La “Belt and Road initiative” –BRI– que propone la República Popular China es la estrategia con la que este enorme y económicamente potente país ha decidido promover nuevas ideas de desarrollo y explorar nuevos modelos y oportunidades de negocios con un número cada vez mayor de países. Es, en síntesis, fortalecer la globalización económica mundial, en la que ellos tienen amplias ventajas; lo contrario al proteccionismo que los Estados Unidos de América está buscando, y que en la práctica se traduce en un cerrar fronteras a las importaciones con el objetivo de fortalecer la producción y consumo internos. La República Popular China sabe muy bien que el comercio internacional es el medio que históricamente ha traído mayor beneficio a la humanidad, y lo está aprovechando al máximo mediante su propuesta de un desarrollo de “mayor calidad”, como ellos lo plantean.
Desde la crisis financiera internacional del año 2008 la economía mundial ha decrecido, y, como consecuencia, la mayor parte de países occidentales ha implementado medidas económicas; pero el crecimiento sigue débil. Paralelamente, y como consecuencia, los problemas sociales se han incrementado a niveles de insatisfacción dando como resultado revueltas en varios países. Un caso paradigmático son los chalecos amarillos en Francia, cuyos reclamos son variados, pero que, según expertos la principal razón es la frustración ante la imposibilidad de mejorar sus niveles de vida. Y el populismo ha sido la respuesta en algunos países, especialmente latinoamericanos, que esperan la vuelta de los “caudillos salvadores”. El resultado de las elecciones del fin de semana recién pasado en nuestro país son prueba de ello.
Ante esa realidad mundial, el gobierno de la China comunista ha propuesto la estrategia “Belt and Road Initiative” con el ánimo de proponer nueva infraestructura de conectividad, libre comercio, integración financiera y apoyo a la formación de las personas, a partir de consultas y contribución con otros países para beneficios mutuos, según dicen.
Los chinos indican que el modelo liberal, tal como se ha implementado, ha permitido el crecimiento del capital mediante la maximización de las ganancias por cualquier medio. Pero en ese proceso de rápido crecimiento han surgido serios problemas sociales y divisiones, por lo que creen que el modelo ha llegado a su agotamiento; debido a ello, los países están buscando nuevas vías de desarrollo y nuevas reglas de
tratamiento mutuo.
Por ello el Presidente chino Xi Jinping ha propuesta la iniciativa BRI para la cooperación internacional, que consiste en la “ruta de la seda económica para el siglo 21”, la que propone un nuevo modelo de cooperación con variados mecanismos. A la fecha la China ha firmado compromisos de cooperación BRI con 80 países, y a partir de que la iniciativa inició en al año 2013 el comercio de bienes con los países participantes excedió los 5 trillones de dólares, y la inversión China en esos países sumó 60 billones de dólares. Los primeros países que se aliaron a la iniciativa BRI fueron del Asia, que han aprovechado su ventaja geográfica desarrollando infraestructura moderna (carreteras, puertos y aeropuertos) en lugares lejanos que tenían dificultades para integrarse al mercado internacional. Ponen el ejemplo de la industria textil, que ahora se encuentra en Bangladesh y Vietnam, países que tenían serios problemas de suministro de materias primas y de exportación de los productos terminados. Hoy, con el apoyo del BRI en infraestructura han superado el problema y se han situado en primer lugar mundialmente.
Al momento el BRI se ha enfocado en apoyo al Asia central y los resultados están a la vista. Hoy está trabajando con países del Asia oriental, países árabes como Irán, pero también con Turquía e Israel, que han mostrado interés y respondido positivamente a la iniciativa. En estos casos la estrategia arranca con apoyos a inversiones en generación de energía, infraestructura de construcción y comercio e inversión, incluyendo siempre aspectos de seguridad, salud y cultura. Estos apoyos los han logrado en convenios llamados “corredores”, siendo los más exitosos para los chinos los corredores chino-pakistaní; el chino-nepalí y el chino-India-Myanmar.
En el continente africano se ha iniciado a implementar la iniciativa BRI en varios países, y China ha propuesto una red de infraestructura para todo el continente. A la fecha han instalado sistemas satelitales de televisión en 10 mil aldeas de 25 países africanos. Pero también han signado convenios con cinco países nórdicos; a la fecha han construido una línea de trenes rápidos con Finlandia. Y con el resto de Europa (la occidental), China ha desplegado una rápida estrategia firmando convenios de cooperación BRI. Recientemente el Presidente XI Jinping visitó Francia e Italia, los primeros países europeos interesados en la iniciativa BRI.
Obviamente esta iniciativa china presenta altos riesgos geoestratégicos para países como los Estados Unidos de América, la que, a mi juicio, ha perdido dinamismo a partir de la decisión proteccionista tomada por el presidente Trump.
En Latinoamérica los chinos se han situado estratégicamente. Por una parte, se han garantizado petróleo en Venezuela y Perú; y se han instalado en otros países que han acordado con ellos cooperación.