalde Municipal en 1898 luego del fusilamiento del Alcalde Sinforoso Aguilar, crimen ordenado por el Presidente General José María Reina Barrios. El Doctor Enecón Mora fungió también como Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Occidente, Universidad clausurada por el Presidente Manuel Estrada Cabrera luego del terremoto de 1902, argumentando la destrucción parcial del edificio de la universidad como excusa para el cierre, aun cuando la verdadera razón fue que desde esta Universidad se cuestionaba la tendencia dictatorial del Presidente Estrada Cabrera. El doctor Enecón Mora dirigió la Gaceta Médica de Occidente, y fue Director del Asilo de Ancianos y Hospicio de Occidente, entidad que aún perdura jurídicamente, y que posee un hermoso edificio que actualmente ocupan las Facultades de Quetzaltenango de la Universidad Rafael Landívar.

Por su parte, el Doctor Carlos Federico Mora, hijo de Enecón Mora, nació en Quetzaltenango el 28 de julio 1889, y murió el 9 de Septiembre 1972. Se graduó de médico en el año 1916 en la Universidad Nacional de Guatemala. Años después, fue Rector de la Universidad de San Carlos (1944-1946). Una vez graduado de médico se especializó en los Estados Unidos (Universidad Johns Hopkins), en París (Francia), y en Viena (Austria), habiendo sido alumno de Sigmund Freud.

Fue prolífico escritor, fundador y primer Presidente de la Asociación de Médicos Escritores. Entre sus obras destacan Relación médico-enfermo en Guatemala, Ensayo sobre Guatemala, Manual de Medicina forense, Higiene psíquica y eugenesia, entre otras. Fue miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

Fue también miembro fundador de la Universidad Popular, de la Cruz Roja guatemalteca, del Consejo Nacional de Educación, de la Sociedad Protectora del Niño y de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental.

En su accionar político fue Ministro de Instrucción Pública durante el gobierno del Presidente General Lázaro Chacón (1926-1930), y como tal, promotor de la Ley del Escalafón Magisterial, que se considera como antecedente de la actual Ley Orgánica de Personal Docente. Más tarde fue Ministro Plenipotenciario de Guatemala en Berlín, Alemania.

A la caída de Jorge Ubicó en 1944, el Doctor Mora fue propuesto a la presidencia de la República, pero el Ejército impuso a Federico Ponce Vaides quien igualmente fue depuesto meses más tarde.

Tres años después de su muerte, se inauguró en la Ciudad de Guatemala el Hospital de Salud Mental, al que bautizaron en 1975 con el nombre de este prohombre quetzalteco. Tristemente ese hospital se ha convertido en un oprobioso centro de maltrato y descuido a los enfermos que merecerían el mejor de los cuidados por su condición mental.

Al ilustre quetzalteco Doctor Carlos Federico Mora se le recuerde con respeto y honra. Su ejemplo debe motivar a los guatemaltecos a esforzarse por elevar el espíritu, la ciencia y el compromiso de ciudadanía, como en vida lo hizo este dilecto médico.

Ilustración 70: Rodolfo Galeotti Torres junto a su proyecto de Tecum. Foto de Ricardo Matta .

Rodolfo Galeotti Torres, el Fidias de Centroamérica

El padre de Rodolfo Galeotti Torres fue el artista italiano Andrés Galeotti Baranttini, quien llegó a Guatemala a principios de la década de 1890 invitado por el Presidente José María Reina Barrios a coadyuvar al embellecimiento de la Ciudad Capital, proyecto que el Presidente de la República asumió con decisión, y de cuyo esfuerzo hoy disfrutan los capitalinos en la Avenida de la Reforma y en varias obras más de la época. Andrés Galeotti casó con María Concepción Torres, madre de Rodolfo, el artista de la plástica.

Rodolfo Galeotti Torres nació en Quetzaltenango el 4 de Marzo de 1912, graduándose de bachiller en 1931 en el Instituto Normal para Varones de Occidente (INVO), de la Ciudad de Quetzaltenango, trasladándose inmediatamente a Italia en donde estudió en la Escuela Libre de la Real Academia de Bellas Artes, siendo tres años más tarde, debido a su gran capacidad creativa y habilidad escultórica, nombrado como Profesor Honorario de la Academia de Bellas Artes de Carrara, Italia, lugar en donde aprendió la técnica escultórica sobre mármol. Como sabemos, la Academia de Carrara es un ícono de la escultura en ese material.

Al volver de Italia Rodolfo Galeotti trabajó como catedrático en la Academia de Bellas Artes de Guatemala, tarea a la que dedicó buena parte de su vida, compartiendo la docencia con la creación, tanto en escultura como en pintura, arte en el que también descolló. En 1947 fue nombrado como Director de la Academia. De 1939 a 1943 participó en la decoración del Palacio Nacional, hoy Palacio de la Cultura en el centro de la Ciudad Capital.

Galeotti Torres fue un prolífico escultor cuya obra se encuentra en varios lugares de la Republica. Así, en Quetzaltenango puede observarse en el Obelisco de la Victoria, en el Monumento a Tecún Umán y en el Monumento a la Marimba, obras estas muy apreciadas por los quetzaltecos, sus paisanos. Esta última simboliza al instrumento nacional y la “musa” de la música, representada por una joven mujer indígena (con el rostro de la hija del escultor), vestida con el traje típico de quetzalteca.

En la Capital destacan: el Tríptico de la Revolución de 1944; la estatua a Dolores Bedoya de Molina; el Jugador Maya de Pelota. También en otros Departamentos se aprecia su obra: en San Marcos es de su mano la Decoración del Palacio Maya, En Alta Verapaz el Monumento a Manuel Tot. En Escuintla el Monumento al Paracaidista; y en Totonicapán el Monumento a Atanasio Tzul.

Galeotti Torres supo representar a héroes guatemaltecos con fuerza y expresión genuina, por lo que fue distinguido en 1988 con la “Medalla Presidencial de Guatemala” y con la “Orden Quetzaltenango”.

Por su depurado arte, su entrega al mismo y su capacidad creativa, el maestro Galeotti Torres es reconocido, y con suficiente razón, como “el Fidias de Centroamérica”, recordando al más famoso escultor de la Antigua Grecia y del Mundo clásico, quien vivió del año 500 A.C. al 431 A.C. Fue Fidias quien reconstruyó la Acrópolis y nos legó obras maravillosas en los relieves del Partenón y otras esculturas que se conservan en los museos más famosos del mundo (el British Museum es quizá el que más obras de Fidias posee).

Después de la muerte de Rodolfo Galeotti Torres, acaecida el 22 de Mayo de 1988, la Municipalidad de Quetzaltenango nombró en su memoria un parque en la Diagonal 12 de la Zona 1 de la Ciudad.

El dia 4 de marzo (fecha de su nacimiento) de cada año se conmemora como “el dia del escultor”, en homenaje a Rodolfo Galeotti Torres.

La ingeniería química en Guatemala

La Ingeniería Química es una rama de las ingenierías que se enfoca en el diseño y desarrollo de sistemas productivos para transformar materias primas en productos terminados. El currículo de la carrera incluye un fuerte componente de matemáticas, química y física. Y es alrededor de estas ciencias básicas que se integran los contenidos del resto de materias de estudio.

En Guatemala los Ingenieros Químicos han aportado a su desarrollo industrial y a la promoción y gestión de empresas como lo demuestra la historia. Especialmente a partir de los años 60 del siglo pasado, con motivo del proceso de industrialización del país, estrategia de desarrollo impulsada con la lógica de “sustitución de importaciones”, ocasión en que los Ingenieros Químicos tuvieron una notable participación.

El origen de la profesión en Guatemala se remonta a la época de los años 40, cuando siendo Presidente de Guatemala el General Jorge Ubico asignó al Ministerio de Educación Pública la dirección de la Universidad de San Carlos. Este hecho, aunque parezca parte de la actitud dictatorial del Presidente y, por tanto, deleznable, en realidad no lo es tanto, pues aun hoy varios países integran bajo una sola dirección la educación básica y universitaria, logrando con ello darle continuidad al sistema educativo. Ello evita el “compartimiento” que separa las universidades de la secundaria. Francia ha sido el ejemplo más contundente de esta estrategia integradora.

Pero no es éste el punto que se comparte en este artículo, sino el insólito hecho que a continuación se relata. Un jovencito quetzalteco, de nombre Luis de Ojeda Carrascosa, recientemente graduado de bachiller conoció de la existencia en países “desarrollados” sobre la novedosa profesión de la Ingeniería Química, solicitándole al Presidente Ubico que se estableciera en Guatemala. Al efecto presentó en el año 1943 una propuesta que al Presidente le pareció adecuada, ordenando éste al Ministerio de Educación Pública apoyarle. Fue así como el joven de Ojeda inició sus estudios tomando los cursos de matemáticas en la Escuela de Ingeniería Civil, los de Química en la de Farmacia, y los cursos específicos de la Ingeniería Química con ingenieros graduados en el extranjero y que recién volvían al país. Lo insólito es que el joven de Ojeda cursó la carrera “íngrimo y solo”, concluyéndola en el año 1948. Hoy hay en Guatemala cerca de 2,000 Ingenieros Químicos; y tres universidades ofrecen la carrera.

Otro dato interesante es que los siguientes estudiantes de Ingeniería Química fueron también quetzaltecos (aunque la carrera se ofrecía en la Capital), siendo ellos Enrique Molina Muñoz, Juan Francisco Menchú, Marco Antonio Kopp, Gustavo Monzón Malice, Carlos Rivera Fuentes y Sergio Barrientos. Todos llegaron a ser reconocidos profesionales.

Los primeros graduados, tanto en Guatemala como en el extranjero formaron una asociación, y más tarde, a principios de la década de los años 60 se creó el Colegio de Ingeniería Química, siendo el primer colegiado (por sorteo) Mario Breuner, aunque el lugar le correspondía a Enrique Molina por ser su principal promotor. Entre los primeros diez colegiados se tuvo a Mario Breuner (Col.N°1), Julio Beltranena (Col. N° 2), Rafael Piñol (Col. N° 3), Moisés Sabbaj Kleff (Col. N° 4), Ramiro Castillo Love (Col. N° 5), Carlos Enrique Molina (Col. N° 6), Miguel Angel Canga-Arguelles (Col. N° 7), Carlos Eduardo Rivera Fuentes (Col. N° 8), Carlos Durán Saravia (Col. N° 9), Luis de Ojeda Carrascosa (Col. N° 10); de los que únicamente vive el Ingeniero Moisés Sabbaj.

Hace 52 años que el autor de este libro Roberto Gutiérrez concluyó la carrera de Ingeniera Química, en una cohorte integrada con Óscar Quiñonez, Óscar Avendaño, Rafael Gómez Nuila , Mario López Pedrosa, Adolfo Swchank y Otto Mazariegos. Y se recuerda con especial aprecio a los ya fallecidos: Carlos Calderón Ayala, Constantino Álvarez Guadamuz y Alfredo Ordóñez; Que en Paz descansen.

Ilustración 71: Coronel Jacobo Arbenz Guzmán y su esposa María Cristina Vilanova de Arbenz.

Jacobo Arbenz Guzmán, el “soldado del pueblo”

La historia de Guatemala cuenta con 3 presidentes y 1 Jefe de Estado quetzaltecos; todos ellos han marcado de una o de otra forma la historia de nuestro país. El último quetzalteco que ocupó la Presidencia de la República fue el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán. La figura de este personaje está íntimamente ligada al periodo revolucionario del 44 al 54, habiendo sido Presidente de la Republica de 1951 a 1954, año en que fue derrocado. Su labor presidencial sigue siendo polémica.

Jacobo Arbenz Guzmán nació en Quetzaltenango en 1913, hijo de un inmigrante suizo y Octavia Guzmán Caballeros, originaria de Totonicapán. El padre del joven Jacobo sufrió una larga enfermedad que consumió económicamente su negocio de farmacia; por tal razón, y por el temperamento introvertido y a la vez rebelde del joven Jacobo, sus padres decidieron inscribirlo en la Escuela Politécnica en el año 1932, en donde fue un estudiante distinguido. Su afición al boxeo y la equitación le permitieron hacer amistades fuera del entorno puramente militar, con lo que conoció a perso- najes como el ciudadano Jorge Toriello, miembro de la aristocracia chapina.

Para entender la figura del Coronel Arbenz debemos situarnos en contexto. En 1944 tras la dimisión del Presidente Jorge Ubico el poder fue entregado a un triunvirato dentro del que se encontraba el General Federico Ponce Vaides, quien luego fue elegido por la Asamblea como Presidente. El gobierno de Ponce debía ser de transición, estabilizar la cuestión social en el país mientras se convocaba a elecciones. La falta de experiencia del Presidente interino y la malquerencia provocada por su anterior relación con el defenestrado Jorge Ubico le hizo incapaz de lidiar con los retos que le presentaba el país; así fueron surgiendo dentro del ejército y en la sociedad civil movimientos que buscaban derrocar al régimen hasta lograrlo al poco de tiempo de su mandato.

Formando parte del movimiento revolucionario surgido en la época, dentro del Ejército destaca la figura de Jacobo Arbenz quien hasta entonces había ocupado el cargo de Comandante de la Compañía de Cadetes. El papel de aquel militar quetzalteco resultó clave para la Revolución de Octubre de 1944; es en torno a él y al también Coronel Javier Arana que se reúnen facciones de las Fuerzas Armadas y de la Sociedad Civil que se mostraban a favor del movimiento revolucionario. Tras el triunfo revolucionario los Coroneles Jacobo Arbenz, Francisco Javier Arana y el civil Jorge Toriello, tres de los actores más importantes de aquellos eventos de 1944, pasaron a formar la Junta Revolucionaria de Gobierno que debía cumplir una labor transicional para devolver la estabilidad al país.

Las elecciones organizadas por la junta de gobierno llevaron al poder al Doctor Juan José Arévalo quien era un académico de cierta ascendencia dentro de la sociedad guatemalteca. Al concluir el mandato del Doctor Juan José Arévalo Bermejo surgieron dos actores que buscaban el poder que tras haber sido aliados durante el periodo revolucionario, se convirtieron en los principales contendientes para suceder al Presidente Arévalo.

El candidato con mayor popularidad era sin duda el Coronel Javier Arana, pero su asesinato previo a las elecciones, asunto en el que hay evidencias de la participación del Coronel Jacobo Arbenz, terminó sus aspiraciones. Se argumenta aún hoy que ese hecho cruento cambió el destino de la Revolución iniciada en 1944, una revolución ciudadana, civil y unificadora de la sociedad. Sin embargo, al obtener el triunfo el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, importantes sectores de la sociedad le atribuyen la división política que a partir de aquel momento ha vivido la sociedad guatemalteca.

Tras conseguir ganar ampliamente las elecciones luego de un periodo electoral convulso y en el que la elección era aun de viva voz, y en la que el Ejército de Guatemala participó “organizándolas”, Arbenz Guzmán ganó arrolladoramente y asumió la Presidencia en un escenario de fuerte polarización política dentro del país, ya que incluso dentro del partido oficial había importantes fracturas. Los objetivos del nuevo gobierno fueron de carácter nacionalista: mejorar la economía nacional para así elevar el nivel de vida de los guatemaltecos. Aquellos objetivos se lograrían a través de cuatro proyectos específicos: la construcción de la carretera al Atlántico, la construcción de un puerto en el Caribe, la construcción de una hidroeléctrica y la distribución de la tierra. Sin duda este último proyecto es el más polémico por la forma en la que fue aplicada la llamada Reforma Agraria que afectó intereses de grandes terratenientes, entre ellos la compañía norteamericana United Fruit Co.

El final del gobierno del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán es conocido; fue obligado a demitir (de manera humillante), y a partir de su renuncia el sistema político de Guatemala se vio afectado, dando pie al inicio de los movimientos guerrilleros de raigambre marxista que contabilizaron más de 36 años de muerte, destrucción y división en la sociedad.

El “soldado del pueblo” dejó, por tanto, una huella indiscutible. Para algunos positiva, y para otros negativa.

Ilustración 72: Alberto Velázquez Günther. Escultura de Rodolfo Galeotti Torres.

“El corazón cabal, la mente pura”. Alberto Velázquez

Fue a inicios de la década de 1890 que don Carlos Velásquez y su esposa Juana Günther se trasladaron de San Marcos a Quetzaltenango para hacerse cargo del Instituto Nacional de Varones de Occidente (INVO), acompañados de su pequeño hijo Alberto Velázquez Günther, nacido el 25 de septiembre de 1891, quien hizo sus estudios y desarrolló su carrera profesional y artística en Quetzaltenango, ciudad que le confirió más tarde el nombramiento de “Hijo ilustre”, debido a sus méritos artísticos y por haber participado activamente en la lucha de los Unionistas de la época contra la tiranía de Manuel Estrada Cabrera, a la sazón Presidente de la República de Guatemala hasta 1920 cuando se le declaró interdicto por parte del Congreso para apartarlo de la Presidencia.

Don Alberto Velázquez trabajó en el Banco de Occidente durante más de 20 años, llegando a ocupar la gerencia general del mismo, y más tarde colaboró en la conformación del Banco Central y del grupo que estableció nuestra actual moneda, el quetzal. Fue fundador del Banco de Guatemala y ocupó el cargo de vicepresidente del mismo, y de la Junta Monetaria de 1946 a 1954. Fue fundador de la Cruz Roja Guatemalteca y de la Universidad Popular.

Adicional a estas facetas de promotor, economista y político, don Alberto Velásquez se dedicó a las letras, llegando a ser miembro de la Academia de la Lengua correspondiente a la Real Academia Española. Su obra literaria es prolija, y sobre ella Hugo Cerezo Dardón hizo una antología en la que destaca la poesía, verdaderamente extraordinaria. La obra de don Alberto Velásquez está impregnada de matices religiosos, que él fundamentó en su convicción cristiana, lo que hace que la misma se convierta en intemporal, por serena y majestuosa, y sin la artificialidad que algunas veces se da en la retórica vacía.

La mayor parte de la obra de don Alberto fue publicada en El Imparcial y otros medios de la época, como la Revista Azul, el Diario Los Altos y El Pueblo, estos últimos editados en Quetzaltenango bajo su dirección.

Un poema escrito por don Alberto Velásquez que es leído y releído es el Decálogo del buen quetzalteco, que transcribo a continuación, y que plantea toda una filosofía de vida:

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas, con temor y ceñimiento a su alianza.

2. Profesarás el culto oblativo de la Patria: sobre los colores de su bandera pondrás una intención de sacrificio.

3. Llevarás en tu corazón la causa regional por la que se afanaron tus mayores; y en el ámbito y el horizonte de Los Altos no dejarás que decline el astro de la esperanza suprema.

4. Sentirás en tu más noble entraña la edificante dilección que de ti reclama tu tierra natal y provocarás que ese amor no languidezca nunca en las gentes de tu casa.

5. Honrarás a los seres de tu sangre; los que fueron, los que son y los que serán.

6. Serás estoico y honrado. Vivirás cada uno de tus días bajo el lema de honor, lealtad, civismo y procurarás donde quiera que te encuentres no empañar sino dar lustre a la fama de la gran familia a que perteneces.

7. Serás solidario para con las penas y los afanes de tus hermanos; los asistirás en sus infortunios, los estimularás en sus empresas, los amonestarás en sus caídas.

8. Te superarás constantemente en tus intenciones y en tus actos; pagarás tus deudas; procurarás ser una persona responsable y digna; el corazón cabal, la mente pura.

9. Ejercerás sin cesar el espíritu de servicio. Serás humilde y eficaz en tu profesión o en el trabajo. Pondrás decoro personal en tus compromisos.

10. Te apartarás todo lo humanamente posible de los vicios. Educarás tu voluntad y sembrarás en tu corazón la amapola de la alegría en la vida.

Al igual que la obra anterior, otro poema escrito por don Alberto Velázquez y muy conocido es el denominado Saludo a la bandera, y que reza así:

El legado de este extraordinario ciudadano trasciende varios ámbitos de la vida: el artístico, el de la economía, y el de promotor de entidades nacionales relevantes; por todo ello, don Alberto Velázquez ocupa un lugar central en la vida de nuestra nación.

Don Alberto Velázquez murió en el año 1968, y un año más tarde fue develado frente al Teatro Municipal de Quetzaltenango un busto suyo, esculpido por el quetzalteco Rodolfo Galiotti Torres. La Biblioteca Municipal de Quetzaltenango lleva su nombre, como también la Escuela Nacional de Párvulos N° 25 de la ciudad capital. Don Alberto Velázquez fue un auténtico ciudadano de “corazón cabal y mente pura”, tal como lo plasmó en el numeral ocho de su decálogo al buen quetzalteco.

Ilustración 73: Carlos Mérida, Jesús Castillo y Rafael Yela Günther, Quetzaltenango, 1920.

Jesús Castillo

Don Jesús Castillo es el autor de una de las más bellas piezas escritas para Marimba: Fiesta de Pájaros. Escribió también para piano y orquesta: son extraordinarios sus poemas sinfónicos Tekum Umam y Bartizanic. Como escritor nos legó una obra de gran valor de investigación sobre la música Maya K ́iché; y obras escénicas como K ́iché Vinak, el Drama prehispánico Rabinal Achi en versión para ballet y una Danza del Ocaso. Dejó inconclusas dos Oberturas: una “en Sol” y “El Quetzal”.

Jesús Castillo, fue hijo de Gregorio Castillo y Brígida Monterroso. Nació en San Juan Ostuncalco el 9 de Septiembre de 1877 y falleció a los 68 años de edad el 22 de Abril de 1946. Así como fue de prolífico en diversas artes y amante de las ciencias, lo fue de modesto y hasta tímido, según relatan sus biógrafos.

Muy joven aún se involucró en la “Revolución de Occidente” de 1897 contra el régimen del Presidente José María Reina Barrios, por lo que tuvo que refugiarse por un largo tiempo en la finca La Providencia de San Martin Sacatepéquez. Esta experiencia de vida la permitió conocer en mayor profundidad la cultura Maya y sus tradiciones, mismas que luego traslado a la partitura en excelsas obras.

El gobierno francés le otorgó “Las Palmas Académicas”; y en Quetzaltenango lleva su nombre la Escuela de Música, así como una Avenida en la Zona 2 de la Ciudad, sobre la que se ubica una importante entidad educativa y el Centro Cultural Efraín Recinos. Frente al Teatro Municipal de la Ciudad de Quetzaltenango se encuentra un monumento con el busto del Maestro Jesús Castillo; exactamente en el lugar que diariamente recorría cuando se dirigía de su casa en la Avenida Barillas hacia su estudio situado en la Calle de San Nicolás. Fue un hombre sencillo, rutinario en su vida y amable con sus coterráneos.

A Jesús Castillo se le reconoce por ser quien “abrió” el camino para que varios compositores nacionales se inspiraran en la música vernácula. En palabras del experto René Augusto Flores: “Jesús Castillo fue el primero y hasta hoy el único que se dedicó a bucear en el ignoto pasado de nuestra prehistoria musical. Cazador de trinos, arqueólogo de sonidos, restaurador de escalas, a él debemos lo que hoy se conoce sobre el melos maya-quiché y las características fundamentales de la música indígena”.

Ilustración 74: Carlos Mérida. Foto de Ricardo Matta.

Carlos Mérida

Carlos Mérida nació el 2 de Diciembre de 1891, siendo hijo de los quetzaltecos Serapio Santiago Mérida y Guadalupe Ortega Barnoya. Cuando tenía apenas 6 años Carlos inició su vida artística estudiando música con el maestro Jesús Castillo, quien le ayudó a descubrir la musicalidad para su futuro arte: la pintura. Mérida abandonó la música, que según decía, era su pasión, debido a padecer de una esclerosis auditiva que le obligó a cambiar y dedicar su vida a la pintura y escultura. En sus años de estudiante en Quetzaltenango conoció e intercambió intelectualmente con el pintor Carlos Valenti, con el español Jaime Sabartés (biógrafo de Pablo Picasso) y con el escultor Rafael Yela Günther.

Al concluir sus estudios de bachillerato se trasladó a la Capital e inmediatamente a París con su amigo de juventud Carlos Valenti, llevando una carta de Sabartés a Picasso, quien les ayudó a introducirse en el mundo artístico de la Ciudad Luz. Carlos Valenti se suicidó unos meses después en París, asunto que afectó profundamente el temperamento de Carlos Mérida.

Al volver de París Mérida inauguró su primera exposición en Quetzaltenango en el año 1915, quedándose en ella a vivir por un tiempo e intercambiando con otros connotados artistas en la Ciudad altense; entre ellos: Carlos Wyld Ospina, Rafael Arévalo Martínez, Jesús Castillo, Alberto Velázquez. En 1919 casó con una joven quetzalteca, Dalila Gálvez, pero ante el disgusto de la familia política por una boda inopinada, los novios decidieron trasladar su residencia a México, Ciudad en la que el artista permaneció hasta su muerte, acaecida en 1984. Carlos Mérida adoptó la ciudadanía mexicana.

En México trabajó como muralista, destacándose en esta técnica junto a sus amigos y grandes figuras del muralismo Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, de quienes se diferenció por cuanto Rivera, Orozco y Siqueiros trabajaron siempre un estilo cubista, mientras Mérida evolucionó a un estilo narrativo-figurativo, por lo que se le conoce como “cronista de la pintura mural”.

En 1927 volvió a París, en donde conoció al Catalán Joan Miró, abandonando el muralismo y adoptando un estilo abstracto a partir de temáticas indígenas Mayas. Concluído su periodo en París volvió a México en donde trabajó hasta su muerte.

En varias ocasiones viajó a Guatemala, habiendo dejado su arte en los murales del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), en los edificios del Banco de Guatemala y el Crédito Hipotecario Nacional, y un hermoso vitral en la Municipalidad capitalina al que tituló “La mestiza de Guatemala”. Carlos Mérida inspiró a los que se han considerado como sus herederos artísticos, los pintores Elmar René Rojas, Marco Augusto Quiroa y Roberto Cabrera.

Se dice, no sin razón, que Mérida logró en la pintura lo que Miguel Ángel Asturias en la literatura. El mismo escribió: “Siempre se encontrará en mi pintura una fuente, un origen vital [...] asociaciones remotas o sentimientos musicales que vienen desde muy lejos”. Con ello hacía referencia a su origen mestizo.

En vida recibió múltiples galardones, entre éstos la Medalla de Oro de la Cultura y Bellas Artes de Guatemala, y la Orden del Águila Azteca del gobierno mexicano.

Ilustración 75: José Esteban Lepe Tello © Nuestro Diario.

Chepe Lepe y la marimba en Quetzaltenango

Como ya es tradición, el Banco Industrial S.A. homenajeó en su Programa Cívico realizado en el Parque Centroamérica de la Ciudad de Quetzaltenango al insigne marimbista José Esteban Lepe Tello, conocido como Chepe Lepe. El homenaje vino a ser la adecuada conclusión de la serie de actividades que durante el año 2013 realizó el Banco para enaltecer a nuestro instrumento nacional la Marimba, declarada como tal por Decreto 31-99 del Congreso de la Republica. El haber realizado el homenaje en Quetzaltenango y a Chepe Lepe fue todo un acierto, por cuanto es esta Ciudad en donde se fabricó, por el marimbista y marimbero Sebastián Hurtado la primera Marimba Doble, la que permite completar las escalas cromáticas; a una de éstas, la pequeña, se le denomina “Tenor” y a la otra “sencilla”. Aun cuando el origen de este instrumento de percusión algunos lo sitúan en África, es en el Reino de Guatemala en donde se desarrolla como la conocemos actualmente.

Es de Quetzaltenango de donde han surgido la mayor parte de los mejores compositores y virtuosos del instrumento, entre quienes vale mencionar a varias estirpes familiares: los Hurtado, los Aguilar, los Bethancourt y los Castillo (Jesús y Ricardo) compositores éstos últimos de música considerada “clásica” para marimba.

Chepe Lepe estudió en su juventud para músico, y desde los 8 años se enamoró de la marimba, instrumento del que es verdaderamente un “maestro”. Como compositor ha compuesto 146 piezas para marimba y grabado más de 100 discos con música clásica y popular interpretada con el instrumento de madera de hormigo. Chepe Lepe fue fundador de la Escuela de Marimba de San Juan Ostuncalco y de la escuela Domingo Betancourt de Quetzaltenango. Además, ha fabricado y exportado más de 30 de estos instrumentos. Chepe Lepe es, por lo tanto, compositor, marimbista y marimbero.

En su vida como marimbista y compositor ha visitado países de Europa, Asia, América y Oceanía ofreciendo conciertos muchas veces acompañado por orquesta sinfónica. Memorable es su participación en Berlín, Alemania, en donde tocó con la Orquesta Sinfónica en un concierto que impresionó a la audiencia al extremo que la ocasión quedó grabada en una placa que reza: “Aquí se presentó en concierto la Marimba de Los Altos de Quetzaltenango, Guatemala, con la Orquesta Sinfónica de Berlín”; a Chepe Lepe le fue concedida la presea “Oso de Plata” del Ministerio de Cultura alemán. El maestro Chepe Lepe ha realizado conciertos de marimba en diversos lugares de los Estados Unidos de América, entre ellos: el Rockefeller Center de New York; en la residencia de la familia Kennedy; en el Pentágono de Virginia. En Europa: en el Palacio de Bellas Artes de París, Francia; en el Palacio de Buckingham, Inglaterra; así como ante el Rey Balduino de Bélgica, país que le otorgó la medalla “De Arte” del Ministerio de Cultura. Y ha sido declarado “Hijo predilecto” de San Juan Ostuncalco, así como con el Botón de Oro de la Casa de la Cultura de la Municipalidad de Quetzaltenango.

Como bien dijo el Gerente General del Banco Industrial, Licenciado Diego Pulido en el acto de homenaje: “José Lepe ha representado con categoría, don de gentes y excelencia artística a nuestro país, tendiendo puentes con su instrumento, la marimba, entre Guatemala y el resto del Mundo”.

Un muy merecido tributo a este insigne maestro, otorgado por el Banco Industrial, una institución que ha sabido destacar los valores nacionales.

Ilustración 76: Arturo Martínez, frente a una de sus obras.

Arturo Martínez y el “Certamen Nacional de Pintura”

Arturo Martínez nació en Cantel, Quetzaltenango, el 5 de Mayo del año 1912. Estudió en una escuela rural, y desde niño destacó en el dibujo y más tarde en la pintura, habiendo completado sus estudios graduándose como “maestro de pintura” en la Escuela de Artes y Oficios para Varones de Quetzaltenango. Ganó en el año 1946 el primer premio cuando por vez primera presentó su obra en un certamen realizado por la Asociación de Profesores y Estudiantes de Bellas Artes (APEBA). Luego obtuvo varios reconocimientos por su arte, por lo que mereció una beca para estudiar y perfeccionar su estilo en París, Francia, de donde varios años después volvió para dedicarse a la enseñanza.

Arturo Martínez se destacó por su gran originalidad, por la sencillez expresiva, y por ser un verdadero exponente del estilo surrealista. Murió en 1956 a los 44 años de edad, como consecuencia del trágico accidente aéreo en el que fallecieron varios artistas guatemaltecos en un viaje al Petén.

A partir del año 1969 se realiza en Quetzaltenango el “Certamen de Pintura Arturo Martínez”. El primer certamen lo ganó el maestro Valentín Abascal con su obra Zunil. Otros destacados maestros de la plástica han obtenido el primer lugar del certamen Arturo Martínez; entre ellos vale recordar a José Luis Álvarez (año 1974); Jorge Mazariegos (1975); Oswaldo Cercado (1976); Arnulfo Morataya (1977); José Alfredo García (1978); Rolando Aguilar (1979); Mariano González Chavajay (1980); Rolando Pisquiy (1981); Edgar Scott (1982). Los lienzos ganadores del certamen quedan en propiedad de la Municipalidad y son expuestos en la Pinacoteca del Centro Intercultural de la Ciudad, antigua Estación del Ferrocarril de Los Altos, en donde pueden admirarse.

El certamen Arturo Martínez fue instituido por el Ministerio de Educación, y más tarde asumido por el Ministerio de Cultura y Deportes y la Casa de la Cultura de Quetzaltenango “Julio César de la Roca”. El propósito manifiesto del certamen ha sido estimular la creación plástica y como un homenaje permanente para uno de los más grandes pintores que ha tenido Guatemala: el quetzalteco Arturo Martínez. Como sabemos, otros reconocidos maestros de la plástica de origen quetzalteco han sido el Maestro Carlos Mérida, Efraín Recinos y Rolando Ixquiac Xicará. Actualmente trabaja en la plástica una pléyade de artistas quetzaltecos, entre ellos: Alfredo García, Lucas Molina, Paco Vela, Rolando Aguilar y Rolando Pisquiy entre otros.

Por varios años el certamen fue suspendido por la Municipalidad que tuvo la responsabilidad de organización del mismo, retomándose el año 2013 por la asociación “Patronato del Centro Histórico de la Ciudad de Quetzaltenango”, entidad que lo organiza eficientemente desde entonces.

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