Capítulo 1

Análisis Abreviado de la economía guatemalteca

Son varias las explicaciones que se dan sobre la forma en que aparecen los primeros pobladores de América; pero la más probable, por su lógica cientí­fica, es la que propone que en la Era Pleistocena (hace unos 30­35 mil años) se congeló el estrecho de Bering, lugar por el que pasaron caminando ha­bitantes de la parte nor­oriental de Siberia. Estos nómadas, cazando y recolectando frutos avanzaron durante unos 20 mil años recorriendo los territorios de lo que hoy es Alaska, Canadá, Estados Unidos de Norteamérica, México, Centroamérica y buena parte de Suramérica, conformando asentamientos en va­rios lugares, de donde se derivan las diversas etnias que hoy perduran en todo el territorio americano.

El primer asentamiento que se dio en lo que hoy conocemos como Mesoamérica fue resultado de la domesticación del teocinte o may (hoy maíz), hace unos 7 mil años en lugares de la península de Yucatán y la costa sur de Guatemala. A partir de ese hecho, y de la liberación de tiempo que ya como sedentarios se derivó, dio inicio a lo que sería la cultura maya. Nos queda evidencia de ello en los sitios arqueológicos de lugares ocupados por los olmecas, grupo proto­maya, en las playas del istmo de Tehuantepec y sur de Guatemala.

Para mejor comprender el funcionamiento de la vida maya “primitiva”, conviene acercarse a la explicación marxista, que hace un análisis del desarrollo de las sociedades pre­capitalistas a partir de su “modo de producción”, clasificando las sociedades en: 1. Comunidad primitiva, dividida en la natural nómada y la agraria primitiva. 2. Modo asiático de producción (que aplica para el caso ma­ya y que desarrollamos a continuación). 3. Modo de producción antiguo clásico, en la que coexisten la pequeña propiedad campesina y la propiedad común. 4. Modo de producción esclavista, en la que los esclavos trabajan como bienes, junto con la tierra de otros. 5. Modo de producción germánico, basado en comunidades dispersas, con propiedad privada y tierras comunales (bosques, etc.). 6. Modo de producción feudal, en que los siervos trabajan para el señor feudal, propietario de la tierra pero a su vez vasallo del rey.

El “modo asiático de producción”, también conocido como tributario, fue propuesto por Marx y completado por Godelier. En este modelo prevalece la propiedad comunal de la tierra, coexistiendo la propiedad privada (especialmente para la producción de frutas y de cacao en el caso maya), con una “jerarquía” superior que se apropia de la producción con carácter de tributos o pago por servicios. A los trabajadores les queda únicamente para sobrevivir. La jerarquía es la mediadora ante las divinidades, y el soberano es considerado como ser divino, y, por ello, con toda su burocracia se abroga el derecho de explotación, como de un esclavismo general.

La clase dirigente maya contaba con los sacerdo­tes que manejaban el calendario (conociendo la llegada de las lluvias, eclipses, etc.), con lo que di­ rigían la agricultura, y por su medio, controlaban a la población a su favor.

La agricultura era de temporal, con excepción de riegos en la costa (cacao), y terrazas en el altiplano. Y las herramientas el bastón sembrador (xul), y el hacha de piedra. Y se usó la técnica de la roza o que­ mado del bosque previo a la siembra del maíz. El antropólogo Russ en su libro El pueblo maya (Salvat 1992), estima que una familia de cinco miembros necesitaba unas 15 hectáreas para producir sus necesidades de maíz.

Durante la conquista, y como consecuencia de ella, y especialmente por lo gravosa que ésta resultaba para la Corona española, se crean las Ca­pitulaciones, que confiaba a empresas particulares el financiamiento de las expediciones contratándose los beneficios para cada una de las partes, conviniendo que las poblaciones nativas podrían conservar la propiedad de sus tierras, siempre y cuando acepta­ran la monarquía española, y la fe cristiana. Y los conquistadores, para facilitar el control de los in­dígenas, conformaron las Reducciones, formando “pueblos de indios” en lugares adecuados en cuanto a clima, agua, bosques, etc., buscando siempre que hubiese suficiente mano de obra para usarla como encomienda, repartimientos o mandamientos. Los conquistadores usaron de la esclavitud, que ya existía en el nuevo mundo, hasta que fue abolida por orden monárquica en el año 1542.

La economía giró en los inicios de la Colonia alrededor de la búsqueda de oro. Pero al no encontrar suficiente, esta se orienta a la explotación de tierras y hombres, desarrollando una agricultura que encuentra varios productos aptos para exportar a la metrópoli, España, entre ellos el cacao, la papa y otros productos agrícolas. Además el añil, planta productora de colorante adecuado para los textiles, dándoles una coloración azul.

Una vez “asentado” el sistema colonial, éste se rige por el Mercantilismo, ideología económica pre­dominante en la época, y para algunos la primera teoría económica. El mercantilismo pregonaba que la riqueza de un Estado se medía por la cantidad de oro y plata que pudiera acumular, la llamada ilusión crisohedónica, y para ello se promovían las exportaciones y evitaban la importaciones. Es­ta ideología económica explica varias cosas. Por una parte la insistencia en la búsqueda de metales preciosos por parte de los españoles; y por otra, la conformación de la institución denominada

Consulado de Comercio, la que llegó a ser una de las instituciones más poderosas del país, pues además de ser responsable de la justicia mercantil, tenía la potestad de cobrar impuestos e invertirlos en la infraestructura humana y física para promover el desarrollo.

Después de 1600 el añil se convirtió en un produc­to muy importante, prácticamente hasta después de la independencia, cuando se sustituye por la cochinilla y, más tarde, por el café como productos principales de la exportación guatemalteca.

Después de la independencia política de España (1821), continua en Guatemala el modelo basado en el uso extensivo de la tierra y el trabajo, con una política agraria dirigida a garantizar los factores necesarios al modelo, mediante la promulgación de leyes que favorecían el latifundio y la disponibilidad de mano de obra forzada.

Durante los años siguientes y hasta el estable­cimiento del régimen liberal en 1871, los gobiernos fueron, básicamente, conservadores, restableciéndo­ se la política económica colonial, con instituciones como la del Consulado de Comercio.

Con el arribo del régimen liberal a partir de 1871, esta forma de sometimiento se legaliza mediante la promulgación de las leyes contra la vagancia y ley de vialidad, que obligan respectivamente, a servir en las fincas y a dedicar treinta días al año en la construcción de carreteras, especialmente aquellas que servían al propósito de la explotación agrícola de exportación. Por otra parte, el régimen liberal logró situar a Guatemala dentro del mercado mundial y desarrollar la “plataforma” para una estructura capitalista.

El inicio del siglo xx se da bajo la presidencia de Estrada Cabrera, quien en 1920 es declarado interdicto por el Congreso, y le sigue, por solo dos años, el presidente Carlos Herrera, quien es sustituido, mediante “golpe de Estado” por el general José María Orellana, quien en 1923 decide la instauración del Quetzal, con respaldo de oro, con un contenido de oro equivalente al del dólar de Estados Unidos. La acuñación de moneda se reservó con exclusividad al Estado mediante el Banco Central de Guatemala, creado en esa oportunidad.

El nuevo sistema financiero fue importante para establecer en Guatemala una economía moderna, y propiciar las bases institucionales que duraron hasta el año 1945, cuando fueron sustituidas por las políticas implementadas a partir de la decisión de Bretton Woods, en que se abandona el patrón oro. Hoy los expertos coinciden en afirmar que la reforma fue fundamental para manejar las difíciles situaciones a que daba lugar la vulnerabilidad ex­terna de la economía guatemalteca, y evitó que la crisis posterior, de los años treinta, hubiera afectado negativamente al país.

Fue a principios del mes de octubre del año 1931 cuando estalló en Guatemala la crisis económica, con motivo del desplome de los precios del café, producto principal de exportación del país. Los bancos cayeron en insolvencia ante la desconfianza del público que retiraba sus depósitos, forzándolos a la quiebra. Entre los primeros bancos declarados en quiebra estaban el Banco Schlubach, Sapper y Compañía; el Banco Internacional; la Casa Bancaria Rosenthal e Hijos; y el Pacific Bank and Trust. Al mismo tiempo, se dio una parálisis total del gobierno por falta de recursos. Al llegar Ubico al Gobierno había en Tesorería Nacional 140 quetzales, los em­pleados públicos tenían meses de no recibir sueldo y la deuda pública interna había crecido enormemente. El gobierno tuvo que negociar un préstamo externo por tres millones de dólares, los que destinó, fundamentalmente, al pago de salarios caídos. El gobierno redujo el gasto público, y los sueldos y salarios se redujeron 30% en todos los niveles de la administración. Ante el desempleo generalizado, las personas encontraron en la economía de subsistencia la tabla de salvación, dándose inicio a lo que hoy conocemos como “economía informal”.

En 1944, y con el ascenso de un gobierno revo­lucionario, hay una recomposición de las fuerzas sociales. El propósito político fue liberar la fuerza de trabajo de los condicionantes impuestos en la época conservadora y liberal, y constituirla en sujeto de desarrollo económico y social del país, así como instituir un proceso de acumulación en torno a un proyecto de industrialización moderno. Parale­lamente surgió un proyecto educativo nacional de largo alcance que se propuso como paso previo al desarrollo.

Pero algunas de las características del régimen colonial y de la época conservadora enraízaron fuertemente en la cultura guatemalteca, entre ellas el autoritarismo, militarismo, la tendencia a la centralización, la opresión, y, en lo económico, la concentración de la propiedad y el uso de mano de obra intensiva y “barata”. De manera que ni la reforma liberal, ni la revolución urbana de 1920, ni la revolución de 1944, permitieron consolidar un proyecto de sociedad capitalista moderna y de­mocrática

En los años cuarenta del siglo xx, las exportaciones de café y banano representaban para Guatemala el 92% de las ventas al exterior; la agricultura causaba el 60% del producto nacional y generaba ocupación a tres cuartas partes de la población en edad de trabajar, en un universo industrial de empresas pequeñas, en el que la industria de bebidas alcohólicas era de las más importantes porque constituía “una de las mayores fuentes de ingresos para la Nación”.

Pero además de simple, la economía también era atrasada, característica de una economía pre­mo­ derna. En primer lugar, porque predominaban en la producción agrícola “procedimientos primitivos”; en otras palabras eran anticuados no sólo los instru­mentos de producción utilizados, sino también los métodos de cultivo y los sistemas de trabajo. Es preciso recordar, como dato relevante, que fue hasta en el año 1945 cuando fueron derogados los sistemas de trabajo compulsivo.

En este contexto, existía un claro modelo de desarrollo: el agroexportador. A través del mismo lograron desarrollarse algunas áreas específicas (sobre todo las que se dedicaban a la producción de banano y café). Sin embargo, la misma historia reflejó los resultados de ese mismo modelo, sobre todo con la ulterior crisis del café. Vale la pena mencionar que la historia económica estuvo, desde la época colonial, marcada por un modelo mono­exportador, en el que se sucedió el cacao, la cochinilla, luego el añil y más tarde el café.

En las elecciones presidenciales celebradas del 17 al 19 de noviembre de 1944, el resultado favoreció al doctor Juan José Arévalo. La contribución principal de Arévalo al desarrollo económico fue establecer los cimientos institucionales para su promoción. Cuando se inició el período presidencial, el país carecía de una burocracia que pudiera llevar a la práctica las numerosas reformas introducidas; por este motivo, no resulta extraño encontrar en los directorios ejecutivos de las nuevas instituciones a extranjeros ocupando cargos que Guatemala no tenía por entonces cómo llenar.

Un intento que Arévalo14 puso en marcha, que tiene similitudes con la dinámica del desarrollo económico local tal como lo conocemos hoy, fue el llamado “Triángulo de Escuintla” el cual fue un congreso regional en donde se conjuntaron representantes del capital, de los trabajadores y del Estado en un mismo foro.

En este congreso se realizó un trabajo de acuer­do con un temario aprobado previamente, el cual incluía temas económicos en general, aspectos agrí­colas, ganadería, industria y desarrollo, asuntos obreros y culturales. Los delegados de los sectores representados tuvieron la oportunidad de expresar sus puntos de vista sobre los problemas que más les afectaban y aprobaron una serie de recomendacio­nes. En ese mismo año, 1946, se realizó un congreso indigenista (Cobán) y uno médico­-hospitalario (Quetzaltenango), sin que se tengan documentos o noticias sobre ambos.

La administración de Arévalo puso en marcha una “revolución legislativa” que incluyó la reforma monetaria y bancaria y la Ley del seguro social, ambas en 1946; la Ley de fomento industrial en 1947; en el mismo año, el Código de Trabajo; y en 1948 la Ley que creó el Instituto de Fomento de la Producción. Además, se aprobó la Ley de fomento cooperativo (1945). Por otro lado, el Gobierno implementó una política agraria consistente en entregar tierras en propiedad de la Nación a familias o colectividades.

En 1951 se abrió un nuevo capítulo del período revolucionario. Al convocarse las elecciones generales de 1950, los partidos políticos democráticos que integraban el Gobierno, el Partido de Integridad Na­cional, de tendencia moderada y reciente fundación, y el Comité Nacional de Acción Política de los Traba­jadores proclamaron la candidatura del coronel Jacobo Arbenz Guzmán.

En cuanto al desarrollo de la economía, el pro­grama de Arbenz contempló la construcción de tres grandes obras relacionadas con su visión sobre independencia económica: una carretera moderna al Atlántico, instalaciones portuarias en Puerto Barrios y una hidroeléctrica que cuadruplicara la capacidad de generación de que se disponía por entonces. Sin duda, el acontecimiento político y social de mayor significación durante el período revolucionario fue la reforma agraria, Ley de Reforma Agraria (Decreto 900), promulgada el 17 de junio de 1952.

El Gobierno de Arbenz había emprendido la promoción del cultivo de algodón por considerar que éste podría llegar a cubrir la demanda interna y mejorar la cuenta comercial de la balanza de pagos. Se decidió, entonces, la promoción del cultivo a través del Instituto Nacional de Fomento de la Producción (Infop). La ganadería, el banano, la caña de azúcar y nuevamente el café fueron cultivos importantes en la economía del país.

No obstante la trascendencia de sus contribucio­nes a la modernización de la economía, el legado de Arévalo y Arbenz fue sobre todo de orden político: alentar y garantizar los derechos de la inmensa mayoría campesina, obrera e indígena del país, efectuando con ello un auténtico vuelco histórico.

Después del derrocamiento de Arbenz, en junio de 1954, el coronel Carlos Castillo Armas asumió el poder ejecutivo del país. Castillo Armas informó de una decisión muy importante al indicar que a fines de 1954 se había acordado “tener un órgano técnico de orientación, proyección y coordinación del de­sarrollo económico del país”. Para tal efecto, se le había encomendado “la formulación de un plan de cinco años al cual deberían ceñirse las obras que el Estado habría de realizar”.

De acuerdo con el Plan, se buscaba construir una red de caminos y telecomunicaciones para integrar el territorio nacional; las carreteras tenían por objeto abrir a la agricultura y la ganadería las regiones con mayor aptitud para su aprovechamiento económico. El desarrollo de estas dos actividades se reservaba a la empresa privada, a la cual debía estimular el Estado. Asimismo, en el programa de inversión se contemplaba continuar la construcción de impor­ tantes tramos viales, entre ellos, las carreteras al Atlántico, del Pacífico y la Interamericana, además de construir la carretera que conduce de Quetzaltenan­ go a Retalhuleu. Para el efecto se contó con recursos aportados por agencias de Estados Unidos y el Banco Mundial. En su programa de inversión, el plan también mencionaba el tema de la electrificación, otorgándole “la más alta prioridad” por considerarlo fundamental para el proceso de industrialización. El magnicidio cometido en la humanidad de Castillo Armas en julio de 1957 interrumpió abruptamente los planes que se había trazado en su gobierno.

La década de 1960 fue rica en acontecimientos internacionales de enorme trascendencia histórica. Una de las más importantes innovaciones económi­cas de los años sesenta fue la creación del Mercado Común Centroamericano (mcca) a fines de los años cincuenta, cuya institucionalización definitiva se dio en 1961, en el marco del Tratado General de Integración Económica Centroamericana.

Recordemos que de los años 1950 a 1973 la eco­nomía de los países desarrollados conoció la fase de expansión más notable de su historia. Para América Latina, este fue el período que comprende el influyente “modelo de sustitución de importaciones”.

Un rasgo peculiar de aquellos años –conocidos también como los años de la primera ola de glo­balización de la posguerra (1945­1973)–, fue que tanto en Estados Unidos como en Europa y Japón la terrible prueba de la gran depresión dio origen a una ostensible animadversión al liberalismo. De esa cuenta, los Gobiernos de los países industrializados tenían la convicción de que sólo la regulación de la economía y del mercado podía impedir que se repro­dujera la catástrofe económica de los años treinta. Ese rasgo tuvo su expresión en América Latina, siendo bien acogido como modelo de sustitución que comportaba un papel relevante de conducción, e incluso de participación directa del Estado en la economía. Este también fue un período en el que internacionalmente la bandera que se enarbolaba era la descolonización y la industrialización.

La contribución del mcca a la industrialización de Guatemala fue fundamental; en primer lugar, por la creación de la zona de libre comercio que ex­pandió los estrechos mercados locales; en segundo lugar, por el arancel externo común que brindó a la incipiente industria una barrera de protección y, en tercer lugar, por el Convenio centroamericano de incentivos fiscales al desarrollo industrial, el cual apoyó a las empresas con incentivos fiscales caracterizados por su liberalidad.

El proceso de integración económica de Centro­américa es el primero de todos los que han tenido lugar en América Latina y el Caribe.

El comercio intra­regional partió de un nivel muy bajo: 33 millones de dólares norteamericanos en 1960. Sin embargo antes de cumplir su primer decenio, en 1968, el valor del intercambio era de 258 millones; esto arroja una tasa anual de expansión del 29%, aproximadamente la misma tasa de incremento real, pues en ése período la variación de los índices de precios fue inferior al 3% en todos los países.

Con el rompimiento de relaciones entre El Sal­vador y Honduras, en 1969, se clausuró la etapa de normalidad del funcionamiento del Mercado Común. Para la integración económica regional la principal consecuencia del conflicto fue que al romperse las relaciones entre ambos países se fracturó la zona de libre comercio, pues Guatemala, Nicaragua y Costa Rica conservaron abierto su acceso al espacio comercial de toda la región, mientras El Salvador y Honduras, que dejaron de comerciar entre sí, tenían a su disposición un mercado regional reducido.

A partir de 1978 el comercio intra­zonal comenzó a perder impulso como reflejo de la pérdida de dina­ mismo de la economía de la región. En Nicaragua la crisis política había madurado a tal grado que culminó en 1979 con el derrocamiento del Gobierno de Somoza. Ese mismo año, Centroamérica sufrió el impacto de un nuevo shock petrolero, de muy duras consecuencias para la capacidad de pagos. Pese a todo, el comercio intra­regional alcanzó su valor más alto (1,100 millones de dólares), después de lo cual sobrevino la crisis económica y el Mercado Común entró a un período de profundo deterioro, que se detuvo hasta en 1986.

En Guatemala la década de 1980 fue económi­camente dramática y políticamente trágica. Lejos de crecer como lo venía haciendo desde los años sesenta, la economía se hundió en la crisis y el letargo debido a causas de origen internacional, pero también por causas internas. El retroceso de la economía en los años ochenta se aprecia aún más dramáticamente al indicar que el producto por habitante cayó en 18.6%, más de dos veces el retroceso promedio de 26 países de América Latina y el Caribe, que fue ­8.3%.

Es a partir de 1987 que puede afirmarse que la economía salió de la crisis que agobiaba al país, pues aunque el crecimiento en ese año fue menor de 3%, en los siguientes ya no se volvió al estancamiento y menos aún a la recesión económica. En 1988 la reanimación fue más significativa (3.6% de crecimiento) con lo cual, en términos reales, se vol­vió al nivel de 1981. El producto por habitante, no obstante haber comenzado su mejoría, fue inferior al de principios de la década.

A inicios de la década de 1990, Guatemala sufrió un cambio radical en su modelo de desarrollo. El 22 de septiembre de 1993 marca una fecha muy im­portante, ya que entonces la Junta Monetaria (que ejerce la dirección general del Banco de Guatemala) aprobó la resolución No. JM­647­93, mediante la cual puso en práctica el Programa de Modernización Fi­nanciera de Guatemala.

En la década final del siglo xx tuvieron lugar dos grandes acontecimientos. El primero de ellos, acaecido en 1996, fue la suscripción por el Gobierno de Álvaro Arzú de los Acuerdos de Paz que puso fin a tres décadas de violenta confrontación política. El segundo fue la negociación de un trascendental pacto fiscal, entendido como el acuerdo político del Estado y la sociedad civil en el que se definen las responsabilidades que asume el Gobierno en la esfera económica y social, así como sus alcances. En su momento y por su naturaleza fue el único y primero en América Latina.

En los años noventa lo más notable de la inte­gración centroamericana fue el vuelco que dieron los gobiernos hacia la negociación comercial con terceros países. Dentro de los más importantes destaca el firmado con México. Costa Rica fue la primera en negociar el acuerdo de libre comercio, el cual entró en vigor en enero de 1995. Le siguió Ni­caragua, cuyo tratado entró en vigencia en 1998. “El Triángulo Norte”, es decir, Guatemala, El Salvador y Honduras, negoció más tarde y el acuerdo al cual se llegó entró en vigor en junio de 2000. Los tres convenios están calcados en el Tratado de libre co­mercio de América del Norte (nafta, por sus siglas en inglés), en el cual Estados Unidos incluyó todas las cuestiones fundamentales que por entonces con­tenía su política comercial.

Los años noventa tuvieron un promedio de 4.1% en su crecimiento económico. Aunque las condicio­nes internacionales se mostraron adversas (lo que afectó a las exportaciones nacionales, principalmente las de productos tradicionales).

Las acciones gubernamentales se enfocaron en la estabilidad macroeconómica, dejando al margen otros factores determinantes del crecimiento. Duran­te el período 2000­2003 hubo estancamientos o re­ trocesos en algunas áreas (retrocesos sensibles en infraestructura e instituciones), lo cual explicaría la disminución en el ritmo de crecimiento económico. Precisamente como consecuencia del magro desem­peño económico ya observado en el año 2001, la recuperación del crecimiento fue uno de los temas acordados por el Gobierno de la República con la comunidad internacional, durante la reunión del Grupo Consultivo realizada en la ciudad de Was­hington D.C. en febrero de 2002. El resultado fue el documento “Plan de Acción Económica 2002­2004” (PAE), presentado por el gobierno en junio de 2002. Los componentes más importantes del PAE se orien­taron a generar un apropiado clima de negocios. No obstante, una vez presentado el programa no se obtuvieron resultados concretos en la ejecución de estos componentes. Además de los factores políticos que incidieron en el limitado impulso al pae, una de sus mayores limitaciones es que presentó un conjunto de acciones dispersas, algunas de ellas correspondientes a iniciativas y compromisos previos (como el Plan Puebla Panamá, los temas acordados en el Grupo Consultivo, y el acuerdo stand­by con el Fondo Monetario Internacional), y no una propuesta integral para la recuperación del crecimiento económico.

Por tres años consecutivos (2001 a 2003) la pro­ducción nacional promedio por habitante mostró variaciones negativas que incidieron en el deterioro de las condiciones de vida de la población y como consecuencia, en el incremento de la pobreza en el país. Estimaciones realizadas por el PNUD en su Informe nacional de desarrollo humano 2003, señalan que la pobreza extrema en el país aumentó de 15.7% en el año 2000 a 21.5% en el 2002. En el área rural este incremento fue mayor: de 23.8% a 31.1%, en los mismos años. El empleo en la economía in­formal (normalmente microempresas con 5 o menos trabajadores y trabajadores individuales), se in­crementó de 67.6% a 71.3% en los años 2000 a 2002.

Ya en el año 2004, el crecimiento del producto interno bruto (pib) en términos reales fue 2.7%; con ese aumento la economía mostró una recuperación. Aunque dicha tasa de crecimiento fue superior al crecimiento poblacional, continuó siendo insuficiente para alcanzar mejoras significativas en la calidad de vida para la mayoría de la población.

Al mayor crecimiento económico reportado en 2004 lo favoreció también una leve mejoría en el sector externo, atribuida principalmente a la recuperación económica de Estados Unidos y a la mejora en el precio internacional del café; estos factores permitieron la recuperación del ritmo de crecimiento real de las exportaciones guatemaltecas (1.9% en 2004 frente a 1.6% en 2003), cuando existieron factores negativos como la apreciación del quetzal con respecto al dólar, que perjudicó la competitividad de las exportaciones guatemaltecas e influyó en un mayor crecimiento real de las importaciones de 5.2% en 2004 contra el 3.5% de 2003.

La actividad económica medida a través del pro­ducto interno bruto (PIB real) creció en 3.2% para el año 2005. Por segundo año consecutivo, dicha tasa de crecimiento fue ligeramente superior a la tasa de crecimiento de la población de 2.5%.

Vale la pena señalar que el ritmo de crecimiento de la economía guatemalteca muestra un crecimiento normal en los primeros años de un período de go­bierno hasta que alcanza su mayor dinamismo en el tercer año del mismo, con la excepción del periodo 2000­2003, durante el gobierno del presidente Alfonso Portillo. Con esta excepción, el comportamiento po­dría tener su explicación en factores relacionados a la certeza política que perciben los agentes económicos.

La tasa de crecimiento del pib en 2006 se ubicó en 4.6%, la mayor tasa de los últimos ocho años. Esta alza en la producción real de la economía se explica, principalmente, por el crecimiento mostrado por la economía estadounidense, la implementación y entrada en vigencia del Dr-cafta en la segunda mitad del año 2006, la estabilidad macroeconómica, y la puesta en marcha de proyectos de infraestructura tales como la remodelación del aeropuerto internacional La Aurora y el Transmetro, principalmente. También el comportamiento decreciente del ritmo inflacionario, el aumento de las remesas familiares y de la cartera de crédito fueron factores que motivaron el mayor crecimiento de la economía en general.

El último quinquenio (2006­-2011) se ha caracteri­zado por las crisis financieras derivadas de la quie­bra de grandes consorcios norteamericanos; ello ha repercutido en caídas en las bolsas de valores mundiales y en la recesión económica que ha afec­tado a Europa y Estados Unidos. Paralelamente, el crecimiento económico de China continental e India ha provocado un encarecimiento de algunas materias primas, con lo que países productores de los mismos se han visto beneficiados en sus ex­portaciones. Para Guatemala la situación de crisis económico­financiera mundial ha repercutido en un descenso en la producción local exportable, aun cuando los precios de algunos productos como el azúcar, café, cardamomo y oro, entre otros, han aumentado significativamente.

La crisis enunciada antes no ha concluido, al contrario, se prevé una nueva recesión que tendrá efectos severos sobre el crecimiento económico, es­pecialmente el derivado de las exportaciones. Por ello, se justifica aún más el fortalecimiento del mercado interno, algo que ha sido descuidado históricamente en Guatemala, por lo que los Grupos Gestores y su estrategia pueden ser un coadyuvante para superar la crisis que se avecina.

Referencias

1. Fue Kirchoff quien primero denominó como “Mesoamé­rica” al continuum territorial sobre el que se desarrolló una cultura bastante homogénea. La región está demarcada por los ríos Sinaloa al Oeste, y Pámaco al Este, unidos a una línea que pasaría al norte de los ríos Lerma, Tula y Moctezuma del lado Mexicano; incluye Guatemala y Belice. Al sur abarca laparte noroeste de Honduras, extremo occidental de Nicaragua y de Costa Rica. Para la mayor parte de estudiosos, el área maya abarca los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y la mitad occidental de Chiapas, México, toda Guatemala y Belice, y los extremos occidentales de Honduras y El Salvador. Esto hace un territorio de aproximadamente 400 mil kilómetros cuadrados.

2. Hay muy pocos estudios sobre la forma en que fun­ cionó la economía maya. Los hay de grupos itzaes, como Sacerdotes y comerciantes, de Piedad Peniche Rivero (Fondo de Cultura Económica, México, 1993). Y el de Jacques Soustelle quien hace un estudio profundo de la vida cotidiana de los aztecas previo a la llegada de los españoles, La vida cotidiana de los Aztecas en vísperas de la conquista (Fondo de Cultura Económica, México, 1996)

3. Maurice Godelier es el primero que propone la ne­cesidad de una “antropología económica”, intentando pa­sar por encima de divisiones entre las ciencias humanas, especialmente la económica y antropológica. Un domaine conteste: l’Anthropologie economique (Mouton, París, 1975).

4. La encomienda consistió en la adjudicación de un nú­mero determinado de indígenas a un español, que hubiera apoyado a la conquista, y por tanto los indígenas debían au­xiliarle con trabajos y tributos. Los repartimientos consistían en la asignación de tierras; una “caballería” era la extensión asignada a un caballero, y consistió en el doble de área que se asignaba a un peón.

5. En el “Nuevo Mundo” era conocida la esclavitud des­de antes de la conquista, y los conquistadores trasladaron las prácticas medievales europeas. Sin embargo, en el año indicado de 1542, las Leyes Nuevas ordenaron la abolición de la esclavitud, a pesar de la protesta de los conquistadores residentes en América.

6. El colorante indicado prevaleció y fue fuente de ingresos por exportación durante siglos para Guatemala, hasta que fue sustituido por la cochinilla, y luego por un colorante químico, descubierto en Alemania y que a la fecha sigue siendo comercializado con el nombre de azul índigo sintético. La firma alemana basf, hoy una de las productoras más grandes del mundo en productos químicos, se inició con el descubrimiento del índigo.

7. Los mercantilistas enseñaban que para enriquecer a un Estado era preciso asegurarle la mayor cantidad posible de oro y plata. Y lo mismo aplicaba para el individuo. Para algunos estudiosos el mercantilismo fue la primera corriente de pensamiento político­económico, especialmente con su desarrollo en España. Y para otros, no lo es, como tampoco lo es, según estos últimos, la escuela fisiócrata. Ver Historia de las doctrinas económicas de G. Guide y C. Rist (Instituto Editorial Reus, Madrid, tercera edición).

8. En el libro Privilegio de clase y desarrollo económico, Gua­ temala 1793­1871 (San José, eDuca, 1981), Ralph Lee Woodward hace un análisis histórico detallado de los consulados de comercio en México y Perú, así como en Guatemala.

9. La Independencia de Guatemala de España es vista por algunos estudiosos de la historia como una “secesión”, pues fue realizada por criollos y españoles, y de acuerdo a la Constitución española de 1812 “todos los hombres nacidos libres y avecindados en los dominios de las Españas y los hijos de estos son españoles”, y la mencionada constitución consideraba como territorio español a Ghoathemala (artículo 10). Ver Secesión pacífica de Guatemala de España, Ensayo his­ tórico­político, Oscar Benítez Porta (Editorial Pineda Ibarra, Guatemala, 1973). De hecho el primer presidente de Guatemala, 1821­1-822, el brigadier Gabino Gaínza era español, y había ocupado altos cargos en América, incluso combatió con las armas a los libertadores de los países del Sur. Le correspondió aplacar un levantamiento independentista en Chile, en el que, irónicamente, participó un guatemalteco, el ilustre político y escritor Antonio José de Irisarri.

10. Los liberales habían gobernado temporalmente en Guatemala en diversos momentos, especialmente bajo la presidencia del doctor Mariano Gálvez, quien fue presidente de 1831 a 1838, siendo derrocado por el conservador Rafael Carrera, fundador de la República de Guatemala en 1847, aun cuando la Presidencia la ocupara otro conservador, el doctor Mariano Rivera Paz. Rafael Carrera, “el Caudillo adorado de los Pueblos”, ocupó la Presidencia “vitalicia” desde 1844 hasta 1865, con un “receso” de 1849 a 1851.

11. Es el único caso en la historia de Guatemala que un presidente de la República es sometido a juicio y encarcelado. Estrada Cabrera muere en la cárcel.

12. La economía informal son todos aquellos cuentapro­ pistas, tanto de autoempleo como propietarios de microem­presa que no se encuentran registrados en los sistemas oficiales. En el año 2001 se estima 650 mil autoempleados y 450 mil microempresas en la República de Guatemala. Las microempresas tienen, en promedio, 3.6 empleados. Y se ha comprobado que las microempresas tratan de mantenerse “debajo del radar” fiscal, evadiendo todo tipo de cargas impositivas.

13. Nestor K. Ovalle (1946), “Informe industrial sobre la República de Guatemala”, en Revista de Economía, Nos. 5­6, Ministerio de Trabajo. p. 120.

14. Juan José Arévalo, Despacho presidencial (Editorial Oscar De León Palacios, Guatemala, 1998, p. 52­92).

15. Entre otros proyectos se encontraron: el paso a desnivel en ciudad San Cristóbal, la rehabilitación del tramo Mixco –San Lucas, el mejoramiento del tramo carretero Amatitlán– Palín, la ampliación de la carretera al Atlántico y de cuatro carriles a Quetzaltenango, entre otros, y la reconstrucción de infraestructura tras el paso de la tormenta Stan.

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