La Sociedad Económica de Amigos del País: precursora de las entidades de promoción del desarrollo de Guatemala

Esta entidad ha sido ejemplar, y como tal, precursora de instituciones y fundaciones que hoy existen en Guatemala.

Fecha de publicación: 06-05-21

Por: Roberto Gutiérrez Martínez

La “Sociedad de Amantes de la Patria”, como se le llamó en sus inicios a la Sociedad Económica de Amigos del País, fue fundada en Guatemala en 1795, siguiendo el modelo de las más de 60 existentes a la sazón en la península hispánica, y cuyo propósito fue el “promover y fomentar la agricultura, la industria, las artes y los oficios”, siendo uno de los temas de la mayor importancia la mejora de la educación del pueblo. Para cumplir con sus fines, la sociedad organizaba estudios monográficos y accionaba de conformidad con su mandato estatutario. Siendo de carácter altruista y no lucrativa, se sostenía con la contribución de sus socios (ocho pesos anuales cada uno en aquella época), y con rifas.

A Guatemala trajo la iniciativa el oidor Jacobo de Villaurrutia, quien se encargó de organizar los estatutos y reclutar a los primeros directivos, entre los que al inicio fueron los señores Francisco Manrique, José Flores, Antonio García Redondo y José Antonio de Liendo y Goicoechea, siendo su “protector” don José Domás y Valle, capitán general del Reino de Guatemala.

La Sociedad se expandió por todo el Reino de Guatemala estableciendo filiales en San Salvador, Zacatecoluca, Tegucigalpa, Sonsonate, Soconusco, Comayagua, Trujilo y, por supuesto, en Quetzaltenango. Inmediatamente que dio inicio esta loable institución, creó una escuela de dibujo y promovió el cultivo técnico del cacao, la producción de moreras y de la grana, la cría del gusano de seda y del nopal, el cultivo del algodón, del café, de la caña de azúcar, así como de apiarios, y la siembra del lino y del maguey (este último para la fabricación de sacos). En virtud de lo insalubre de la cosecha del añil, principal producto de exportación de la época, la sociedad promovió y diseñó “hornos de obraje” para evitar los insectos que eran los vectores de enfermedades intestinales y pulmonares que afectaban a los trabajadores de este producto.

Uno de los estudios de la Sociedad de esos años evidenció la importancia de crear empleos para reducir la mendicidad y la pobreza del pueblo, por lo que incentivó la inversión en los ramos antes mencionados, especialmente en la agricultura, la industria y las artesanías.

A pesar de que en 1800 el rey Carlos IV ordenó su cierre y disolución por “intrigas palaciegas”, la Sociedad continuó funcionando en Guatemala por la “mentalidad progresista” de los ilustrados guatemaltecos que la dirigían.

La Sociedad tuvo que reiniciarse cuatro veces, pues fue clausurada en varias oportunidades, la primera vez en 1800. Luego fue reinaugurada y nuevamente clausurada en 1818, en 1837 y en 1881, cuando se trasladaron sus funciones al Ministerio de Fomento en tiempos del gobierno del general Justo Rufino Barrios.

Ya en el siglo XX funcionó un breve periodo, de 1929 a 1932, para finalmente, en los años 60 ser “re-creada” con su actual denominación: Asociación de Amigos del País, la que a su vez promovió la Fundación para la Cultura y el Desarrollo, entidad que ha producido importantes publicaciones de historia nacional, entre ellas la magna obra con el título de ‘Historia general de Guatemala’, en 6 tomos ilustrados y redactados por los más importantes historiadores y expertos de las temáticas que se abordan.

A la Sociedad de Amigos del País se debe la existencia de la Escuela de Agricultura, la Biblioteca Nacional, así como el Instituto de Antropología e Historia y la Lotería Nacional. Es de destacar que el edificio que actualmente ocupa el Congreso de la República (9a. avenida de la zona 1) fue la sede de la Sociedad de Amigos del País hasta su clausura temporal, como antes indicado, en 1881. Aun así, es la institución de desarrollo más antigua de Guatemala.

Esta entidad ha sido ejemplar, y como tal, precursora de instituciones y fundaciones que hoy existen en Guatemala y que dedican sus capacidades a promover el desarrollo del país, por lo que es de reconocer el espíritu ciudadano y de proyección que desde aquella lejana época impregnaron sus promotores, y que hoy se vive en diversas iniciativas que coadyuvan en la procura del bienestar y el desarrollo socioeconómico del país.

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