Capítulo II. Causalidad, hechos, consecuencias y significado en la Historia.

Causalidad.

En sus inicios la historia se circunscribió a describir acontecimientos muy puntuales y lo que se estimaba como causa de esos acontecimientos. Heródoto, padre de la historia, definió su meta al principio de su obra: “conservar el recuerdo de las hazañas de griegos y bárbaros, y especialmente, más que nada, decir la causa de que lucharan unos contra otros”. Por su parte, Tucídides, otro de los primeros historiadores, se acusó a si mismo de no tener una noción clara de la causación. Pero cuando en el siglo XVIII se inicia la historiografía moderna, Montesquieu en sus “Consideraciones acerca de las Causas de la grandeza de los romanos y de su decadencia”, partía de los principios de que existen unas causas generales, sean ellas morales o físicas, que operan en todo hecho histórico. En el “Espíritu de las leyes” desarrolló esta idea: primero viene la causa y detrás sigue el efecto.

Claro, no se puede hablar de “una sola causa”, no es determinismo puro. Es, más bien, resultado de varias causas lo que desemboca en un hecho histórico. Pongo el ejemplo de la revolución bolchevique Rusa de 1917, en la que incidió las sucesivas derrotas militares rusas previas; el colapso de la economía bajo la presión de la guerra; la eficaz propaganda de los bolcheviques; el hecho de que el gobierno zarista no resolviese el problema agrario; la concentración de un proletariado empobrecido y explotado en las fábricas de Petrogrado. Varias causas, por tanto son las que desembocan en lo que llamaremos “un hecho histórico”.

Hechos históricos.

Vale recordar que fueron los judíos y los cristianos quienes introdujeron la noción teleológica de la historia, proponiendo las “causas finales”. Fue contra esta historia moralizadora que se propuso el concepto de que lo importante era contar con “hechos”, a manera de mostrar lo que realmente había sucedido. Son, por tanto, los racionalistas de la Ilustración, ya con carácter secular, los fundadores de la moderna historiografía. Primero averiguad los hechos, decían los positivistas; luego deducid de ellos las conclusiones.

En Gran Bretaña, bajo la propuesta filosófica de Locke y Bertrand Russell esta visión de la historia se compaginó perfectamente con la tradición empírica: “Los hechos son sagrados, la opinión libre”.

Se sabe que los hechos son como la espina dorsal de la historia. Los acontecimientos, los sucesos, a los que llamamos hechos, son aquellos que generan cambios en la sociedad, sean estos cruentos o no, revolucionarios o no violentos.

Normalmente estos hechos surgen de varias causas, como indicado antes, causas que una o más personas tienen la capacidad de “recoger”, interpretar y proponer a grupos de la sociedad. Siguiendo el ejemplo de la revolución rusa antes expuesta, fue Lenin quien guió a los bolcheviques al haber sabido liderarlos. Como él, son los líderes los que tienen la capacidad de recoger los intereses, ilusiones, aspiraciones y muchas veces frustraciones, de la sociedad, y lograr transformarlos en un proyecto político aglutinador que puede desembocar en un hecho histórico.

Todos los hechos históricos tienen unos cuantos adalides y multitud de seguidores; pero esto no quiere decir que la multitud no sea esencial para su triunfo. El gran hombre de una época es el que sabe formular con palabras el anhelo común, el que sabe decir a su época lo que ella anhela, y sabe realizarlo. Lo que él hace es corazón y esencia de su tiempo; el da realidad a su época. El gran hombre es siempre representativo de fuerzas existentes o de fuerzas que coadyuva a crear.

Consecuencias en la historia.

Los hechos que han sucedido en las sociedades humanas tienen consecuencias posteriores, trágicas y cruentas algunas, pacíficas y más consensuadas las otras. Entre las primeras pongo el ejemplo del Imperio Austro-Húngaro y las dos guerras mundiales que sufrió la humanidad. Todo inicia con el magnicidio cometido al asesinar al sucesor al trono Imperial Austro-Hungaro, Francisco Fernando de Habsburgo, acontecido en Sarajevo por un radical “pro Serbia libre”. Ello generó una represión brutal del imperio contra Serbia, lo que provocó que Rusia decidiera apoyar a Serbia (su aliada), y que Alemania, temerosa del potencial crecimiento de sus enemigos, atacara a Francia y luego a Rusia, con lo que entró en la guerra Inglaterra y por ultimo Estados Unidos, causando una guerra mundial que duró cuatro años. Los castigos impuestos por los Aliados a Alemania y Hungría, -países perdedores- en tierras, posesiones de ultramar y castigos económicos, causaron el desasosiego y malestar en las sociedad alemana la que, cuando Hitler aparece en escena con una propuesta que en teoría reivindicaba el orgullo alemán, se genera el germen de la Segunda guerra mundial.

Otro ejemplo de consecuencias en la historia nos lo da la conquista de América o, como se suele llamar: “encuentro de dos mundos”. Este hecho histórico tuvo enormes consecuencias para los nativos, quienes perdieron vidas, cultura y bienes materiales. Y para los conquistadores españoles, una fuente de riqueza y razón de expansión a regiones inimaginadas. Consecuencias, en todo caso.

Muchos otros hechos históricos podrían mencionarse que nos refuerzan la idea de que siempre un hecho tiene consecuencia.

El significado en la historia.

Para que los hechos o acontecimientos sean historia, deben tener una secuencia, una continuidad; no hay, por tanto, un acontecimiento aislado. Para formar historia esa conexión de los acontecimientos debe tener un foco que el historiador logra visualizar. Esa coherencia no se da por sí misma, es dada por quien la percibe o comprende. Es creada como un concepto, es decir, como un significado. Así, para constituir una sencilla historia se necesitan por lo menos tres factores: conexión de acontecimientos, relación de esta conexión con algo o alguien que dé a los acontecimientos su coherencia específica, y finalmente una mente comprensiva que perciba tal coherencia y cree el concepto que explicita un significado. Significado, por tanto, quiere decir coherencia, orden, unidad de diversos aconteceres y fenómenos, tal como los percibe una mente que comprende.

Cuando decimos que un acto o un acontecimiento es significativo entendemos que explica algún otro fenómeno, que algo se hace para algo o para alguien.

Como anotamos en la primera parte de este capítulo al hablar de causalidad, hubo periodos en la historia en que la gente creía firmemente en que la historia tenía un sentido: en la edad media hacia la salvación; en la ilustración como vía ascendente al progreso humano. Pero también ha habido una tendencia anti-histórica con el existencialismo, con el pensamiento derivado de Nietzsche, asunto este que desde las ciencias sociales es absolutamente rechazado.

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