La falta de mecanismos internos y externos de control en las empresas
Diciembre 2008
Cuando se analiza desde la faceta estrictamente técnica, la enorme crisis financiera que surgió en los Estados Unidos de América y contaminó al resto del mundo tiene su origen en la falta de mecanismos de control directo en las empresas, tanto de controles internos como externos; especialmente de los controles que deben ejercer los acreedores (entidades bancarias y financieras), así como del resto de personas que pueden ser afectados por la empresa: empleados, clientes, proveedores, el fisco, entre otros; los llamados stakeholders. En los Estados Unidos de América la principal responsabilidad del Consejo de Administración de cualquier empresa es proteger los intereses de los accionistas, de manera que los directivos de las mismas actúan bajo el objetivo de maximizar el valor de las acciones, es decir, su mayor preocupación es la eficiencia financiera, poniendo, normalmente, poca preocupación en la forma en que esos beneficios se obtienen.
Los dividendos a distribuir son, entonces, el objeto central del esfuerzo de los directivos de las empresas norteamericanas; la maximización es su signo.
Entre las empresas japonesas y alemanas la situación es distinta, pues procuran en sus Consejos de Administración la participación accionaria cruzada, conformando sus directorios con antiguos empleados y directivos, representantes de grupos de financiadores, formando redes que faciliten el intercambio de información, evitando así el dominio de unos participantes sobre los otros. De manera que todos los stakeholders importantes tienen oportunidad de influir y asumir responsabilidades, y sobre todo, vigilar los objetivos y acciones de la empresa en su conjunto.
De tal cuenta que no actúan únicamente por el interés de los accionistas. Ello evita el abuso en las relaciones empresariales.
Por otra parte, en Japón y Alemania los bancos al financiar empresas adquieren poder para influir en sus decisiones más importantes, y en la evaluación y el control de los gestores que las dirigen.
En Estados Unidos normalmente el financiamiento bancario se limita a préstamos de corto plazo para capital circulante, sin compromiso de relación a largo plazo, y por tanto, sin influencia en la gestión. Además, la diversificación de riesgos y la liquidez se consigue a través de los bancos, en lugar de a través del mercado bursátil.
Otra diferencia sustancial entre el estilo norteamericano y el nipón lo hacen los elevados salarios de los altos directivos de las empresas norteamericanas en comparación con las japonesas, aun cuando los resultados económicos de las empresas americanas sean muy inferiores a las de las empresas japonesas. Las diferencias salariales entre los niveles altos y bajos de los japoneses son sensiblemente menores de lo que sucede en las norteamericanas.
Más allá de la faceta técnica antes expuesta, el problema generado en la economía mundial a causa de la debacle financiera norteamericana y que ha afectado a todos, tiene su raíz, sin lugar a dudas, en la falta ética de los directivos de sus empresas, quienes han manipulado información maquillándola para esconder pérdidas o abultar utilidades, faltando así al comportamiento moral que ordena el actuar bien. De manera que además de mejorar el sistema de control en las empresas, la faceta técnica; sus directivos deben ser más éticos, su faceta moral. El caso último, la estafa de Bernard Madoff y su pirámide financiera que ha afectado a grandes inversionistas norteamericanos y europeos es una prueba contundente del directivo inescrupuloso y amoral.
En nuestro medio guatemalteco la situación es diferente a lo que se estila en Norteamérica, por cuanto la gran mayoría de empresas son de tipo familiar, lo que hace que normalmente el patrimonio de las familias se encuentra invertido en las mismas, por lo que su protección es central, y para lo cual sus miembros sacrifican beneficios inmediatos en función de la sostenibilidad a largo plazo de la empresa familiar, con el propósito de sostenerlas aun a costa de disminuir beneficios inmediatos. Por otra parte, las familias trasladan a la empresa los valores y principios que las han regido, con lo que se garantiza que actuarán de acuerdo a pautas morales compartidas por sus miembros.
En la empresa familiar, cuando esta está en riesgo, la familia le aporta recursos, o los miembros de ella que laboran en la empresa disminuyen sus remuneraciones; todo con el afán de rentabilizarla. Y si la empresa fracasa y va a la quiebra, afecta únicamente a la familia y, en algún caso, al banco que la financió. Pero al no existir un mercado de valores, lo normal es que no hayan inversionistas externos que salgan afectados.
Todo lo contrario a lo que ha sucedido en los Estados Unidos, en donde millones de personas son propietaria de acciones de las grandes empresas, algunas de las cuales han quebrado afectando a sus stakeholders.