La organización de Naciones Unidas (ONU) la conforman 183 Estados, aunque está manipulada por los países más poderosos, que son los mayores contribuyentes a su sostenimiento (Estados Unidos, 25 por ciento, Japón 12 por ciento, Rusia 10 por ciento, etcétera).
Y para septiembre del presenta año, tiene previsto realizar una conferencia bajo el tema Población y desarrollo, buscando, según dicen, aprobar medidas para el control de la natalidad, bajo el argumento de que la Tierra llegará pronto al límite de capacidad de soporte de vidas humanas. Concretamente, argumentan que en la actualidad poblamos el mundo unos 5 mil seiscientos millones de personas, y que el límite máximo es de 7 mil quinientos millones, cantidad a la que llegaremos, con la tendencia demográfica actual, en unos 30años.
El trasunto de este proyecto es recomendar medidas que disminuyan el crecimiento de la población, incluido el aborto, en los países menos desarrollados, que son los que agregan cada año 88 millones de los 92 que nacen anualmente en el mundo. Y lo que se esconde es el hecho real de la medidas coercitivas que los países desarrollados aplican cuando buscan un interés particular, medidas que van desde recortes en la ayuda internacional, hasta en la concesión de créditos, en el comercio internacional, etcétera.
Lo inaceptable, en mi opinión, es que se pretenda forzar de la forma ya explicada, a adoptar medidas que van contra la dignidad y libertad de la persona humana, y que no resuelven los problemas de fondo del subdesarrollo, tal como pretenden hacer creer los promotores del proyecto de Población y desarrollo.
En cuanto al temor que se plantea, del excesivo crecimiento demográfico, hay que recordar que no es nada nuevo, más bien es un argumento recurrente. Ya en 1803, Thomas Malthus divulgó su Ensayo sobre el Principio de la Población, en el cual sostenía que la población crecía geométricamente, mientras la producción de alimentos sólo crecía aritméticamente, y que, por tanto, en poco tiempo no habría suficientes alimentos para los humanos.
Y se equivocó de palmo a palmo, sencillamente porque no contaba con la capacidad y creatividad humanas, que, mediante la aplicación práctica de las ciencias, desarrolló tecnologías de producción que, más bien, han resultado en excedentes agrícolas.
Hoy es nuevamente el mismo argumento, ¡a pesar de los últimos avances de la biotecnología! Nuevamente se quiere desdeñar el ingenio del hombre, y su capacidad de trabajo y productividad, pues aun cuando la producción haya disminuido en los últimos años, la razón no es por falta de tierras o tecnologías, sino por razones de precios y mercados, los cuales son manejados por intereses de los respectivos cárteles.
Otro de los argumentos en que se quiere sustentar el proyecto de Población y desarrollo de la ONU es el de la contaminación y degradación del globo terráqueo. Y, de manera hábil pero hipócrita, se re-argumenta que la pobreza es la causante de esa degradación, cuando es comprobable que la verdadera causa de contaminación, sobre todo de la no regenerable, es la causada por los países más desarrollados, debido a su industria, a la calefacción, los automóviles, y otras comodidades de que disfrutan los desarrollados.
Sólo en los Estados Unidos hay más de 30 industrias que emiten, cada una, más de un millón de libras anuales de sustancias tóxicas a la atmósfera. Y la degradación de los países pobres se debe básicamente, a la deforestación, causada por la necesidad de leña para cocción, situación que puede corregirse si se cuenta con los recursos económicos y educativos para apoyar a los más pobres.
Una argucia de los organizadores de la Conferencia es la intención que conlleva el amarre del concepto de población con el de desarrollo. Pues si bien es cierto que el desarrollo debe tener como destino el hombre, no necesariamente el aumento de hombres, como quiere sugerir el proyecto, sea causante de freno al desarrollo. Me explico a continuación.
Los países ricos, desarrollados, tuvieron un crecimiento demográfico importante, pero paralelamente crecieron en lo económico, por diversas causas (tecnologías, ventajas comparativas, colonias, desarrollo industrial, etcétera.). Y en muchos de esos casos lograron, mediante la productividad, aumentar el ingreso per cápita, que se tradujo en oportunidades de educación.
Fue esta educación, y no otra causa, la que hizo que disminuyera el crecimiento poblacional. Aquellos países no necesitaron leyes que autorizaran el aborto, ni medidas coercitivas a la reducción del número de hijos por familia.
Cuando la mujer se educa contrae matrimonio a una edad mayor, y de manera consciente y de acuerdo con su pareja, tiene su primer hijo en un tiempo prudencial. Así, la mujer europea contrae matrimonio a una edad promedio de 23 años, mientras que en nuestros países es a los 19 años, en el medio urbano; y a los 15, en el medio rural. Si mediante la educación nuestras mujeres tuvieran su primer hijo 3 ó 4 años más tarde, sin duda se estaría reduciendo la natalidad en varios puntos.
Otra causa, concomitante con la anterior y también imputable a la educación, es la de la paternidad irresponsable. Es sabido cómo en Guatemala, un porcentaje de niños nace sin padre reconocido. Y todo debido a una malentendida masculinidad. Tampoco se toma en cuenta la Teoría de la transición demográfica, ampliamente comprobada, y que, en síntesis, nos plantea dos pasos para la demografía: la primera, que recorren todos los países, y es en la que, debido a la tecnología biomédica, se disminuye la mortalidad infantil, y aun cuando la natalidad se mantiene, la población crece considerablemente (esta es la situación actual de Guatemala).
Y una segunda fase en la que, con una elevación del nivel de vida, disminuye la tasa de natalidad, hasta equilibrarse. La teoría mencionada ha demostrado cómo, en todos los casos, la primera fase ha creado temor (Europa 1760-186-), Japón (1910-1940).
Pero es obvio que para lo países ricos, es más económico y cómodo exigir un control de la natalidad de los países del hemisferio sur, antes que cumplir con algunos otros compromisos, algunos de carácter moral, y otros formal. Entre ellos, el mejor trato en el comercio internacional, y en la ayuda externa.
Volviendo al ejemplo de los Estados Unidos, su ayuda se da tal manera que un promedio de 250 dólares por persona se otorga a los países más ricos, mientras sólo 1 dólar por persona se dona a los países más pobres. Y muy pocos de los países desarrollados han honrado el compromiso moral adquirido en diversos foros, consistente en conceder, como ayuda externa, el 7% del PIB.
Guatemala, junto a muy pocos países, está defendiendo una posición contraria a la intención de los poderosos de la ONU, que buscan mecanismos para que los gobiernos regulen la natalidad.
Yo creo que nuestro país conserva valores muy grandes, uno de ellos la familia, que está perdiéndose en muchos de los países desarrollados, que, como uno de Escandinavia, definió a la familia ¡como el grupo de personas que usan el mismo refrigerador! Creo que muchos países tienen que aprender de Guatemala y de su tratamiento a la familia, especialmente como se trata en el área rural.
Sin duda que la Conferencia sobre Población y Desarrollo es un resabio neocolonial, al intentar usar mecanismos coactivos, como ya se está viendo, para obligarnos a adoptar normas que van contra los principios de la mayoría de guatemaltecos.