Liderazgo

“Necesitamos líderes capaces y confiables”

Octubre 2010

Cualquier persona tiene dos posibilidades en su vida: vivirla reaccionando ante los acontecimientos, o acondicionando los acontecimientos a la vida, siendo para ello proactivo y no únicamente reactivo. La opción de las personas responsables es darle un sentido a la vida con su esfuerzo, logrando con ello transcender. Nos recuerda el filósofo español Ortega y Gasset en La Rebelión de las Masas “... es indudable que la división más radical que cabe hacer de la humanidad es ésta, en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, y las que no se exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante lo que ya son, sin esfuerzo de perfección sobre sí mismas, boyas que van a la deriva. Lo decisivo es si ponemos nuestra vida a uno u otro vehículo, a un máximo de exigencias o a un mínimo”.

Reconocemos como líderes a las personas que deciden ser proactivas, aquellas que son capaces de dirigir a otras personas en un proceso de cambio para alcanzar metas comunes, normalmente superiores. Para ello se requiere que tengan ciertas características personales, entre ellas la generosidad, ese saber buscar el bien común aun a costa del beneficio personal; saber pensar en grande, por lo que se les considera magnánimos, pero dentro de una humildad que les hace reconocer que necesitan de la ayuda de los demás. Y sobre todo, son persistentes, sabiendo sacrificarse y automotivarse. Son personas que logran generar confianza por su forma consecuente de actuar, y con ello la adhesión de las personas a sus propuestas, que son casi siempre reflejo de las expectativas de la mayoría.

Un líder es a la vez de un promotor creativo e innovador, un buen comunicador, que sabe dirigir, poniéndose al servicio del grupo. Una característica vital del verdadero líder es que sabe vivir y comunicar valores, de manera tal que la autoridad que asumen se respalda por legitimidad.

Algo que raras veces se reconoce es que el verdadero líder es aquel que sabe retirarse a tiempo, que sabe “pasar la estafeta”; que ha sido, por tanto, alguien que ha preparado a sus sucesores.

Según relata Chris Lowney en el libro El liderazgo al estilo de los Jesuitas, ésta longeva congregación religiosa fundamenta su éxito en que sus miembros saben ejercer un liderazgo basado en cuatro pilares: conocimiento de sí mismo; ingenio; amor y heroísmo. Según ese relato, el conocimiento de sí mismo les permite ordenar la vida; el ingenio les permite estar listos para responder a las oportunidades que se presentan; amor, que implica lealtad y afecto; y heroísmo, para emprender proyectos trascendentes, comprometidos y que cambien para mejor a la humanidad.

Nuestra sociedad está urgida de líderes, líderes que deben surgir de diversas elites, líderes que sean reconocidos como tal por su trayectoria de vida y que estén dispuestos a asumir responsabilidades.

Es frecuente confundir líderes con “famosos”, confusión bastante común entre la juventud. Ya el Premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa lo advirtió, cuando se mostró aterrado con que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos.

En Guatemala necesitamos líderes capaces, confiables, dispuestos a asumir riesgos y decididos a buscar el bien común.

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