“Para homogenizar los indicadores de calidad de vida”
3 de diciembre de 2008
Una de las principales funciones del Estado es facilitar a todas las personas las oportunidades para desenvolverse como ciudadanos de pleno derecho para competir en igualdad de condiciones en la vida. Esto implica, especialmente, el que puedan gozar de adecuados servicios de salud, de educación, de seguridad y de un sistema de justicia “pronta y oportuna”. Pero sin duda es la educación el medio idóneo para competir en similares condiciones cuando se llega a la edad laboral; para ello la educación pública debe ser el compensador social por excelencia, y debido a ello la educación pública tiene que ser de igual o superior calidad a la provista por la educación servida por la iniciativa privada. Es, entonces, obligación del Estado buscar la mejoría de la educación pública y corregir el rumbo que se le está dando, pues se denota un retroceso con las medidas que ha tomado el actual Ministerio de Educación, especialmente con la suspensión del programa PRONADE, con la disminución del tiempo de estudios para el magisterio, con la flexibilización en las pruebas (exámenes), con la disminución real del tiempo de clases efectivas, con promover la inscripción publica cuando no hay capacidad de espacio y condiciones físicas para atenderla, etc. Esto desafortunadamente es hacer lo contrario a lo que una verdadera cohesión social debiera buscar.
El programa de cohesión social que está implementando el Gobierno del Presidente Alvaro Colon, ha sido reiteradamente criticado especialmente debido a las dificultades de fiscalización que presenta. Aun cuando ésta es una preocupación valida, a mí parecer hay una de mayor importancia: la relativa a la filosofía y el sentido del programa, pues en la forma en que actualmente se conduce no se logrará el cometido cohesionador. La cohesión social debe buscar, fundamentalmente, que las personas puedan valerse a partir de su esfuerzo, facilitándoles el Estado las condiciones para la generación de oportunidades de trabajo o autoempleo, a partir de proveer a sus ciudadanos las condiciones que se logran mediante una buena educación y salud, pero también una capacitación para el trabajo y especialmente facilitando para que se generen las oportunidades de un trabajo decente, trabajo que no se logra sino es con una economía en la que se pueda competir a partir de competencias personales y condiciones de mercado sanas y de largo plazo. Pero lo que se está haciendo actualmente promueve, más bien, el paternalismo y conformismo, especialmente cuando las ayudas se piñatizan sin contar con la certeza de su eficacia en cuanto a quién se le otorgan, y si la promesa de gratuidad se podrá cumplir en cuanto a la capacidad real de prestar los servicios condicionados.
Un gran riesgo que se deriva de la forma en que se implementa el programa de gobierno es el paternalismo que se genera, especialmente cuando se provee gratuitamente alimentos en zonas urbanas. En éste sentido, hay pruebas en muchos países de la eficacia muy superior y de mayores economías con la provisión de micronutrientes a madres gestantes y niños menores de 2 años, con sorprendentes resultados en sus capacidades intelectuales cuando adultos. En cambio el resultado con la provisión de comidas preparadas es generar mayor dependencia.
Y es que es ampliamente sabido que el paternalismo elimina las posibilidades de un desarrollo digno y sostenible, el cual solo es factible a partir del esfuerzo propio. Es evidente que a causa del paternalismo fomentado por algunos programas de cooperación internacional hay comunidades completas en el país que se han acostumbrado a extender la mano, y sus posibilidades de desarrollo se han afectado seriamente.
Para que la cohesión social sea efectiva debe procurarse que las personas se habiliten para un trabajo decente y que se generen esas oportunidades; en el caso actual no se está facilitando ello, pues las medidas por la línea fiscal y de promoción de nuevos negocios es negativa cuando se castiga al sector productivo con mayores cargas impositivas; cuando no se facilita la incorporación de la informalidad al sistema; y cuando los recursos que capta el gobierno van a gastos superfluos.
El verdadero propósito de un programa de cohesión social debe buscar la homogenización de los indicadores sociales, especialmente los de salud y educación, para que todos los ciudadanos gocen de las mismas oportunidades. Y al mismo tiempo propiciar que se generen esas oportunidades.