El término “estado“ tiene, por lo menos, tres acepciones, dos de las cuales se usan para referirse a asunto similar, lo cual muchas veces causa confusión.
Así, en su acepción más común, “estado“ significa “la condición en que se encuentra una persona o una cosa“.
Pero la confusión se da cuando nos referimos a “estado“, (con minúscula), para indicar al Gobierno de un País, dándole, entonces, una connotación política. Y “Estado“, (con mayúscula), cuando nos referimos al País como un todo, asignándole, entonces, un valor social.
En el presente artículo me referiré a esta última acepción: al Estado como la entidad que incluye al gobierno, a la población, al territorio y sus sistemas.
La historia nos cuenta que el hombre primitivo pasó por varias formas de convivencia, que van desde la horda y tribus, usando más tarde el sistema de “imperios“, y las Ciudades-Estado. Pero no fue sino hasta el Renacimiento, y especialmente en España y los territorios mediterráneos, cuando aparece el Estado con su conformación actual. Y en el caso guatemalteco, la “construcción“ del Estado se inició posteriormente a la Independencia de España. Y pasados mas de 177 años, me atrevo a pensar que el guatemalteco tiene una concepción errada de lo que el Estado es, y lo entiendo como un ente proveedor, omnipotente y omnipresente. Y lo percibe como el “único“ centro de poder.
Lo de proveedor, pues aun cuando no ha satisfecho todas las demandas de los guatemaltecos, de hecho se asume que debe prestar todos los servicios gratuitos: que es una obligación del Estado el proveer gratuitamente la salud, la educación, etc.
Lo de omnipotente por cuanto el ciudadano común espera que el Estado arregle todo (legislando), y asumiendo que existe el “mega-Estado“.
Lo de omnipresente, porque el individuo se ha visto reducido ante al autoritarismo estatal.
Y lo de “único“ centro de poder, por cuanto no se reconoce el municipalismo, el poder local ni cualquier otra intermediación entre el ciudadano y el Estado.
Y el resultado de esta forma de ver y pensar el Estado, ha dado como resultado lo que tenemos, es decir, un Estado excluyente, en que el poder político ha sido copado por uno o dos grupos con privilegio, un Estado autoritario, en el que el militarismo ha prevalecido; un Estado concentrador de riqueza y generador de pobreza, debido básicamente al estilo “mercantilista“ de hacer su economía, en el que la prebenda y beneficio lo obtiene el que logra mayor influencia. Y en el que la pobreza se generaliza, fundamentalmente debido a la poca inversión que se hace en Desarrollo Humano, especialmente, en educación y capacitación para el trabajo, y en que no promueve y facilita la inversión productiva. Un Estado centralizador, en el que el 50% del PIB (Producto Interno Bruto) se genera y distribuye entre los habitantes de la Capital, que no son más del 20% de la población total del Estado. Y, en fin, un Estado que ha sido incapaz de cumplir sus funciones fundamentales, por lo que se ve como un ente extraño, y los ciudadanos de ese Estado no sienten identidad en relación a él.
Los “roles“ que tradicionalmente se asignan al Estado, y que debieran ser las “guías“ a seguir para el caso guatemalteco, se inician con el de proveer bienestar a los ciudadanos, bienestar que se debe concretizar en la potenciación de las posibilidades de cada uno, dentro de un régimen de libertades.
Un segundo elemento fundamental dentro de ese rol es el de la protección a la persona humana, proveyéndole seguridad física y de sus libertades.
Otro rol es el de la construcción del sistema jurídico, sistema que debe tomar en cuenta las dimensiones culturales y fomentar la solidaridad; un sistema que provoque el “ascenso“ a la ciudadanía de cada uno de los habitantes de ese Estado.
La facilitación del desarrollo integral es otro rol básico para el Estado. Este desarrollo integral se viabiliza de mejor manera cuando el Estado facilita la inversión privada como medio generador de empleo, y la inversión pública focalizada a los más pobres en temas de desarrollo humano, es decir, en lo que ahora se llama “capital humano“, entre ello, fundamentalmente, la educación, la salud, la vivienda, etc.
Pero si hay un rol difícil de cumplimentar, pero básico y fundamental, es el de permitir la existencia, en el largo plazo, de la colectividad. De una colectividad, entendida como Nación, que incorpore a la totalidad de la población, con coherencias y cohesión interna, provocando la participación y las existencias sociales.