Reivindicando a Diego de Landa, el fraile “maltratado” por la historia
Publicado 07-04-22
Dejó escrita su “Relación de las cosas de Yucatán”, que a la fecha es una valiosa fuente de información sobre la cultura maya. Esta obra fue la base mediante la cual el ruso nacido en Ucrania Yuri Knórozov logró el desciframiento de la escritura maya.
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Diego de Landa nació el 12 de noviembre de 1524 en el pequeño Municipio de Cifuentes, Provincia de Guadalajara en la hoy comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, España. Siendo aún joven ingresó al convento franciscano de San Juan de los Reyes, en Toledo, en donde estudió humanidades, filosofía, historia, teología y derecho pontificio. Una vez ordenado sacerdote se incorporó como misionero en la congregación seráfica de Yucatán, lugar al que llegó en 1549.
Estando en Yucatán, Diego de Landa aprendió la lengua maya, la que llegó a dominar, lengua que ya Luis de Villalpando había estudiado y ordenado en reglas que facilitaban su aprendizaje; pero Diego de Landa mejoró el método con normas que lo perfeccionaron al extremo que los frailes recién llegados la aprendían en tan solo dos meses, algo verdaderamente insólito.
Diego de Landa Escribió la “Relación de las Cosas de Yucatán”, que es la primera crónica española sobre la cultura maya. Dicha crónica fue divulgada en Europa en el siglo XIX por el Abate Brasseur de Bourbourg. Según los epigrafistas, la Relación de las Cosas de Yucatán de Landa es para la escritura maya. lo que fue la Piedra Rosetta, la que descubriera el francés Champollion y que permitió descrifrar la escritura egipcia.
Los escritos de Diego de Landa sirvieron de punto de partida para entender los fundamentos del calendario e iniciar las investigaciones sobre epigrafía maya. En esa obra Landa describe la civilización, la geografía, historia, fauna y flora de Yucatán, así como las costumbres de los mayas de la época.
Al ruso (nacido en Ucrania) Yuri Valentinovich Knórozov (1922-1999) se le atribuye el desciframiento del sistema de escritura maya, pero él mismo reconoce que su trabajo fue posible porque durante la segunda guerra mundial logró sacar de la Biblioteca Nacional de Berlín, Alemania, junto a algunos códices mayas, la traducción hecha por Brasseur de Bourbourg de la “Relación de las Cosas de Yucatán” de Diego de Landa; Knórosov siempre decía: “yo sigo al Obispo”.
Fue el libro de Landa el que realmente le facilitó traducir los glifos que consistían en logogramas (signos para representar una palabra completa) en los que cada glifo representa una combinación consonante-vocal, y con dos glifos, sin pronunciar la vocal del segundo glifo (sinarmonía), se forma una sílaba. El ejemplo mas reproducido es el siguiente: los glifos tzu y lu se pronuncian tzul, palabra maya para “caballero”. Otra de las obras escritas de Diego de Landa es la “Doctrina Cristiana en Lengua Maya, escrita entre 1574 y 1575.
La “mala fama”, el maltrato histórico que le han hecho al fraile franciscano se debe a que, en 1562, estando en Maní (Yucatán) como Provincial de los franciscanos, se encontraron numerosos ídolos ensangrentados por los sacrificios humanos a las divinidades paganas. Ante ello, y comprobado que muchos caciques y principales estaban implicados en esos sacrificios de jóvenes mujeres y de niños que traían de otros pueblos indígenas, muchas veces robados, Landa inició un proceso inquisitorial, seguramente el mas celebre ocurrido en la América hispana. Como consecuencia y por información de algunos nativos, se arrestó a un importante número de caciques y principales. De ellos la mayoría fueron exculpados; otros debieron pagar pequeñas multas; otros trasquilados y azotados. Algunos fueron desterrados de sus pueblos. Contra los principales se aplicaron penas más severas. Culminó el proceso con el famoso “Auto de Fe” de Maní, en el que un centenar de indígenas fueron castigados con azotes y algunos torturados y encarcelados. Durante ese “Acto de Fe” se destruyeron 27 códices y pictografías e ídolos prehispánicos “en gran número” como el mismo Landa dejó escrito.
Debido a ello Landa fue enviado a España por el entonces obispo Francisco de Toral, quien no compartía los métodos de Landa, en donde ante el Consejo de Indias fue amonestado por su rigidez, pero absuelto de las acusaciones.
Diego de Landa fue un estricto inquisidor. Y aunque su aporte al conocimiento y comprensión de la cultura maya por los escritos que legó han permitido conocer sobre dicha cultura, mas se le conoce como “destructor de códices” y ha sido muchas veces mal tratado por algunos historiadores. Tampoco se le reconoce su benevolencia demostrada, como cuando -por ejemplo- ante una dura situación de carestía de maíz por la pérdida de cosechas y generalización del hambre, Landa ordenó distribuir entre los pobres todo el maíz que almacenaban los religiosos para su sustento.
A Diego de Landa se debe el que hoy se pueda conocer sobre la cultura maya, pues dejó abundantes escritos sobre la misma, además de haber facilitado que epigrafistas, como el ruso Yuri Knórozov, pudieran continuar la tarea descriptiva de aquella antigua cultura. Diego de Landa murió en Mérida, México, el 29 de abril de 1579 a sus 55 años de edad.