“Momento de cortar errores del pasado y abordar nuevo escenario”
Agosto 1995
Los modelos de desarrollo económico tradicionales de Guatemala se están agotando. El más antiguo, y que funciona desde la época colonial, es el modelo agroexportador, que por siglos ha proveído trabajo temporal (no calificado) a grandes contingentes humanos. Y ha tributado al fisco contribuyendo al sostenimiento del Estado, y proveído al país de las divisas que le permiten la importación de bienes de capital y de consumo.
Pero la debilidad de este modelo, y la razón de su agotamiento, estriba en que basa buena parte de su ventaja comparativa en la mano de obra barata, lo que, a su vez, ha imposibilitado el consumo interno, y el ahorro. Y, por otra parte, se ha fundamentado en el uso extensivo de la tierra, con el consiguiente sacrificio del medio ambiente, especialmente porque se le ha dado a la tierra un uso diferente a su vocación natural, que es, en gran parte de los casos, la forestería.
A mediados del siglo XIX se impulsó un nuevo modelo de desarrollo, el de la industrialización vía la sustitución de importaciones. Y para lograrlo se crearon barreras artificiales a la importación (aranceles altos). Con los años se vio que los propósitos iniciales no se lograron, pues la industria creada fue una sobreprotegida, de ensamble, que con dificultad resiste la apertura comercial a la que hoy estamos sujetos.
El problema es que con estos modelos de desarrollo, y durante todos los años transcurridos, se ha pensado que el solo crecimiento económico es garantía de desarrollo y progreso, y la medición del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido el termómetro, sin percatarnos que no ha habido una adecuada absorción social del incremento del PIB. Y hoy vemos, pasmados, que el 50 por ciento de los guatemaltecos viven en situación de pobreza, y más del 20% en situación de extrema pobreza (miseria), es decir, familias incapaces de proveerse recursos ni tan siquiera para una dieta alimenticia balanceada. ¡Esta es una situación verdaderamente insoportable!
Las causas actuales de la pobreza pueden ser varias, entre ellas, la insuficiencia del crecimiento económico, o el hecho de que los excedentes no se distribuyen en forma equitativa. Pero la causa fundamental de la pobreza está, creo yo, en la falta de oportunidades que los modelos económicos seguidos a la fecha, no han podido proveer. Me refiero a la oportunidad de acceder a los recursos básicos: tierra, capital, tecnología y capacitación. Y el efecto de esas carencias se ve en el analfabetismo, la baja esperanza de vida, la degradación del medio ambiente, y la descomposición social, que ha desembocado en la confrontación y la guerra.
Todo lo referido hasta aquí es reconocido para muchos, pero creo que hoy vale la pena relatarlo porque estamos ante una nueva apertura, un nuevo paradigma (modelo), que está por hacerse, y que de la inteligencia con que lo abordemos, dependerá al obtener un futuro confortable para todos, o un regresar a los problemas que hasta hoy nos agobian.
Las situaciones que condicionan esta nueva apertura, esta oportunidad de armar el nuevo modelo guatemalteco son, entre otras:
• La firma de la paz, y los cambios constitucionales que ello conlleva;
• La oferta de apoyo internacional, para apoyarnos en la salida del agujero en que nos encontramos;
• La globalización de la economía, y los tratados comerciales que abren ventanas de oportunidad.
• El espacio que se está abriendo a la sociedad civil para la participación y búsqueda de consensos; y, por sobre todo,
• El llamado que la justicia nos hace a cada uno. El dar a cada uno lo suyo, el reconocer que la verdadera riqueza está en el hombre, sin distingos étnicos ni sociales.
Y el escenario que deseamos armar para propiciar el nuevo modelo de desarrollo guatemalteco debe construirse con:
• Estabilidad macroeconómica
• Leyes claras y permanentes, y
• Un Estado subsidiario, es decir que deje hacer a los particulares todo aquellos que puedan y deseen emprender.
Con este escenario podremos, sin duda, erigir un nuevo modelo de desarrollo, que no contemple únicamente ajustes marginales a los modelos tradicionales, sino que fortalezca el crecimiento económico, pero midiéndolo con el índice de desarrollo humana (IDH) que propone Naciones Unidas, el que, además de calificar el crecimiento económico, toma en cuenta la esperanza de vida y la alfabetización. Podremos, también, plantear mecanismos que faciliten el acceso a los recursos (tierra, trabajo y capacitación), en un marco que respete los derechos humanos, la propiedad privada, entre ellos.
Creo sinceramente que hoy Guatemala nos llama a todos a trabajar más y mejor, buscando, con realismo y coherencia, los mecanismos que revaloricen lo bueno del pasado, y que corten con los errores para poder actuar todos, sin distingos, en un nuevo escenario.