El nivel de tensión que se vive en nuestra sociedad hace necesaria la búsqueda de soluciones que hagan viable superar los problemas que generan las desavenencias y el conflicto; para ello el dialogo es el único mecanismo legítimo y democrático capaz de remover los obstáculos que dificultan un “común entendimiento”. El dialogo es el método racional para solucionar las controversias, permitiendo llegar a acuerdos por medio de la discusión sobre los asuntos que se trate, independientemente de su complejidad o heterogeneidad. El dialogo contribuye a eliminar el recurso a la violencia, siendo, además, un derecho de ciudadanía que nos da la capacidad para consentir o disentir en relación con un determinado punto de vista.
En Guatemala no hemos estado acostumbrados al dialogo, y la decisiones, por tanto, se toman regularmente de manera autoritaria o discriminando a las contrapartes. Debido a esta inflexibilidad es que no se llega a pactos o acuerdos, no se abren espacios para soluciones pacíficas en las disputas. El peligro es que la intolerancia y la indiferencia que genera esta falta de dialogo conduce irremediablemente a los autoritarismos y las dictaduras.
En el pasado hemos escuchado diversos llamados al “dialogo nacional”, pero no han sido eficaces por varias razones. Una de ellas ha tenido que ver con la falta de equidad en el mismo, esto es la falta de representatividad de los diversos grupos; también lo ha sido la falta de capacidad de los distintos actores para enfrentar situaciones conflictivas en la negociación; e incluso la falta de información fidedigna y científica atinente al tema en discusión. El dialogo es para encontrar puntos de acuerdo que permitan la coexistencia del consenso y del disenso, por tanto, no debe esperarse que las soluciones satisfagan a todos los involucrados; debe prevalecer la solución democrática, la del bien común.
¿Sobre qué dialogar?, y ¿quiénes deberían dialogar? Estas son las interrogantes más difíciles de responder, pues la implementación de un dialogo eficaz es, al final de cuentas, un asunto de mecánica que debe conducirse de manera profesional y adecuada. El qué y el cómo han sido a la fecha los mayores limitantes de un dialogo eficaz, al que se suma la falta de una disposición sincera hacia el mismo por parte de algunos grupos sociales.
En cuanto a los temas sobre los que urge dialogar en Guatemala y que más preocupan a la ciudadanía podemos mencionar: el pacto fiscal que resume el tipo de Estado al que aspiramos, y el “sacrificio” ciudadano para alcanzarlo; sobre la educación que el país necesita y las formas de servirla; sobre la inseguridad y la corrupción; sobre la economía y las estrategias para reducir la pobreza; sobre la temática medioambiental y la explotación de recursos naturales; sobre la conveniencia de movilizarnos de una democracia representativa a una participativa.
¿Quiénes deben dialogar? Para que un dialogo sea efectivo, debe buscarse la facilitación por parte de entidades profesionales, siendo las universidades una posibilidad; y luego identificar a los líderes, que como los definió el sociólogo Wilfredo Pareto, son aquellos que han demostrado mayor capacidad y sacrificio por participar en la búsqueda del bien común. Eso sí, hay que tener presente que el verdadero enemigo del dialogo es el pensamiento dogmático e irracional, el que elimina la necesidad de ponderar los distintos argumentos; el que en realidad es también enemigo de la democracia.