El hecho de ser un país con un partido político único, dictatorial y poco permisivo a la disidencia, le provocará problemas en el futuro, cuando la ciudadanía exija mayores libertades.
Por: Roberto Gutiérrez Martínez
La República Popular China está en estos momentos en un proceso de transición de su economía, trasladándola de una de “alta velocidad de crecimiento” a una de “alta calidad”. La explicación que da el gobierno chino a esta estrategia es que los factores económicos tradicionales están cambiando, reemplazando los antiguos “drivers” a unos nuevos.
Desde la perspectiva de consumo, con un 60 por ciento de la población urbanizada –840 millones de personas de los 1,400 totales– esperan que ello promoverá un incremento en la demanda y motivará un desarrollo de mayor calidad. Basan, por tanto, su mejoría económica y social en el rápido proceso de urbanización que está viviendo el país.
Obviamente esa transición de rápido crecimiento a un crecimiento de calidad traerá problemas, los que han detectado en variados ámbitos, y para lo cual dicen contar con alternativas de solución. Menciono algunas a continuación.
–Debido a que promueven una economía más orientada al mercado y con un sistema empresarial moderno, requerirán entrenamiento profesional de estándares mundiales; además de contar con iniciativas de visión global que obliguen a una revolución, (así lo manifiestan), en la ciencia y la tecnología.
–El énfasis del crecimiento económico lo centran en empleo, y para ello el gobierno se compromete a continuar reduciendo los impuestos a las empresas y a optimizar la estructura industrial evitando el desempleo.
–Otro elemento importante es la apertura al hemisferio occidental a la vez de fortalecer los vínculos con los países euroasiáticos y asiáticos. Para ello se comprometen a una promoción de alto estándar, abriéndose a los mercados en más sectores. Con ello pretenden fortalecer la economía interna en varias de sus regiones territoriales.
–Para el área rural proponen mejorar la infraestructura, especialmente de cara a mejorar la agricultura y los estándares de vida de los campesinos, y con ello aliviar la pobreza.
–Otro punto que destacan es el apoyo público a la empresa privada. Dedicarán gran esfuerzo a optimizar el ambiente para el desarrollo de la economía privada, eliminando los obstáculos para el crecimiento de las grandes, medianas, pequeñas e incluso microempresas. El gobierno chino espera que con estas facilitaciones la economía se diversifique aún más.
–Algo interesante –por estratégico– es que garantizan que no se desviarán en sus normativas de facilitación pro-empresarial. Con ello garantizan el propósito central, que es alcanzar crecimiento económico y social de mejor calidad y no solo crecimiento cuantitativo.
–Otro elemento de la estrategia es fomentar y hacer crecer el consumo interno, el que actualmente aporta en un 76 por ciento al crecimiento económico y por quinto año consecutivo ha sido la principal fuerza de crecimiento de la economía.
En resumen, y tal como lo plantea el director del Instituto de política y economía mundial de la Academia China, Su Qingyi, el enfoque se centra en dos mejoras: en el comercio internacional para promover crecimiento estable y de mejor calidad; y en promover liberalización y facilitación comercial. Dos estrategias que aun cuando presentarán muchos desafíos, son decisiones de Estado que son cruciales para que China cambie desafíos en oportunidades.
En mi opinión, el hecho de ser un país con un partido político único, dictatorial y poco permisivo a la disidencia, le provocará problemas en el futuro, cuando la ciudadanía exija mayores libertades. Hoy el Estado controla la información a la que tienen acceso; pero la libertad de información llegará y superará los controles estatales.
Por ahora, y debido a que la clase media crece, los chinos perciben esperanza en su futuro. Pero ello tiene un límite, el que se plantea cuando se satisfacen las necesidades primarias y se aspira a unas mayores.