Algunas personas asumen que la crisis que vive el País es resultado del retiro del Estado de algunas de sus funciones importantes como consecuencia del Consenso de Washington. Otros argumentan que la crisis se debe a la incapacidad de los modelos desarrollistas y asistencialistas que se han implementado en diferentes épocas y contextos. Mi opinión es que la crisis es más profunda e histórica, por cuanto lo que ha faltado es una visión estratégica de Estado, tarea cuya responsabilidad primaria recae en los partidos políticos, ¡a ellos compete ésta responsabilidad!, pues en teoría son éstas las entidades llamadas a la articulación de los intereses sociales, y a mediar entre los grupos de la sociedad y el Estado, para lo cual deben recoger las expectativas, las opiniones y visiones en los diferentes ámbitos de la nación. Pero en nuestra realidad, los partidos políticos han participado casi exclusivamente en la lucha por el poder a través de los procesos electorales, descuidando las otras funciones que, por estratégicas, son fundamentales. A su vez, la crisis de los partidos políticos se debe a la falta de democracia interna, y a que sus dirigentes no promueven el ejercicio del debate y de la razón; se sabe que obligan a sus Diputados a seguir mandatos, con lo que la democracia “representativa” no representa a los electores, sino a los líderes del partido. Un criterio generalizado es que los partidos políticos no representan nada más que a los grupos de poder.
Debido a ello, Guatemala se encuentra en problemas derivados de la dificultad para satisfacer las expectativas sociales - las que trascienden los mínimos vitales - , y de la incapacidad del Estado para crear una identidad nacional, lo cual se dificulta cada vez más por cuanto las diferencias se acrecientan. Estos elementos, de por si complejos, complican la ya difícil situación nacional.
Estas realidades son la que han fortalecido la participación ciudadana como un proceso mediante el cual personas en lo individual o colectivamente, accionan para vincular los ámbitos políticos o públicos. Si su accionar es en los ámbitos políticos, los grupos se constituyen en movimientos de militancia para procesos electorales o para la conformación de partidos políticos. Y si su accionar es en el ámbito de temáticas “publicas”, se constituyen en movimientos sociales, tipo ONG´s u otras modalidades como asociaciones o fundaciones.
Tradicionalmente la participación ciudadana se refería en exclusiva al ejercicio del sufragio, pero hoy se ha ampliado a otros mecanismos de inclusión que intentan generar esquemas vinculantes. Es un pasar de una democracia representativa a una participativa o directa, en donde los individuos pueden participar activamente en la toma de decisiones y la gestión pública.
Las preguntas que surgen son: ¿se agotó el modelo de articulación entre el sistema político y la sociedad?, ó ¿ha habido en algún momento de nuestra historia contemporánea un articulador eficaz?. La participación ciudadana se origina, pues, en la falta de mecanismos de intermediación y de aglutinadores de los intereses sociales, en la debilidad del sistema político y de los sindicatos. Estas asimetrías han dado lugar al surgimiento de la “sociedad civil” en sus modalidades de ONG´s y de movimientos sociales. Estos últimos, los movimientos sociales no se identifican con un código político establecido (izquierda, derecha, liberalismo, conservadurismo), ni socioeconómicos (clase obrera, media, pobres, ricos, etc.); son tipos de acción colectiva bajo unos objetivos comunes que les permite orientar sus acciones.
Sea por el retiro del Estado, por la debilidad de los partidos políticos o por la falta de una identidad nacional, hay un innegable renacer del ciudadano por participar. Ello es una realidad que será más eficaz para el bien del Estado en la medida que se organicen bajo liderazgos idóneos y encuentren los canales adecuados para incidir en las decisiones importantes.