Por corresponderse totalmente con mi criterio, cedo el espacio de mi columna quincenal al Ingeniero Rodolfo Letona, residente en San Francisco Zapotitlán, Mazatenango. El articulo explicita de forma muy clara una realidad que nos tiene desesperados a quienes circulamos por las carreteras del pais.
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Por razón de trabajo llegué a Mazatenango, Suchitepéquez, en 1961. Mis casi 50 años de vida profesional activa los he vivido entre Suchitepéquez y Quezaltenango. Por esa razón y por el giro de las empresas con la que colaboré, me tocó recorrer las carreteras del Suroccidente especialmente.
Luego de tres años de encierro por la pandemia tuve que viajar recientemente a Quezaltenango. Recorrer nuevamente la CITO-180 fue interesante e ilustrativo. Interesante recordar la programación de los viajes entre la Costa Grande y Xela para cumplir con horarios. Ilustrativo desde el punto de vista del estancamiento en que se han mantenido las vías de comunicación a pesar del crecimiento poblacional y del incremento en las transacciones comerciales, tanto internas como provenientes de las importaciones vía terrestre.
La distancia entre Mazatenango y Quezaltenango es de 55 kilómetros. Hace algunos años esta distancia se cubría en 45 minutos. Con el paso de los años este tiempo se fue “estirando” a tal grado que ahora pensar en dos horas y fracción no resulta exagerado. Aparte de ser realista es incómodo, aburrido y se considera una gran pérdida de tiempo. Obvio que la distancia no ha cambiado, como tampoco lo ha hecho el ancho de la vía, la falta de señalización, y el peligro de los derrumbes. ¿Qué sí ha cambiado? El volumen del tráfico, el tipo de vehículos de carga ha evolucionado de los antiguos camiones de estacas a los furgones y trailers; de los tanqueros tradicionales de 2000 galones a los nuevos de 6000; de los autobuses “canasteros” a camionetas extralargas para acarrear mayor número de pasajeros.
Hay detalles que se mantienen “ocultos”, uno es el peso de los nuevos vehículos y su efecto sobre el pavimento, responsable de los baches, fracturas y escurrimientos transversales. Otro es el número de accidentes. Cuando ocurre un siniestro se paraliza la circulación, constituye un coágulo en una arteria principal que puede conducir a un paro parcial o a un infarto total. Esto ha significado que en algunas oportunidades los conductores se han visto obligados a pernoctar dentro de sus vehículos.
Durante este último viaje, lo que motiva estos comentarios, desde la salida de Cantel hasta Pirineos nos tocó ver las caras de desesperación de los conductores de la fila de quienes “subían” bumper contra bumper. Fuimos testigos de los conductores listillos de los buses que no respetaban “la cola” y de sus seguidores.
Pensando que ahorraríamos tiempo y problemas tomamos el desvío en la finca Los Encuentros para dirigirnos a El Nuevo Palmar, bajar por Pueblo Nuevo y llegar a nuestro destino en San Francisco Zapotitlán. ¡Mala decisión! Antes de llegar a Pueblo Nuevo (que dicho sea de nuevo no tiene nada), nos topamos con que un camión estaba atravesado en la vía. Tuvimos que retornar, con la consiguiente pérdida de tiempo y la incomodidad que producen esta clase de eventos. En total el viaje de Xela a San Francisco Zapotitlán nos llevó casi las tres horas, de noche y bajo la lluvia. Nada agradable.
Los pensamientos venían y se iban. Es que las autoridades responsables de la construcción de infraestructura y su mantenimiento no piensan… Un simple cálculo sobre el derroche de combustible por estar parado en una cola o bien por ir a 10/15 kilómetros por hora… El costo de fricciones de clutch y frenos por un uso inmoderado… Las citas de negocios no cumplidas… Las urgencias médicas no satisfechas… El simple retorno a casa después de una semana de trabajo en ruta… Todo esto y mucho más genera costos… ¿Qué pasaría si estos valores se materializaran en la construcción de nuevas y mejores carreteras?
Las respuestas son obvias… Las ventajas no se pueden estimar… Tanto la productividad como la competitividad mejorarían… Habría menos accidentes y muertes prematuras… El comercio sería más fluido…
¡Son tantos años ya de ver la CITO 180 en las mismas condiciones! ¿Qué hacer para lograr un cambio en la mentalidad de quienes elegimos cada 4 años para que “dirijan” las políticas económicas y sociales de nuestro país? No se puede argüir que no hay presupuestos, ni que los fondos no se consiguen para el financiamiento de estos proyectos. En el Congreso duerme una iniciativa de ley para cambiar esta condición. Dicen que no se aprueba porque hay intereses creados… entonces no duerme, la han anestesiado… lo cual tiene otro nombre.
Siguen preguntas: ¿De qué sirve que cacareemos el “doing business” y la competitividad del país?; ¿Que se visiten otros países para establecer alianzas estratégicas de inversión…?; ¿Que el INGUAT promueva el turismo…?; ¿Que presumamos de ser la economía más estable en Latinoamérica…? ¿Que reconozcan que la ciudad de Guatemala es una de las más bellas capitales…? ¿Que en la zona tenemos el IRTRA que es ejemplo para muchos…? Todo esto se cae si estamos al borde de un infarto masivo.
Pronto vendrán las campañas eleccionarias, se repetirán las ofertas de siempre por los de siempre. ¿Seguiremos cayendo de babosos?”.