Es la cantidad en dólares (equivalentes a 975 mil millones de Quetzales) que la Señora Melinda Gates se ha propuesto recaudar para el control de la natalidad en los países considerados sub-desarrollados, especialmente del Hemisferio Sur del globo.
Doña Melinda es la esposa de Bill Gates, el genio de la informática y uno de los hombres más ricos del Mundo, quienes formaron la Fundación Bill y Melinda Gates a la que han donado la mayor parte de su fortuna y que tiene como objetivo la reducción de la pobreza.
La cantidad por recaudar es astronómica, un numero de doce dígitos, equivalente al presupuesto del Gobierno de Guatemala de 20 años a los valores actuales; o a lo que produce el país (todos los guatemaltecos) durante cuatro años. Pero más que los números, que marean, lo preocupante es el destino que se de a ese dinero, pues los únicos ganadores serán, sin duda, las empresas farmacéuticas productoras de los medicamentos y artilugios que se aplicaran y repartirán en hospitales y centros de salud de las áreas rurales de nuestros “pobres” países, como mecanismo para evitar nacimientos. Y los perdedores serán, igualmente no me cabe duda, los países supuestamente “beneficiarios” de la estrategia que imagino Doña Melinda y muchos como ella proponen de buena fe, como la estrategia más adecuada para la reducción de la pobreza. En lo que sí tienen razón los que así piensan, es que el control de la natalidad como estrategia de salud pública, especialmente aplicada en áreas rurales, es la vía rápida de reducir la natalidad, aun cuando no el medio adecuado para promover el desarrollo, asunto este más complejo y que requiere más tiempo, como veremos.
En ello está precisamente el error, en ignorar que las bases de un desarrollo sostenible están en el capital humano, en el capital social y en el capital moral de la sociedad.
¡Claro que fortalecer estos elementos del desarrollo es más complicado y requiere tiempo!
Para el primero de los capitales mencionados, el humano, se debe proveer a las comunidades de servicios de salud y nutrición, así como de una educación de calidad. Recordemos que un medio con que cuenta un Estado para compensar las diferencias sociales y económicas es proveyendo a los más desfavorecidos de mejor educación y facilitarles oportunidades para su pronta inserción laboral. Pero desafortunadamente se hace por lo regular lo contrario.
Para el fortalecimiento del capital social, segundo elemento de un desarrollo sostenible, se debe provocar confianza y solidaridad entre los ciudadanos, asunto que genera asociatividades y apoyos entre los mismos ciudadanos, muchas veces entre los mismos pobres, quienes resuelven por esa vía muchas de sus carencias.
Y el tercero de los capitales mencionados, el moral, es en definitiva el que más importa para el asunto, pues los métodos comúnmente utilizados para controlar la natalidad van desde la provisión de preservativos entre jóvenes, hasta esterilizaciones masivas en “centros de salud”. Y todo ello acompañado de programas de educación sexual de dudosa eficacia y pertinencia, medios todos ellos que atentan contra la moral pública, al banalizar el sexo.
Estas estrategias no van al centro del problema, que está en la falta de responsabilidad paternal; ni a la generación de oportunidades en el país que evite que miles de guatemaltecos abandonen a sus familias, con lo que muchísimos niños crecen sin padre, en un semi-abandono por falta de orientación adecuada para la vida.
Con los recursos que propone Doña Melinda para el control de la natalidad, alcanzaría para proveer salud y alimentación a los niños pobres, educación y capacitación para el trabajo a millones de pobres del mundo, todo ello medios para el fortalecimiento de los capitales que resultan en el desarrollo sostenible.
Y alcanzaría para fortalecer las instituciones que verdaderamente sirven para el fin de reducir la pobreza; esto es, la institución de la Familia, el Estado de Derecho, la Transparencia, el sistema Educativo y la Propiedad; como en su momento lo manifestaron los premios Nobel de Economía Gary Becker y Amartya Sen, quienes determinaron que son esas instituciones las que garantizan una Economía sostenible. Al tiempo que establecieron en sus estudios que es en la familia en donde se genera la riqueza, lo que se ha confirmado en un modelo econométrico realizado en Guatemala hace un par de años por la Doctora en Economía Sofía Aguirre, en el que demuestra que las políticas de control de la natalidad no son las adecuadas, y que más bien debe fortalecerse las instituciones que garanticen el desarrollo sostenible.