Para agenciarse de divisas y así comprar lo que no se produce aquí
Septiembre 2008
La historia económica de Guatemala se ha caracterizado siempre por la preferencia con que el Estado ha privilegiado al sector exportador sobre el comercio interno. Ya durante la Colonia la economía giraba alrededor de las exportaciones, y la producción de añil y cochinilla eran como el centro del esfuerzo nacional. Más adelante en los inicios de nuestra vida independiente, y especialmente con los gobiernos liberales, se cambió la estructura social de amplias regiones del país para producir café para la exportación, cuya ventaja era la mano de obra barata.
Durante el siglo pasado se siguió la misma lógica, y se construyeron ferrocarriles y carreteras para llevar la producción a los puertos de exportación, formato que continúa en la actualidad, pues el sistema vial nacional sigue siendo diseñado y construido de tal manera que los puertos de exportación son los puntos de referencia más importantes. Más recientemente, el “Consenso de Washington” planteó como urgente y determinante a los países en desarrollo, el tener que correr a los nichos internacionales de mercado, como si de ello dependiera totalmente el desarrollo económico y social. La exportación de bienes de un país tiene como finalidad el agenciarse, por ese medio, de las divisas que se requieren para importar aquellos productos y servicios que el país no produce. No es otro el fin. Pero cuando analizamos el caso guatemalteco, encontramos que las exportaciones han servido en muchos casos para expatriar capitales y dejarlos afuera, lo cual encuentra su justificación en la inseguridad interna. También sirve para importar bienes, que en la mayoría de los casos en los últimos años han sido para los denominados suntuarios, que aun cuando ayudan a un mayor confort en la vida, no siempre son indispensables. Y en menor escala, las divisas sirven para la importación de bienes de capital, que son básicos para producir, o para mejorar la producción nacional mediante la productividad, que se logra con la incorporación de tecnologías. Pero la experiencia nos demuestra que el desarrollo económico no es una carrera para alcanzar un nicho de mercado internacional, sino un proceso, generalmente lento, inducido y tortuoso, de articulación productiva y socio-institucional interna en los territorios de cada país.
Guatemala necesita urgentemente fortalecer su mercado interno, para lo cual la inversión en el interior del país es imprescindible; y para que ella se dé, previamente el Estado debe definir una estrategia de facilitación de la infraestructura humana y física indispensables para que luego llegue y se instale la inversión privada; no puede ser de otra manera, pues la experiencia enseña que cuando el Estado abre nuevas carreteras, o lleva energía o cualquier otro medio de comunicación, inmediatamente surgen empresas en esos territorios. Esta lógica garantizará las posibilidades de desarrollo económico, e incluso de ampliar los nichos de mercado internacionales en el futuro próximo, pero ello con la virtud que será en una forma coherente, proveyendo posibilidades a todo el territorio nacional y a diferentes actividades, y no solo a ciertos territorios o sectores. Será, por lo tanto, más consistente en el largo plazo, y, sobre todo, más equitativo.
Las exportaciones son solamente una parte de la producción total, y aun cuando importantes, no aseguran el desarrollo por cuanto no garantizan la introducción de innovaciones en el sistema productivo interno, al ser limitados los eslabonamientos productivos entre las actividades de exportación y el conjunto del tejido productivo local. Por otra parte, no son grandes generadoras de empleo cualificado.
Creo, por tanto, que se debe acompañar la política de promoción de exportaciones con una política orientada a la innovación empresarial y a la incorporación de tecnologías de las micro y pequeñas empresas, que constituyen la inmensa mayoría del tejido empresarial en Guatemala, y que por lo mismo son un elemento estratégico y fundamental para incidir en la generación de empleo e ingresos de la población.
Estamos ante un contexto de creciente apertura externa y globalización de determinadas actividades dinámicas, y ello hay que apoyarlo; pero sin descuidar lo más importante, esto es, la facilitación para las empresas no exportadoras del interior del país que son las que pueden generar más empleo y riqueza. Se trata de una estrategia que apoye el comercio exterior, pero sin descuidar el comercio interior.