Para que la Economía Apoye la Reducción de la Pobreza
La industria extractiva responsable puede producir los fondos urgentes
Febrero 2011
Si la pobreza preocupa realmente, lo que corresponde es implementar medidas económicas que la reduzcan; los paliativos, como las “transferencias condicionadas” y otros instrumentos pueden ser útiles temporalmente y de manera muy focalizada para los extremadamente pobres; pero no pueden ser permanentes, por cuanto generan dependencia y paternalismos que el Estado no tiene capacidad de sostener indefinidamente. La forma definitiva y única de reducir la pobreza es creando riqueza en forma compartida, esto es, con salarios dignos, condiciones de trabajo decentes, y oportunidad de crecimiento personal dentro de las unidades productivas; para ello debemos ir fortaleciendo una economía que genere oportunidades de empleo y de autoempleo para los guatemaltecos. La riqueza es el antónimo de pobreza, y por tanto su contraparte; esta se crea, en definitiva, con crecimiento económico e inversión social; a este conjunto se le denomina “desarrollo económico”, siendo el que genera bienestar por cuanto incluye educación, salud, capacitación, vivienda y otros elementos centrales del desarrollo como seguridad y justicia. La riqueza se mide como la producción del país en un año, cuyo valor acumulado es actualmente del orden de los US$40 millardos anuales. El problema en Guatemala es que esa riqueza crece muy poco en relación al aumento poblacional, y de manera muy desigual. Así, mientras la riqueza crece menos del 3 por ciento cada año, la población crece más de 2 por ciento, de manera que el diferencial entre el crecimiento económico y poblacional es muy reducido y, por tanto, incapaz de reducir la pobreza que sufre cerca del 50 por ciento de la población.
Y la desigualdad en la distribución del crecimiento de la producción/riqueza es muy marcada, de manera que el percentil menor captura la mayor parte del crecimiento anual.
La solución más adecuada para reducir la pobreza es aumentar la producción anual, subiendo su crecimiento actual del 3 por ciento a un 8-10 por ciento anual; incluyendo estrategias para que se comparta en su producción, tal como lo expresado en el primer párrafo de este artículo. Con ello se podría reducir la pobreza a la mitad en una generación. Y para lograr ese aumento en la producción hay un paso previo, esto es aumentar la inversión productiva del 18 por ciento sobre el PIB actual a un 25 por ciento en relación al PIB. Ello significa subir la inversión productiva de los actuales US$7.2 millardos a US$10 millardos anuales.
La razón es que solo a partir de la inversión productiva se pueden generar nuevos empleos; no hay otra forma. Alguien podrá sugerir que el Gobierno crea empleos, pero debemos aclarar que lo hace en función de los impuestos que capta, y estos vienen de la producción y de la actividad económica en general.
¿Cómo lograr la hazaña de promover más inversión? La forma más eficaz y viable, y que han seguido países de Latinoamérica que lo han logrado, Perú entre ellos, es promoviendo inversiones en actividades de minería, petróleo, generación de energía e infraestructura para el transporte. Estas actividades, manejadas con responsabilidad ambiental, comunitaria y fiscal pueden ser la llave para cambiar la situación de pobreza, por cuanto su aporte al fisco puede superar las necesidades para invertir en educación, salud, seguridad, etcétera.
Seguramente habrá que mejorar la legislación de explotación petrolera, minera e hidroeléctrica, para que el Estado y las comunidades se beneficien más, pero en definitiva el asunto es de lógica económica; además de ser de urgencia.
Siendo que las actividades mencionadas son intensivas en capital y que generan relativamente poco empleo, la estrategia se debe acompañar con un fortalecimiento del mercado interno y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, las Pymes, que son las que generan el grueso del empleo.
En resumen, para reducir la pobreza se deberá subsidiar a los extremadamente pobres, al tiempo que invertir en salud y educación de calidad para las mayorías, todo ello con los recursos derivados del incremento fiscal obtenido por las actividades de minería, energía e infraestructura. Y paralelamente promover la generación de empleos (oportunidades) mediante la facilitación de negocios y la promoción de la inversión productiva. Tareas complejas que el Estado debe asumir traspasando gobiernos temporales.
Esta es la estrategia para que la economía apoye en la reducción de la pobreza.