Ordenanzas de la monarquía hispana para proteger a los indígenas de América, y que aún hoy son ejemplo de derechos humanos.
Fecha de publicación: 16-12-21
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Habían transcurrido tan solo 12 años del descubrimiento (casual, por cierto) del continente americano por Cristóbal Colón cuando la reina Isabel la Católica ordenó en su Testamento -poco antes de morir en el año 1504- lo siguiente: “No se consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, más manden que sean bien y justamente tratados, y si algunos agravios han recibido, lo remedien”.
Y me parece aún mas destacable que la primer “ley de indias” haya sido promulgada tan pronto como el 29 de mayo de 1493, ¡a menos de un año de aquel fortuito descubrimiento! Dicha ley fue emitida en Barcelona, y en ella se dice: “Procure y haga el dicho Almirante que todos los que en ella van y más fueren de aquí en adelante, traten muy bien y amorosamente a los dichos indios, sin que les hagan enojo alguno y procurando que tengan los unos con los otros mucha conversación y familiaridad…y si caso fuere que alguna o algunas personas trataren mal a los dichos indios en cualquier manera, que el dicho Almirante, como el Virrey y Gobernador de su Alteza lo castigue mucho…”. El Almirante al que hacía referencia era el mismo Cristóbal Colón, quien no siempre cumplió a cabalidad el mandato que le hacía la Corona.
El periodista, historiador y poeta norteamericano Charles Fletcher Lummis (1859-1928), activista defensor de los derechos de los indios americanos dejó en su obra “The Spanich Pioneers” la siguiente reflexión: “Una de las cosas mas asombrosas de los exploradores españoles es el espíritu humanitario y progresivo que desde el principio hasta el fin caracterizó a sus instituciones…algunas historias que han perdurado pintan a esa nación como cruel para los indios; pero la verdad es otra. La legislación española referente a los indios de todas partes era incomparablemente más extensa, más comprensiva, mas sistemática, y mas humanitaria que la de Gran Bretaña, las colonias y la de Estados Unidos todas juntas”.
Revisando los textos de las normativas que se ordenaron desde la península para el bienestar de los indígenas, se constata que la “verdad histórica” ha sido tergiversada y adulterada por intereses políticos (geo-estratégicos) que en varias épocas posteriores a la conquista surgieron como campañas de desinformación, especialmente desde países como Gran Bretaña y otros de la Europa occidental, evidentemente molestos por no poder comerciar y lucrar con la América hispana. En esas épocas la campaña se organizó con seudo-estudios, documentos y libros producidos (aun hoy) por británicos y sus descendientes norteamericanos. Conviene por tanto, en honor a la verdad histórica, re-leer los documentos emanados de la corona hispana, especialmente las Leyes de Burgos de 1512, bajo el título de “Ordenanzas para el tratamiento de los indios”; o las Leyes Nuevas de 1542,conocidas como “Ordenanzas nuevamente hechas por su Majestad para el buen tratamiento y conservación de los Indios”; o la recopilación de las “Leyes de Indias” de 1680 y otras mas, entre las que se puede conocer asuntos tan poco conocidos como “la interacción del indígena en la estructura judicial y política de la monarquía hispana”, entre otras. Hasta el alemán Alexander von Humboldt, famoso geógrafo, describió los territorios de la América hispana como “los mas prósperos del mundo a principios del siglo XIX”.
Sería también pecar de inocencia el no reconocer que hubo agravios, maltrato y explotación de bienes y personas, provocados por algunos de los primeros conquistadores, gobernadores y encomenderos, tal como lo relatan algunos frailes, especialmente Bartolomé de las Casas, quien dicho sea demostró tener un temperamento un poco hiperbólico, como cuando describe que a su presencia acudían precipitadamente indígenas a pedirle el bautismo, algo difícil de creer. Fray Bartolomé de las Casas no describe, como sí quedo registrado en crónicas de la época, los sanguinarios crímenes de los indígenas contra los hispanos, e incluso contra sus mismos congéneres quienes, pertenecientes a otras etnias, eran sujeto de los peores tratos y vejaciones, tal como sucedió en la invasión Kiché a los Mames de la hoy Quetzaltenango, asunto éste documentado en varias crónicas indígenas, entre ellas el Pop Vuj.
En un espíritu imparcial, se puede constatar el trato que se dio a los indígenas mediante los textos históricos mencionados, así como testimonios que dejaron testigos; pero también mediante la arqueología, la arquitectura e incluso las ciencias de la medicina forense.
Una prueba mas que contundente del relacionamiento hispano-indígena es el mestizaje derivado de la conquista y la época “colonial”; mestizaje que no se dio en la conquista de los británicos en norteamericana; ni en la de los belgas y holandeses en sus territorios conquistados. Mas bien en esos casos se constata la casi eliminación de los grupos étnicos originales. Conviene, por tanto, ser mas ecuánimes en la apreciación de lo acontecido en la América hispana durante el tiempo transcurrido desde la conquista hasta la independencia de España en 1821.