Sentimiento que Jacobo Árbenz le confió a Carlos Manuel Pellecer en París en el año 1957.
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Al expresidente Coronel Jacobo Árbenz Guzmán se le ha llamado el “Soldado del Pueblo” aunque el auténtico soldado del pueblo fue su oponente político Javier Arana, igualmente Coronel del Ejército, con la diferencia que este último llegó a serlo por la vía de “militar de línea” –desde soldado raso– debido a su origen humilde; mientras que Jacobo Árbenz alcanzó los galones militares en la Escuela Politécnica, luego de completar los estudios pertinentes, en donde destacó como deportista y como jugador de polo, lo que le permitió codearse con personajes de la alta sociedad guatemalteca de su tiempo, entre ellos el “ciudadano” Jorge Toriello. El Coronel Jacobo Árbenz se relacionó con otro personaje de la “élite social”, el Coronel Ramiro Gereda, quien le presentó a quien sería su esposa –María Vilanova– de origen de alcurnia salvadoreña.
Los coroneles Jacobo Árbenz y Javier Arana fueron parte del triunvirato que asumió el poder luego de la caída del General Jorge Ubico, (desde el 20 de octubre de 1944 hasta el 15 de marzo de 1945), y luego llegaron a ser contendientes políticos en la lucha por alcanzar la Presidencia de la República. El Coronel Arana era de carácter jovial y facilidad de comunicación con la ciudadanía; a diferencia del Coronel Árbenz, quien siempre fue retraído, de trato “frío” e introvertido. Lo triste de la historia es que debido a que Arana contaba con más respaldo popular le levantaron un bulo, aduciendo que organizaba una conspiración contra el gobierno del Doctor Arévalo –algo jamás comprobado– razón por la que, con la anuencia de este, decidieron capturarlo para extraditarlo y así evitar que compitiera por la Presidencia de la República. La patraña se organizó de tal manera que le ordenaron ir a buscar un armamento que se encontraba en una casa del lago de Amatitlán, en el Morlón, y a su regreso de dicho destino le esperaban en el puente de La Gloria, impidiéndole el paso para lo que utilizaron el vehículo de María Vilanova –esposa del Coronel Árbenz–, mientras él observaba de lejos la “operación”. Luego, en un confuso incidente le dispararon causándole la muerte al Coronel Arana, con lo que el camino a la Presidencia se expeditó para el Coronel Jacobo Árbenz, con la consabida historia de su defenestración a los tres años y meses de ostentar el puesto.
Mucho se ha escrito y debatido en los últimos meses sobre la vida del Coronel Árbenz, especialmente a partir del libro de Mario Vargas Llosa: “Tiempos recios”; una novela en la que especula sobre hechos históricos (con el consabido riesgo de las elucubraciones que un novelista se permite hacer). Vargas Llosa incluso ha dado opiniones aventuradas sobre lo que pudo ser el futuro de América Latina si no hubiesen intervenido los Estados Unidos en su caída. Lo que no incluye con claridad Vargas Llosa en su novela, es el hecho real de la “guía intelectual”, orientación y hasta dirección que Árbenz recibió durante su mandato de parte de José Manuel Fortuny, un ideólogo marxista miembro del partido comunista PGT, al que, una vez en el exilio, Árbenz se adhirió como miembro del mismo.
Es innegable la participación de los Estados Unidos en la caída del Coronel Árbenz, pero también lo es el que el gobierno guatemalteco tomaba un giro hacia el comunismo, (tal como él mismo reconoció años después), para lo que su gobierno decretó la Reforma Agraria (Decreto 900), la que otorgaba un total y absoluto poder discrecional al Presidente, y que no cedía la tierra en propiedad, sino que esta seguiría en poder del Estado. Al poco tiempo el agricultor Ernesto Leal –primera persona a la que despojaban de su propiedad– apeló ante la Corte Suprema de Justicia la que le amparó, con lo que el Presidente Árbenz en vez de recurrir a la Corte como correspondía constitucionalmente, trasladó el asunto al Congreso de la República, (cuyas instalaciones fueron invadidas por una turba de apoyo al Gobierno), con lo que el Congreso “resolvió” destituyendo a los magistrados Arturo Herbruger, Justo Rufino Morales y José V. Rodríguez acción eminentemente antidemocrática que provocó fogosas manifestaciones de estudiantes de la Universidad de San Carlos.
Con la perspectiva que da el tiempo es posible deducir que el error del Coronel Jacobo Árbenz –y lo que causó su caída– fue el confiar demasiado y casi en exclusiva de los dirigentes del PGT. Alinearse a favor de la Unión Soviética era “plantar cara” a los Estados Unidos de América en plena Guerra Fría. Igualmente se equivocó siguiendo consejos de su esposa, María Vilanova, también de pensamiento estatizante*; de hecho el primer problema grave del gobierno del Coronel Árbenz se dio cuando retiraron la dirección del Hospicio Nacional (de huérfanos) a las Hermanas de la Caridad, colocando como director a un exiliado español, reconocido comunista, lo que causó multitudinarias manifestaciones de rechazo.
Si se hubiese tenido más “tacto político”, seguramente no se habría causado el enfrentamiento armado y la división que la sociedad guatemalteca aún reciente.
*Estatizar
1. tr. Convertir algo privado en estatal.