Sobre el colapso de la civilización maya en las partes bajas del Petén
¿Cómo explicar que ciudades bien organizadas hayan desaparecido?
Fecha de publicación: 15-07-21
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
En visitas realizadas en los últimos 20 años a sitios arqueológicos mayas de la Reserva de la Biósfera Maya del departamento del Petén, hemos constatado la grandeza que en términos arquitectónicos y urbanísticos alcanzaron los mayas que habitaron esa región desde el periodo Preclásico (800 años antes de Cristo) hasta el Posclásico (900 después de Cristo). Se constata también el que contaron con una cosmogonía y cosmovisión muy propias, las que incluyen, además de la matemática y astronomía, conocimientos en botánica y medicina natural, ciencias que hoy varios grupos de profesionales se afanan por recuperar desde las profundidades del tiempo y de la “memoria histórica”, esa fugaz y escurridiza manera de reconstruir sucesos pasados.
Durante y después de estas visitas queda en la mente el cuestionamiento sobre las causas que pudieron darse para que esa avanzada —para su tiempo— civilización colapsara; es decir: ¿cómo explicar que a pesar de esa magnificencia de ciudades organizadas pudo haber desaparecido en la región todo vestigio de vida social?
Al respecto se aducen variadas razones que intentan explicar el abandono de las partes bajas del Petén; pero sigue siendo uno de los mayores misterios para la ciencia arqueológica. Aun así, hay posibles explicaciones, algunas de las cuales analizo a continuación. Previo a ello, conviene tomar en consideración que hubo dos procesos decadentes en dicha civilización, uno muy importante a finales del periodo Preclásico, (siglo II d. C.), y luego el más contundente al finalizar el conocido como periodo Clásico (800-900 d. C.). Hoy se sabe que fue un declive o proceso de abandono gradual, lo que se puede constatar, pues ya a partir del siglo VIII disminuyó significativamente la construcción de pirámides y otras obras arquitectónicas y esculturales. Llama también la atención el hecho de que después del colapso en la región petenera hubo una recuperación en el norte de Yucatán, México, como lo evidencian las construcciones de Chichén Itzá, en Yucatán.
Revisando las hipótesis sobre el colapso maya de la región petenera (de las que hay varias decenas), las que parecen más realistas y científicamente constatables son las siguientes:
Una primera tiene que ver con el cambio climático debido a la deforestación masiva. La construcción de edificios y caminos requirió de ingentes cantidades de leña para cocinar la cal que sirvió para el estucado y la pavimentación, con lo que se alteró el régimen pluvial y, por tanto, la posibilidad de agenciarse del agua para uso humano y agrícola, provocando hambrunas. Ello probablemente generó desconfianza en los pronósticos de la teocracia —que ostentaba el poder y conocimiento—, con lo que se generaron desobediencias y hasta alzamientos del pueblo contra la dirigencia de los poblados.
Una segunda hipótesis conduce hacia las luchas cruentas que se dieron —casi permanentes— entre diferentes ciudades-estado por la ocupación de territorios, a lo que se vieron obligados por la necesidad de más tierras de cultivo ante el crecimiento de sus poblaciones. A ello se adicionan las luchas provocadas por grupos no-mayas, como la de los teotihuacanos.
Otra hipótesis sugiere que pudo haber sido por razones comerciales, concretamente por el cambio de ruta del comercio del cacao, que dejó de hacerse por tierras peteneras al trasladarse a rutas marítimas costeras (la equiparan a lo que sufrieron pueblos de la ruta de la seda, en Oriente, cuando los portugueses utilizaron barcos para el transporte de la seda desde Japón y China a Europa); es decir, el colapso de rutas comerciales.
Otra apunta a rebeliones de los campesinos, compelidos a exhaustivos trabajos en las megaconstrucciones. Esas rebeliones pudieron incrementarse cuando, como antes mencionado, el cambio climático hizo que las predicciones del tiempo por parte de la élite sacerdotal no fueran certeras. La teocracia falló. Hubo, por tanto, revoluciones y revueltas cruentas que generaron los cambios que causaron debilitamiento de la organización social. Como sabemos, la economía de la época funcionó bajo el denominado como “sistema de producción asiático”, en el que una élite se beneficiaba del trabajo del pueblo que vivía en una semiesclavitud.
Otra hipótesis se centra en las enfermedades endémicas, lo que, sumado a malas prácticas de higiene, pudo causar parásitos patógenos recurrentes, lo que provocaba diarreas y otras enfermedades fatales.
Seguramente, no hay una explicación unicausal; pudo ser la suma de algunas de las razones expuestas. Lo cierto es que sigue siendo una incógnita aún no resuelta.
En la historia de los últimos 500 años de la humanidad se ha visto “el ascenso y caída de las grandes potencias”, como lo documenta Paul Kennedy en un libro con ese título, aduciendo que las debacles han sido provocadas por los cambios económicos derivados de los conflictos militares. De tal cuenta, lo sucedido en la civilización maya del periodo descrito no es una excepción en la historia de la humanidad.