El problema fundamental de Guatemala es la pobreza que se vive especialmente en el área rural, en donde se ubica el 50% de la población del país. Esta situación de pobreza es similar en todos los países cuya población vive mayoritariamente en el campo y depende de la agricultura de subsistencia; mientras que los países más desarrollados y en los que hay menor pobreza son los más urbanizados.
En Guatemala se intenta resolver el problema de la pobreza rural con una estrategia que se ha denominado de “desarrollo rural integral”, la que propone dos elementos centrales: apoyar la economía campesina de infra y subsistencia, y proteger la inversión privada en territorios rurales. La propuesta, cuyo proyecto de Ley está en discusión en el Congreso de la Republica, cuenta con el apoyo político de un gran grueso de la población,-especialmente ese campesinado pobre-, y por tanto lleva altas posibilidades de aprobación, aunque no necesariamente sea la solución al problema de la pobreza que intenta resolver.
La razón por la que no es una solución definitiva es previsible, puesto que la productividad rural no logrará mejorar el PIB per cápita de una población con tan altos índices de crecimiento. Y no es una premonición maltusiana, sino que obedece a la lógica de un minifundismo que se atomiza con el crecimiento poblacional; ello aunado a una previsible e histórica incapacidad e ineficiencia del Estado guatemalteco para proveer los servicios básicos y de buena calidad para los habitantes de las más de veinte mil comunidades dispersas en territorios situados en sitios de difícil acceso.
Me parece, por tanto, que el Estado guatemalteco debe plantearse una estrategia de mayor calado para resolver el problema de la pobreza, una que sí pueda hacer viable desarrollar las actividades que realmente generan empleo de mejor calidad y en mayor cantidad, lo cual solo es posible fortaleciendo ciudades intermedias, en el interior del país, lo que permitirá absorber la inmigración del campo a la ciudad que tiene que darse para salir de la situación actual.
Como sabemos, la verdadera solución al problema de la pobreza está en proveer oportunidades a las personas para que, a partir de su esfuerzo, y una vez garantizada su salud y educación, puedan gestionar los satisfactores a sus necesidades. Esa opción se encuentra en la industria y la economía terciaria (de servicios), actividades ambas que se generan en las ciudades. Es éste el camino que han seguido los países que han logrado desarrollarse.
Esta estrategia puede asumirse desde la metodología del “desarrollo económico local”, modalidad que se aborda desde el Municipio, entidad geográfico-política-social en cuyo seno se reconoce la verdadera autoridad de intermediación política entre el ciudadano y el Estado, pudiéndose por ello abordar un desarrollo más pertinente y consistente. Además, en el Municipio se asume lo rural y lo urbano como un continuum y no como entidades diferenciadas tal como propone el desarrollo “rural”.
Dado los rezagos y desigualdades tan dramáticas en las diferentes ciudades del país, una primer tarea para el propósito enunciado es la procura de inversión, pública y privada, en sus territorios.
El desarrollo, por tanto, debe asumirse con criterios territoriales, que incluyen lo urbano y lo rural, pero viabilizándolo mediante una estrategia de fortalecimiento de ciudades intermedias.