La microempresa, mecanismo para la eliminación de la pobreza
“Funcionan en el nivel de subsistencia”
Septiembre 1998
Habida cuenta de su flexibilidad y de su comprobada capacidad de generación de autoempleo e ingresos para los pobres y para los hogares encabezados por mujeres, en el futuro el apoyo a las microempresas debe constituir un elemento clave de la estrategia de crecimiento y de reducción de la pobreza, basada en el uso intensivo de la mano de obra.
Las actividades del sector microempresarial se caracterizan por realizarse en forma individual o en unidades de pequeño tamaño (microempresas de hasta cinco ocupados, normalmente familiares). En su mayoría, los bienes y servicios que producen se destinan al mercado y actúan en casi todos los sectores de actividad (comercio, industria, servicios). Operan escasa separación entre trabajo y capital y alta participación de mano de obra familiar habitualmente no remunerada. Coexisten unidades empresarias con diferente dotación y combinaciones de recursos técnicos y de capital, con distintos niveles de formalidad y con variadas formas de vinculación con los mercados.
Para crear condiciones más favorables al desarrollo de la microempresa es posible emprender varias acciones, entre ellas la facilitación de la reglamentación comercial, los regímenes tributarios y los requisitos para la obtención de licencias.
Una de las barreras críticas para el crecimiento y el desarrollo de las microempresas es la falta de acceso a los servicios financieros y al crédito. En los últimos años han surgido en Guatemala numerosas organizaciones de apoyo crediticio a la microempresa, que sirven de mediación entre la Banca formal y los microempresarios (informales). Pero aun así, estas organizaciones no llegan a los cientos de miles de microempresas que actúan en la República.
También carecen de acceso a servicios no financieros, a saber, la comercialización, la capacitación en pericias mercantiles básicas, como la contabilización. Y, especialmente, carecen de acceso a la tecnología moderna.
En Guatemala la actividad microempresarial aporta a la producción nacional un equivalente del 30 por ciento o del 40 por ciento de total de Producto Interno Bruto. Y, quizás más importante aún, es la absorción de mano de obra, que se estima entre un 40 o 50 por ciento de la Población Económicamente Activa del país. Las microempresas se estiman en unas 400 mil en el país.
Entre las numerosas microempresas que operan, algunas de ellas sólo proveen fondos para la subsistencia de la familia, y tienen pocas posibilidades de crecimiento, pero hay otras que con un apoyo adecuado pueden convertirse en ¨pequeñas¨ empresas y, a partir de allí, crecer y desarrollarse, convirtiéndose en medios de ¨acumulación¨ de riqueza. Por ello, las organizaciones de apoyo al sector microempresarial deben tratar de identificar cuáles son aquellas que son ¨herramientas¨ para eliminación de la pobreza, aun cuando no prometen mayor crecimiento. Asimismo, identificar las que demuestren mayores potencialidades, para concentrar en ellas mayor esfuerzo, pues el costo-beneficio será más productivo.
El año recién pasado se llevó a cabo la Primera Cumbre Mundial de la Microempresa, actividad a la que ocurrieron más de dos mil representantes de organismos de apoyo de todo el mundo. En esa Cumbre, presidida por la reina Sofía de España, se llegó al compromiso de reunir 21 billones de dólares, para atender financieramente a las microempresas de 100 millones de las familias más pobres del mundo (unos 600 millones de pobres). Esta acción, la más grande jamás emprendida para combatir la pobreza, tiene visos de ser exitosa, pues conjuga los elementos básicos de un programa inteligente contra la pobreza, es decir: proveer autoempleo; proveer recursos financieros y capacitación; no ser paternalista y responder a los intereses de las familias.