¿Cómo la educación puede cambiar el rumbo hacia la formación más humana?
Noviembre 2012
Este es el título del libro en el que la filósofa norteamericana Martha Nussbaum, ganadora del último Premio Príncipe de Asturias en la rama de sociología, expone su tesis en relación al porqué la democracia de un país necesita de educación en humanidades.
El fondo y contexto de la propuesta de Nussbaum es que la historia ha alcanzado un nivel en el cual el hombre al que ella llama “completo”, cede el espacio al hombre “comercial”, esto es, personas con un conocimiento enfocado a su funcionalidad económica, pero limitado en el logro de una vida más plena.
Según la autora, la crisis que vivimos en el mundo actual supera lo puramente económico-financiero, siendo una crisis mucho más profunda y que pasa desapercibida, pero de efectos demoledores, pues atenta con las posibilidades de construir democracias sólidas, basadas en ciudadanos informados y capaces de pensar con razonamiento crítico.
En el análisis que hace Nussbaum critica que el desarrollo se mida únicamente como crecimiento del producto interno bruto, esto es, en la producción que logra un país cada año; pues adicionalmente a que ese crecimiento no llega en igual proporción a todos sus habitantes, se descuidan aspectos más humanos, como la mejoría en salud pública, en educación y en el desarrollo de las capacidades de participación de las personas en aspectos que le afectan dentro de su comunidad. El argumento central es que si no se prepara a las personas en sus capacidades, difícilmente construiremos democracias robustas. Para ello, lo primario, lo fundamental es contar con un umbral mínimo y para todos en parámetros de salud y educación; pero una educación que incluya elementos diferenciadores, como las humanidades y las artes, que son las que forman en un pensamiento crítico, en unas capacidades imaginativas, y en unas acciones de solidaridad para con los demás.
Nussbaum se cuestiona: ¿para qué educarse? Y se responde “para estar en capacidad de deliberar sobre cuestiones políticas, discutir con argumentos sobre lo que es bueno para el conjunto de la Nación; capacidad para demostrar preocupación por los otros”. Y se interroga: ¿cómo la educación puede cambiar el rumbo hacia la formación más humana? La respuesta la propone a partir de dos valores fundamentales:
Lo primero la capacidad de pensamiento crítico, el poder razonar por sí mismos. Ello es básico para una ciudadanía capaz de “cruzar” fronteras religiosas, étnicas o ideológicas a partir del diálogo. Nos sugiere aprender a pensar sobre sí mismos, aprender de los que no están de acuerdo indagando de dónde surgen las diferencias y buscando puntos en común. Aprender a disentir, a debatir, a que no se silencien las opiniones opuestas.
Un segundo valor que se propone es el “verse como miembro de una nación heterogénea”. La ignorancia en este asunto es garante de conflictividad. Para ello es importante conocer la historia y religión de los “otros” para lograr la comprensión. Ayuda también conocer otros idiomas en profundidad. Desarrollar la capacidad de ponerse en los zapatos del otro permite comprender sus deseos, aspiraciones y creencias; verlo como persona. Para ello la formación en humanidades, especialmente en literatura y artes, pues estas promueven la compasión y solidaridad. El arte coadyuva para promover la crítica y con ello comprender la cultura del otro. La literatura apoya en la imaginación narrativa, esa capacidad de pensar como el otro.
Concluye el estudio de Nussbaum con la preocupación de que la educación enfocada al beneficio económico genera en las personas docilidad, lo cual pone en serio riesgo las democracias. ¡Toda una propuesta para reflexionar!