Porque han invertido lo necesario en sus sistemas educativos
03 de julio de 2008
Escojo tres países, uno de cada Continente, que en los últimos treinta años han cambiado su historia para bien. Ellos son Finlandia, Corea del Sur y Chile.
Finlandia es hoy uno de los países más competitivos del mundo, a pesar de su aislamiento y dimensiones. Otro de los países que amerita ser considerado es Corea del Sur, que apenas hace treinta años tenía los mismos indicadores de pobreza que sufre Guatemala, y hoy es la octava economía mundial. Otro caso excepcional es el de Chile, en nuestro Continente, que en pocas décadas se ha convertido en un ejemplo, especialmente en exportaciones y en su programa de previsión social.
La pregunta que corresponde es: ¿qué tienen en común estos países tan disímiles en historia, geografía, cultura y recursos naturales? La respuesta es que han innovado e invertido en sus sistemas educativos. Así, los alumnos de Finlandia son considerados los mejores del mundo en matemáticas, comprensión de textos y conocimientos científicos, además de manejar, como mínimo, tres idiomas.
La causa de este éxito, según expertos internacionales, se debe a la calidad de sus docentes, que además de ser escrupulosamente escogidos entre los mejores aspirantes, cursan seis años en universidades especializadas en docencia para luego someterse a exámenes estrictos de oposición para ocupar un puesto como maestros de escuela. Obviamente estos maestros son bien remunerados y socialmente reconocidos como una de las profesiones más estimadas por la sociedad, arriba de la del médico o ingeniero.
En el caso coreano, cuyos alumnos ocupan un segundo lugar en pruebas matemáticas y séptimo en competencias científicas, las razones del éxito se atribuyen a que han situado a la educación como la más alta prioridad de Estado, fundamentado en su visión confuciana que considera que la educación es la vía a la perfección humana. También se estima el éxito de la educación en el hecho de la apertura que el país tiene al intercambio de ideas y procesos para la mejora de su sistema educativo.
En Corea, para garantizar que todos los niños y jóvenes en situación de pobreza reciban una educación de calidad, el Estado les provee recursos gratuitos, como libros de texto, traslados, pagos de salud y refuerzos alimenticios, con programas de subsidio a las madres para que apoyen a sus hijos en la educación.
Lo más importante es que ha habido continuidad en los procesos de asistencia, lo que ha permitido medir el impacto en el tiempo, a diferencia de los programas de alimentos que en Guatemala se han cambiado cada cuatro años, obedeciendo más a intereses mercantiles que a logros superiores. Y al igual que en Finlandia, los maestros gozan en Corea de un enorme respeto social, y para los jóvenes es una de las mayores aspiraciones profesionales el llegar a ser maestro.
Más cercano a nosotros, el caso de Chile nos demuestra que hay procedimientos para garantizar una educación de calidad para todos los niños y jóvenes, mediante estrategias de apoyos condicionados, de incorporar a toda la sociedad en el sistema educativo, de permitir en libertad que los padres de familia escojan la escuela para sus hijos, y de facilitar la inclusión en el trabajo.
Los chilenos han demostrado que la elección de la escuela por los padres de familia ha resultado en mejor desempeño de las mismas.
Una importancia medular comprobada en los casos de los países mencionados, es que la calidad educativa incide de manera determinante en los ingresos de los jóvenes cuando llegan a la edad laboral. Y no solo en los ingresos de cada uno, sino en la forma en que el ingreso se distribuye en el país; siendo, por tanto, determinante en el crecimiento económico del conjunto de la sociedad. Y es que el crecimiento económico debe ir de la mano de la mejora educativa, de manera que los jóvenes encuentren oportunidades cuando se gradúen; contrario a lo que sucede en Cuba, que aun cuando cuentan con una buena educación, sus graduandos no tienen oportunidad de mejorar su nivel de vida, excepto si emigran.
En Guatemala aún falta completar la cobertura educativa para que todos los niños accedan a la escuela; especialmente en la preprimaria y la secundaria. Pero es impostergable y urgente procurar la mejora en la calidad educativa; y ésta difícilmente se logrará con el esfuerzo aislado de un Ministerio que cambia cada cuatro años sus políticas, o con un magisterio que no parece estar dispuesto a mejorar su rendimiento, tanto el de ellos como el de los educandos.
Los países más exitosos en sus sistemas educativos son aquellos en que toda la sociedad se ha comprometido a participar en la construcción de su sistema educativo, y que se han propuesto elevarle la calidad de manera demostrable y permanente.