Raras veces se reconocen los méritos de la herencia hispana.
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
Así titula el historiador Serafín Fanjul en artículo publicado en el Diario ABC de fecha 29 de marzo de 2019, la respuesta a los comentarios de Andrés Manuel López Obrador y el Papa Francisco en relación a petición que hicieran al rey de España para que se disculpara de los supuestos abusos cometidos por los españoles durante la conquista de México. Hoy recojo extractos del artículo de Fanjul con comentarios adicionales, siguiendo la línea de investigación que he seguido en artículos en éste diario sobre al trato y la labor positiva a favor de los indígenas de parte de muchos de los peninsulares y las Ordenanzas de la Corona durante la época colonial, la cual es desconocida o “pasada por alto”, muchas veces intencionalmente. Dice Fanjul:
“Pedimos perdón porque en 1536 fray Juan de Zumárraga fundara en México el colegio para señores naturales, pagado por el virrey Mendoza”; colegio que se conoció como Colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco. Dicho colegio fue imitado en Puebla, Guadalajara, Morelia (antes llamada Valladolid), y otros sitios. El mismo Zumárraga fue quien en el mismo año de 1536 estableció la primera imprenta del continente americano, en un edificio que aun hoy puede apreciarse cerca del Zócalo.
“Pedimos perdón porque la Universidad de México se fundara en 1551 bajo el Patronato Real, siguiendo el modelo de Salamanca y Alcalá”. En dicha Universidad se sirvieron desde el inicio clases de filosofía, artes, derecho, medicina, teología, entre otras materias. Uno de sus catedráticos, fray Cervantes de Salazar, escribió en 1554 la Crónica de la Nueva España y Túmulo (sepulcro) imperial de la gran ciudad de México.
“Pedimos perdón por haber implantado Vasco de Quiroga la utopía de Tomas Moro”; aún perviven los pueblos por él fundados para acoger y promocionar a los indígenas.
“Pedimos perdón porque el desarrollo de la ganadería, la agricultura y la minería favorecieron el auge de clases urbanas que permitieron promover las grandes obras y construcciones”; las que hoy siguen siendo utilizadas en varias ciudades de México, y que superan a las que había en su tiempo en Toledo, Madrid o Sevilla. Consta también que en México se encuentran las consideradas obras mas cimeras del Barroco, siendo éstas: el sagrario de la Capital, el Colegio de los Jesuitas de Tepotzotlán, el convento de Santa Rosa en Querétaro y la iglesia parroquial de Santa Prisca en Taxco.
“Pedimos perdón por la mayor obra de etnografía y arqueología del siglo XVI, escrita en tres idiomas: latín, español y náhuatl, conocida como la Historia Universal de las cosas de la Nueva España, escrita por fray Bernardino de Sahagún; también pedimos perdón por Sor Juana Inés de la Cruz, por Juan Ruiz de Alarcón, por el libro-poema de Bernardo de Valbuena titulado Grandeza mexicana; por el Mercurio volante, primer periódico de Hispanoamérica; por la Escuela de Minería de México, en donde Fausto de Elhúyar descubrió el Tungsteno y Andrés del Rio el Vanadio”. Conste que todo ello causó la admiración de Humboldt.
“Y pedimos perdón porque la población del Virreinato de Nueva España, de casi 6 millones en 1776, duplicaba a la de las colonias inglesas de Norteamérica y su desarrollo económico, técnico y cultural las superaba en todos los terrenos”.
“Pedimos perdón por haber instituido el náhuatl y el otomí como “linguas francas” para la evangelización, lo que agrandó su papel y rango, y su extensión por tierras que antes les eran ajenas; y porque el rey Felipe II lo promocionó, incluso en contra de la opinión de quienes sugerían el uso exclusivo del castellano”.
“Pedimos perdón por haber sido los principales actores en el conocimiento global del planeta, facilitando la interrelación entre sus partes, con el descubrimiento del Nuevo Mundo y con la primera circunnavegación del globo, comunicando imperios y naciones que antes se hallaban incomunicados”.
La acusación de AMLO y Francisco y de muchos otros a los peninsulares de todos los males que hoy vivimos en Hispanoamérica, es además de infundada, perversa, pues en todo caso aquello sucedió hace varios siglos, y es desde el siglo XIX que los propios “americanos” (muchos, incluyendo a los dos destinatarios del mensaje de Fanjul, herederos de europeos) somos los responsables de la cultura y destino de nuestros países. Claro está, es mas fácil culpar a otros de aquello que no hemos sido capaces de hacer bien. En Guatemala igualmente es frecuente escuchar similar acusación, a veces por ignorancia y otras veces con intencionada falsedad. Raras veces se reconocen los méritos de la herencia hispana.