De manera reiterada hemos escuchado dudas sobre la eficacia del programa de Cohesión Social que implementa actualmente el gobierno. Y no solamente por su incapacidad de prever la hambruna que azota en el oriente del país, sino concretamente se cuestiona sobre las posibilidades que se tienen de lograr cohesión en nuestra sociedad guatemalteca con la estrategia que se sigue actualmente. Se duda si se logrará cohesionar la sociedad mediante las denominadas “transferencias condicionadas”, o los comedores solidarios, o las entregas de bolsas con alimentos; lo que sí no cabe duda que se logra es ayudar a familias pobres proveyéndoles de alimentos y recursos dinerarios, lo cual es bueno y necesario, siempre que se focalice a los que realmente lo necesitan. Pero ésta estrategia no necesariamente cohesiona a una sociedad desconfiada y muy fraccionada como la nuestra.
La experiencia nos indica que los pobres suelen construir ciertos lazos de unión en sus comunidades, a los cuales recurren en sus necesidades más urgentes, siendo éstos en definitiva lazos de unión “entre iguales”; pero para que se produzca cohesión social en toda una sociedad, de lo que se debe tratar es de “tender puentes” entre grupos disímiles, y es obvio que la estrategia actual no está procurando éstas uniones.
En Guatemala deberíamos hacer un esfuerzo por construir lo que se denomina “capital social”, es decir, fomentar experiencias de cooperación, de confianza, de asociatividad y de civismo, todo ello bajo un sistema de normas republicanas, sin una relación de dependencia paternalista, conformando así una sociedad en la que lo civil tenga preeminencia en relación al Estado. Bajo ésta perspectiva, el capital social es el elemento central para construir el desarrollo en una sociedad abierta, tal como la concibió el filósofo contemporáneo Karl Popper (1902-1994), en la que todos los individuos participen con ciudadanía completa, sin importar sus orígenes étnicos, sociales, de nacimiento o clase social. Para que una sociedad funcione cohesionada en el largo plazo sin mayores contradicciones, lo primero es fomentar la confianza entre las personas, la que se convierte en cooperación y que a su vez se transforma en asociaciones muy variadas. Y como la confianza es la base para la cooperación, esta es a su vez la que induce a la solidaridad, que es el elemento central para que la sociedad avance conjunta a un mejor nivel de vida, sin importar la complejidad de la misma y su nivel de entropía, es decir, ése desorden existente en un sistema.
El sociólogo estadounidense Robert Putnam (1941), un pionero en la temática, estudió en profundidad las razones de las diferencias entre el norte y el sur de Italia, siendo el norte muy desarrollado en relación al sur. Putnam encontró que en el norte la gente actúa cooperativamente, en redes, generando sinergias de todo orden. Según Putnam, este conjunto de factores juega un papel definitorio en la superioridad evidenciada en materia de desarrollo económico, calidad de gobierno, estabilidad política del norte, todo ello consecuencia de un mayor capital social.
El capital social es de mayor trascendencia y profundidad que una cohesión social actuada paternalisticamente y sin garantías de sostenibilidad en el tiempo. El capital social es, además, condición previa para que exista cohesión en la sociedad.