La cultura se puede transformar en un concepto capaz de impulsar el desarrollo económico de un territorio cuando moviliza a sus ciudadanos alrededor de una identidad compartida generando o consolidando con ello oportunidades de emprendimientos productivos promotores de empleo y autoempleo para sus ciudadanos, especialmente en relación a actividades de servicios. En turismo existe la “marca territorial”, utilizada para mejorar las capacidades competitivas locales y el posicionamiento de sus productos y servicios en el mercado. El concepto de marca territorial tiene el potencial de añadir valor y articular el conjunto de productos y servicios locales y sirve también como herramienta de marketing.
Son por lo menos dos las formas en que la cultura puede apoyar al desarrollo económico local: una, mediante las actividades que como en el caso de Quetzaltenango se generan con motivo de los Juegos Florales Centroamericanos, de las exposiciones de artes plásticas, de actividades musicales o de teatro y literatura. La otra, por la incidencia que la cultura hace sobre la imagen del territorio y la forma en que influye en sus actividades económicas, como sucede en el caso mencionado, cuyas actividades principales están en relación a la educación, la salud y el turismo, que según estudio del Grupo Gestor local le aportan cerca del 40% de su producción y del empleo generado, y que indudablemente tienen como elemento inspirador la cultura.
Por supuesto que para la cultura no es su finalidad aportar a la economía, pero puede derivar en ello si se sabe aprovechar como una alternativa. Sabemos también que la cultura es fluida, y que se va conformando conforme la sociedad vive experiencias, de manera que en ello influye la historia vivida. Como en el caso de Quetzaltenango, cuya historia interesantísima y casi inédita, ha marcado la cultura local, provocando en sus ciudadanos un orgullo que moviliza, y en sus visitantes un interés por conocerla.
El sitio que hoy ocupa la Ciudad ha sido habitado por más de mil años (los Mames la llamaron Culajá); luego lo ocuparon los K´iches, llamándola Re Xelajuj Noj; en el periodo colonial vivió los conflictos que narra el historiador Grandin en su libro “La sangre de Guatemala”, hasta llegar a la breve anexión con México que Quetzaltenango utilizó como estrategia para fortalecerse ante la Capital del Estado, para luego vivir la breve experiencia de Sexto Estado de la Federación Centroamericana (1838-1840). Quetzaltenango le ha dado a Guatemala un jefe de Estado (Cirilo Flores en 1826); y tres presidentes Manuel Lisandro Barillas (1885-1892), Manuel Estrada Cabrera (1898-1920) y Jacobo Arbenz (1951-1954).
La Ciudad de Quetzaltenango ha sido denominada como la Ciudad de la Cultura Centroamericana; y esta cultura le viene de sus raíces Mayas y de la yuxtaposición con otras culturas nacionales y extranjeras, que la han convertido en una Ciudad cosmopolita. La arquitectura de Quetzaltenango es única en Centroamérica, especialmente la construida durante el siglo XIX, siglo marcado por la lucha entre liberales y conservadores que ocasionó que lideres derrocados de ambos lados se instalaran en la Ciudad, influyendo en sus actividades y aportándole ese sello peculiar que ha hace ser considera como “Cuna de la Cultura”.
Hoy existe una conciencia generalizada en Quetzaltenango que la educación, la salud, el turismo y sus actividades conexas se sustentan en la cultura; de manera que se trabaja en construir gradualmente una estrategia público-privada de desarrollo, orientada por líderes locales, buscando que el desarrollo económico vaya de la mano de la inclusión social.
Como en este caso, en muchos otros Municipios del país debe buscarse los elementos de identidad y cultura que puedan servir al objetivo de fortalecer la conciencia ciudadana y aumentar la oferta de servicios, especialmente turísticos, impulsando alternativas no desarrolladas anteriormente. La cultura puede ser motor de desarrollo económico cuando las personas se saben comprometidas en algo bueno, algo que genera prestigio, algo que compromete, que provoca un orgullo por lo local, y una conciencia de ciudadanía.