Cuando el Sistema Político está en Crisis

Se logra que las decisiones sean acatadas por una amplia mayoría

Agosto 2011

Tanto el filósofo argentino Mario Bunge como el politólogo norteamericano David Easton proponen que la mejor manera de analizar una sociedad es mediante el enfoque sistémico, por cuanto éste permite concebirla como una totalidad compleja, compuesta por subsistemas interactuantes e interdependientes; entre ellos, Easton sitúa el sistema social, el sistema cultural, el sistema económico y todos ellos interconectados con el sistema político. El enfoque sistémico evita las visiones unilaterales y simplistas, siendo por tanto una alternativa al individualismo (atomismo) y al totalismo (holismo).

En cuanto al “sistema político”, objeto de éste artículo, Easton lo define como aquel que tiene que ver con la “distribución autorizada de valores dentro de relaciones de poder”; entendiendo por valores todo aquello deseable para una comunidad, sean estos materiales o tangibles, como los recursos naturales o el agua; o intangibles, como los derechos colectivos, la libertad o la igualdad. La distribución de estos valores o bienes mediante el sistema político es más viable que por otros mecanismos que han demostrado serias dificultades para realizar una asignación, lo que produce una situación de conflicto que, de no atenderse oportunamente, puede traer consecuencias graves para la sociedad en su conjunto.

Hay varios ejemplos que podríamos invocar para demostrar esa incapacidad de solucionar conflictos por los medios tradicionales. Uno muy actual es el caso de la minería, o la generación de energía renovable, asuntos que desde el análisis técnico y financiero demuestran viabilidad, pero que no se resuelven por el sistema económico, y que por tanto hay que analizarlos dentro del sistema político. En el sistema político se logra que las decisiones sean acatadas por una amplia mayoría.

Los sistemas políticos pueden ser democráticos o dictatoriales; monárquicos o presidencialistas; parlamentarios o autoritarios. Cada sociedad, de acuerdo a su recorrido histórico-social define su sistema político. Y no se pueden calificar como buenos o malos, como correctos o no, simplemente son medios en los que se procesan las demandas. En nuestro caso, los guatemaltecos hemos decidido regirnos por un sistema democrático-constitucional, republicano de tipo representativo, y presidencialista.

El definir nuestro sistema político únicamente como “democracia” implica una seria dificultad, por cuanto es un término ambiguo, casi un mito en el sentido como lo indica el sociólogo guatemalteco Franco Sandoval: “puede ser una creencia compartida que le da sentido a la propia vida; o un pensamiento popular que lo asocia con mentira que confunde, que engaña en el razonamiento”. Conviene, por tanto, dejar claro que sí, democracia, en el sentido que cada individuo tiene una cuota de poder idéntica a la de los demás. Pero sin olvidar que, como dijo en su momento Winston Churchill, “la democracia es el peor de los sistemas políticos exceptuando todos los demás”.

Por todo lo anterior, debe dejarse claro que la nuestra es una democracia “constitucional”, por cuanto se centra en ése pacto social que es la Constitución de la Republica. Pensar en una democracia fuera de ese pacto la convierte en una democracia “fundamentalista”, manipulable por grupos de presión y, por tanto, injusta.

Siendo la constitución nuestro “pacto social”, la resolución política de las variadas demandas debe centrarse en lo que ésta ordena, en forma clara y taxativa para cada uno de los temas que nos confrontan.

Acabamos de superar una “crisis política” con el caso Torres Casanova(1), intentó, desde el Ejecutivo, de las cortes de justicia y apelaciones, asunto que fue impedido por la Corte de Constitucionalidad. . Felizmente las diferentes judicaturas fueron categóricas en su sentencia, demostrando que los reclamos que se hagan alterando el orden para demostrar fuerza son totalmente ilegítimos y deleznables, por tanto inconsistentes y frágiles. No se puede ni debe alegar democracia cuando bajo su excusa un grupo pretende presionar por la fuerza al conjunto de la sociedad.

El esfuerzo ciudadano debe ir en la línea de respetar y fortalecer el sistema político y sus instituciones, especialmente los mandatos constitucionales.

Referencia:

(1) Intento, desde el Ejecutivo, de cooptar las cortes de Justicia y Apelaciones, asunto que fue impedido por la Corte de Constitucionalidad.

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