Causas imputables al Consulado de Comercio de Guatemala en la desafección de Los Altos con la capital y razones de la búsqueda de autonomía territorial
Publicado 05-05-22
El Consulado de Comercio de Guatemala, de filosofía conservadora, fue suprimido por el gobierno federal (liberales) en 1826.
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Obedeciendo a la lógica de la monarquía castellana por monopolizar el comercio entre la “península” y el Continente americano recién descubierto, la monarquía organizó en 1503 la Casa de Contratación y el Consulado de Sevilla para supervisar y regular el comercio con el “nuevo mundo”, entidades ambas que cooperaban para el mismo fin.
Al poco tiempo se establecieron Consulados similares al de Sevilla en México (1592) y en Lima (1593). El Reino de Guatemala solicitó por primera vez contar con un Consulado de Comercio en el año 1649, pero no fue autorizado sino hasta el 11 de diciembre de 1793. Su finalidad en América era estimular la producción, promover el comercio e impartir justicia en los diferendos comerciales.
El Consulado de Comercio de Guatemala defendió los intereses de los grandes comerciantes de la Capital, en detrimento de la prosperidad comercial de los productores de añil de El Salvador y de los ganaderos hondureños y nicaragüenses, quienes invocaron los principios del Derecho Natural y denunciaron un trato comercial injusto, por lo que empezaron a buscar mecanismos que les permitiera colocar sus productos en la Península sin la intermediación de los grandes comerciantes; pero no tuvieron éxito.
Por su lado, también en Los Altos y específicamente en Quetzaltenango se gestó una molestia, por cuanto una de las obligaciones del Consulado de Comercio era la reparación y mantenimiento de caminos y el Consulado solo se preocupaba por mantener y mejorar el camino entre la capital y el Golfo Dulce y caminos cercanos a Santiago de Guatemala, sede de los negocios de los directivos del Consulado; ello fue motivando descontento con la Capital.
El historiador Ralph Lee Woodward anota en su tesis doctoral (Universidad de Carolina del Norte, EEUU, 1966) que “La falta de atención por parte del Consulado en desarrollar las carreteras (de Los Altos) puede atribuirse, entre otras razones, a que no representaba ventajas para los comerciantes de la Capital, (y muy importante lo que sigue y destaco): Mejorar las de Los Altos y a la costa de Suchitepéquez podría contribuir grandemente a los comerciantes de Quetzaltenango y otras ciudades de Los Altos, como un competidor peligroso de los comerciantes de la Capital.
El tan añorado afán de los Occidentales por contar con un Puerto de salida al mar en el pacífico no se logró hasta 1849-1850 en Champerico, pero con el aporte económico de los Corregidores de la región; el Consulado de Comercio, por su parte, contribuyó únicamente en la planificación.
“Un sistema protegido y de monopolio a expensas de la nación, y, por tanto, retardador del progreso contribuyó a una actitud de desafección de las Provincias con la Capital; lo que sin duda fue un factor en la separación política de los territorios del antiguo Reino de Guatemala; incluyéndose en ello el efímero Estado de los Altos”, comenta Woodward en la tesis antes indicada.
Sumado a lo anterior, sabemos que desde la Capital se consideró como “exagerado” el malestar que existía en Quetzaltenango, estimando que no era justificable. Creemos que la animadversión existente entre empresarios quetzaltecos (representados políticamente en el Ayuntamiento), contra los empresarios de la Capital (que administraban el Consulado de Comercio), fue motivada por el monopolio de ésta institución, razón que dio pábulo a que creciera el antagonismo que se vio exasperado cuando se gestan los movimientos independentistas. Los miembros del poderoso Consulado de Comercio intentando mantener sus prebendas (hasta buscar conexión con José de Iturbide); y los occidentales viendo en la independencia, y muy pronto (dos meses después y antes que lo hiciera la Capital) su anexión con el Imperio mexicano de Iturbide, buscaban en ello una salida para liberarse de aquel freno al desarrollo de sus economías.
Como colofón podemos también deducir que cuando finalmente se decreta el Estado de los Altos en 1838, los Capitalinos no lograron comprender la perseverancia de los occidentales en su esfuerzo por separarse de Guatemala; y al no comprender toda la animadversión que se fue generando, asumieron una exageración de parte de los occidentales, y especialmente de los quetzaltecos, razón por la cual deciden, por intermedio de Rafael Carrera, atacar Quetzaltenango y reducir al gobierno local hasta hacerlo desaparecer como Estado independiente.
El Consulado de Comercio de Guatemala, de filosofía conservadora, fue suprimido por el gobierno federal (liberales) en 1826, para ser nuevamente restituido en 1839, y funcionó durante todo el período de los presidentes Carrera y Cerna. Finalmente se canceló en agosto de 1871 creándose la Secretaría de Fomento.