Recientemente se realizó en Quetzaltenango un “Diálogo estratégico sobre trabajo decente y economía informal”, organizado por ASIES, en el que se presentaron los resultados de una encuesta nacional y de una serie de consultas formuladas mediante la metodología de “grupos focales”, de cuyos hallazgos resumo lo que me pareció más destacable.
Un primer dato es que no se conoce el significado de “trabajo decente”, al que más bien se confunde con su negación, es decir, con lo “indecente”. El término trabajo decente no se identifica con lo que la OIT (Organización Internacional del Trabajo) pretende promover. Esto es un trabajo que reúna las condiciones de remuneración y prestaciones de ley, así como a las posibilidades de capacitación, trato humano y digno, y libertades en el trabajo, incluyendo la de sindicalización.
Una de las recomendaciones de ASIES, derivada de la encuesta, es la extensión de servicios de la Seguridad Social, argumentando que “los asalariados y cuentapropistas que no tienen acceso al IGSS (Instituto Guatemalteco de Seguridad Social) se interesan por servicios de salud; aunque en algunos casos se reconoce la mala calidad de los mismos”. Sobre este asunto, en entrevistas que previamente realicé a trabajadores asalariados que tributan al IGSS en la Ciudad de Quetzaltenango, la opinión generalizada coincide en la mala calidad del servicio, e incluso en el mal trato que reciben en el Instituto.
Una segunda recomendación emanada de los estudios llevados a cabo por ASIES es el establecer un “mono tributo” o tributo único para incorporar a los informales al sistema, tributo que se sugiere incluya la posibilidad de inscripción como usuarios del IGSS, acción que me parece conveniente. Una tercera recomendación importante es la de “regular el uso del espacio público y ventas en las calles”. Coincido totalmente en que el espacio público debe ser de uso público, y no privado como está sucediendo en la casi totalidad de ciudades en la provincia. Una cuarta recomendación que hace ASIES a partir del estudio es “extender la cobertura sindical a trabajadores por cuenta propia”. Sobre este particular debo comentar que en Quetzaltenango la Municipalidad hizo un arreglo para organizar las ventas callejeras con la Unión de Trabajadores de Quetzaltenango (UTQ), entidad que asocia a los sindicatos de la Ciudad, a la que la Municipalidad delegó esta función estratégica por razones eminentemente político-electoreras, con el resultado que estas se expandieron de manera exponencial e incontrolable, ahora con el aval del sindicalismo y la Municipalidad de Quetzaltenango; algo realmente lamentable.
Un resultado interesante de la encuesta de ASIES es que 75 por ciento de los cuentapropistas indicó que se encuentran en trabajos de esa categoría por tradición familiar o por conocimiento y vocación, y únicamente un 25 por ciento porque “no había otra oportunidad”. Dicen también los entrevistados haber iniciado su negocio con recursos propios o de la familia. En este punto hay que reconocer que en Guatemala no hay capitales de riesgo para apoyar financiamientos para los que se inician en un proyecto productivo.
Mi opinión en cuanto a estrategias para promover la formalización de los negocios informales y con ello acercarlos a generar “empleos decentes” la resumo en los siguientes puntos: coincido con ASIES en la conveniencia de establecer un monotributo, cuyo monto deberá adecuarse a las capacidades financieras de los negocios actualmente informales. Debe procurarse una simplificación tramitológica para la inscripción de empresas, pues actualmente la tarea es sumamente engorrosa y por tanto costosa. Y establecer a los informales en mercados o sitios adecuados, tal como lo hizo la Municipalidad de Guatemala con los vendedores que se instalaban en la 6ª Avenida, demostrándose con ello que es posible trasladar las ventas de las calles a lugares “más dignos”.