Los peripatéticos en la Biósfera Maya del Petén (tercera entrega)
Peripatético, de “peripatein” (en griego), significa “pasear”, método utilizado por Aristóteles para enseñar en su Liceo. Por ello le llamamos “peripatéticos” a un grupo de aficionados a la arqueología que realiza expediciones a sitios de la antigua cultura maya.
Fecha de publicación: 01-07-21
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Recientemente, un grupo de aficionados a la arqueología visitamos 15 de los 200 sitios arqueológicos que se encuentran en la parte nororiente de la Reserva de la Biósfera Maya del departamento del Petén, sitios que están a unos 20 kilómetros de distancia uno del otro. En su época se relacionaban comercialmente, aunque es sabido que con frecuencia se enfrentaban en cruentas luchas, algunas de estas “ciudades” como aliadas de Calakmul (dinastía Kan-serpiente) y otras de Tikal, sitio que hacia el 200 años d. C. era influenciado por teotihuacanos. Esas dos grandes ciudades permanecían en funestas guerras.
Como se sabe, los mayas ocuparon por miles de años territorios que cubren parte de Tabasco y Chiapas (en México), gran parte de Guatemala, Belice y el occidente de Honduras y El Salvador, territorios que se encuentran en una de las zonas con mayor variedad fisiográfica, climática e hidrográfica del planeta. Es por ello que los expertos clasifican el bioma guatemalteco (el conjunto de ecosistemas vegetales, minerales y animales) en siete categorías, siendo la número uno la que cubre la mayor parte del departamento de Petén, conocida como “selva tropical húmeda”, la que contiene una variada fauna viviendo en selvas exuberantes en un territorio plano de suelos considerados como “pobres” para la explotación agrícola. Las otras seis categorías incluyen: la selva tropical lluviosa (las Verapaces); la selva montañosa (sur de las Verapaces y norte de Huehuetenango); la conocida como “matorral espinoso” (en el oriente fronterizo con El Salvador); el “bosque de montaña” (buena parte de Quetzaltenango, el Quiché y Huehuetenango); la “selva subtropical húmeda” (lo que conocemos como bocacosta del Pacífico), y la “sabana tropical húmeda” (toda la frontera con el océano Pacífico).
La Reserva de la Biósfera Maya se sitúa en las “tierras bajas centrales”, lugar en que se localiza la mayoría de los más importantes sitios arqueológicos de Guatemala: Tikal, El Zotz, La Corona, El Perú, El Mirador, El Tintal, Altar de Sacrificios, Nakbé, Uaxactún, Cancuén, Ceibal, Yaxhá, Holmul, El Naranjo-Sa´al, San Clemente.
En esta expedición realizada en el nororiente del Petén hubo que caminar por varios días en brechas en las que para avanzar es necesario ir cortando maleza y ramajes que dificultan el tránsito. Los sitios visitados en esos días fueron los siguientes: La Línea, Chosquitan, Xmakabatun (lugar en que estuvimos perdidos por varias horas), Witzna (en donde se encuentra un campamento de arqueólogos en el que pudimos pernoctar tres noches). Se visitó también El Perú-Hamontun, así como Cibal –este sitio espectacular, muy grande, del Preclásico, con buena vista de la silueta de sus estructuras–, el Lechugal y Sufricaya. Y con especial dedicación el sitio conocido como Holmul (significa “nido de hormigas”), seguramente el más importante de la región (en términos de gratificante, pues, con la debida autorización, pudimos conocer paneles, mascarones, y un espectacular entierro con friso estucado con glifos y relieves de personajes, animales y plantas). Aquí es famoso el bajo relieve del ritual de presentación del tamal, considerado como primer tamal del que hay evidencia, y del cacao. Holmul es francamente espectacular, actualmente en proceso de investigación por arqueólogos de la Universidad de Tulane, a cargo del Holmul Archaeological Project, dirigido por el doctor en Arqueología y profesor Francisco Estrada-Belli.
En esta visita se recorrieron otras importantes “ciudades mayas”, como El Caracol o Tot, sitio pequeño y hasta la fecha poco explorado; aunque desafortunadamente, y como en la totalidad de los sitios visitados, los huecheros (ladrones) realizaron “trincheras”, así llamados los túneles para extraer las piezas valiosas para venderlas a traficantes que luego las venden a coleccionistas en mercados internacionales.
Los siguientes días de esta inolvidable expedición se dedicaron a visitar los sitios Tzikin-Tzakan y La Blanca, este último restaurado por la Universidad de Valencia y ahora a cargo del IDAEH, dirigiendo las restauraciones el arquitecto Raúl Noriega.
Una expedición como la que se comenta es una aventura altamente recomendable para todos los guatemaltecos que quieran conocer la magnificencia y avances logrados por los mayas de esa región en términos de arquitectura, cosmología, organización social y vida en sociedad. (Continuará.)