Conmemorando 125 años de la Revolución de Occidente.
Publicado 08-09-22
El 7 de septiembre de 1897 estalló lo que se conoció como Revolución de Occidente o Revolución del 97. La causa que dio origen a la misma fue la decisión dictatorial del Presidente de la República, General José María Reyna Barrios, de prorrogar su período presidencial mas allá de lo estipulado en la Constitución.
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Para las elecciones presidenciales de 1891 participaron: el General José María Reyna Barrios por el Partido Demócrata, el general Miguel Enríquez y el doctor José Llerena por el Partido Conservador y por el Partido Liberal el Doctor Lorenzo Montufar, habiendo ganado el General José María Reyna Barrios (1854-1898) oriundo de San Marcos.
El gobierno del General José María Reyna Barrios comprendía del 15 de marzo de 1892 al 15 de marzo de 1896. Los primeros cuatro años fueron bien administrados, hubo libertad de prensa, prosperidad especialmente en la Capital y respeto a todas las personas; pero al quinto año de gobierno inició el desastre. En junio de 1897 el Presidente ordenó el cierre del Legislativo, alegando que se había producido una insalvable división en el seno del Congreso, pues la mayoría se opuso a un empréstito con cuyo recurso el Presidente pretendía salvar la caótica situación económica derivada del fracaso de la Feria Internacional que se había organizado y en la que se gastó tres millones de pesos. El Diputado por Quetzaltenango don Mariano López Pacheco fue quien de forma valiente llevó la voz de oposición de ese préstamo que a todas luces era inconveniente para el Estado. A lo anterior se agregó la caída abrupta de los precios del café que de un año para otro perdiera mas de un 60% de su valor. Para salvar la situación financiera se canceló la construcción del Ferrocarril del Norte, vía ésta que hubiera representado gran beneficio para el comercio y el transporte de personas.
Otro de los errores atribuidos al Presidente fue permitir el ingreso del Arzobispo de Guatemala, don Ricardo Casanova y Estrada. Error pues el mismo Reyna Barrios fue quien había promovido la salida del Arzobispo, incluso fue quien le llevó al Puerto de San José para asegurarse de que era expulsado del País. Recordamos que Reyna Barrios era francmasón con grado 33 y miembro de la liga anticlerical de Barcelona. Por si lo anterior fuera poco, el Presidente Reyna Barrios se metió en otro gran lío al cancelar el diario La República, muy acreditado en la intelectualidad del momento y que había hecho público el fracaso de la Feria y el haber recibido con beneplácito al Arzobispo Casanova después de que había sido quien facilitara su extradición.
Pero lo que rompió el cántaro fue su decisión de prorrogar el período presidencial hasta el año 1902. Con ello se definió como dictador, asunto que no fue aceptado por líderes que ya preparaban su candidatura para correr al siguiente ejercicio político. Uno de ellos era el Coronel Próspero Morales, un quetzalteco capaz que había sido en el gobierno de Reyna Barrios Ministro de la Guerra, de Fomento y de Instrucción Pública. Otro fue el también militar, General Daniel Fuentes Barrios, oriundo de San Marcos. Ambos pertenecían al Partido Liberal. Un tercer candidato fue el profesor José León Castillo.
Para neutralizarles y evitar que se postularan, el Presidente Reyna Barrios les asignó jefaturas políticas, alejándolos así de su lugar de origen. Al Coronel Próspero Morales lo envió a San Marcos; a Fuentes Barrios al Quiché y a José León a Chiquimula. Como militares debieron obedecer, pero inmediatamente se declararon en rebeldía. Pronto se organizó la sublevación pues había suficientes justificaciones: el fracaso de la exposición, la disolución de la Asamblea Legislativa, el costo del empréstito, el cierre de la prensa, el retorno de Casanova y Estrada, el que Reyna Barrios se “cambiara de partido”, pasando del liberal al conservador. Todo ello dio razón a la subordinación.
El Presidente de la Asamblea Legislativa era el quetzalteco Licenciado Feliciano Aguilar, quien de inmediato se trasladó a San Marcos en donde se gestaba la revolución y en donde dos jóvenes comandantes: Salvador Ochoa y Víctor López, auspiciados por don Timoteo Molina, tomaron el cuartel militar. Otro grupo dirigido por don Alejandro Bermúdez liberaron a los presos. A partir de esos momentos se organizaron varios piquetes que se trasladaron a diferentes localidades de San Marcos tomando las guarniciones. El General Daniel Fuentes Barrios asumió el mando militar, mientras el Coronel Próspero Morales con el Licenciado Feliciano Aguilar asumieron el mando político. El 7 de septiembre iniciaba la revolución.
Las tropas avanzaron desde San Marcos llegando a Quetzaltenango el día 13 estableciéndose un combate entre las fuerzas gubernamentales al mando del Coronel Roque Morales, hombre funesto, traidor y cobarde que huyó luego del fusilamiento del Alcalde de Quetzaltenango, Licenciado Sinforoso Aguilar y del empresario Juan Aparicio Mérida.
Los combates continuaron en la Ciudad con cauda de cientos de muertos, y aunque el 15 de septiembre el Licenciado Feliciano Aguilar lanzó un manifiesto triunfal, los revolucionarios sucumbieron ante los 10 mil soldados enviados por el Gobierno a sofocar el alzamiento. Luego de la derrota los líderes del movimiento revolucionario emigraron a México.
Meses después, en julio de 1898, cuando Reyna Barrios ya había sido asesinado, los revolucionaros se reorganizaron en Tapachula y lanzaron un nuevo ataque contra el Gobierno de Manuel Estrada Cabrera. Este nuevo intento de Revolución lo integraban el Coronel Próspero Morales acompañado del ecuatoriano General Plutarco Bowen y los coroneles Rosalío Reyna, José Barrios y de los señores Manuel Górriz, Ángel Morales, Mariano Cruz Reyna, Heraclio Trejo, Claudio López, Roberto Bermúdez y Julio Estrada. Pero no pudieron contra las fuerzas del Estado, con lo que algunos de los revolucionarios huyeron, otros fueron puestos en prisión, algunos fusilados y el líder, Prospero Morales, fue capturado en estado agónico por una enfermedad que padecía falleciendo a los pocos días.