Los medios de comunicación I

Cuánto influyen en la agenda política y en las decisiones de su público.

Mayo 2007

En el siglo XIX el único medio de comunicación público era la prensa escrita y su cobertura era lo local; no fue sino hasta finales de ese siglo cuando surgen en Estados Unidos, en Inglaterra y Francia los periódicos con proyección nacional, para lo cual fue decisorio el invento del denominado papel periódico. Más tarde, ya en el siglo XX, se inaugura la radio como medio masivo de comunicación y, a mediados del mismo, la televisión, que vino a suplantar la reflexión por la imagen. Hacia finales del siglo recién pasado, surge la internet.

Los medios de comunicación cumplen en las sociedades modernas tres propósitos fundamentales: informar, formar y entretener. La información es quizás el elemento más reconocido de un medio de comunicación, y el que genera mayor interés por parte del receptor del mensaje. El entretenimiento es el elemento que complementa la función de los medios, y que a su vez puede ser un informador e inclusive un formador de criterios.

Pero es precisamente en la función de crear opinión pública en donde se ubica una contradicción compleja, por el intento de unir la opinión personal del redactor con los asuntos públicos, es decir el uno con los muchos, el interés común con los criterios y preferencias individuales. La opinión es un parecer, y acá se encuentra la responsabilidad mayor del comunicador, por cuanto su opinión debe estar basada en la verdad, la que definiremos como la concordancia entre la realidad y el pensamiento que de ella se tenga. La verdad es lo que la cosa es, y sus enemigos son la mentira, el error, la doblez y el silencio. La mentira es un engaño voluntario, el error una equivocación por cuanto se asume que la persona no tiene la intención de engañar; la doblez es el querer que una cosa aparente ser lo que no es o decir una cosa para que se entienda otra; y el silencio es callar lo que se debería decir. Y es ante estos riesgos con los que se enfrenta el comunicador.

Cuando lo que se intenta es dirigir la opinión pública, la función del medio ya no es deliberativa, sino de propaganda, con intención deliberada despertando emociones a favor o en contra de un propósito. Este fenómeno se vio claramente en ciertos medios informativos norteamericanos cuando intentaron justificar la invasión a Irak bajo el argumento de posesión de armamento atómico, reproduciendo la propaganda gubernamental sobre la amenaza a la seguridad norteamericana, amenaza que luego se comprobó inexistente. Los medios, a través del trabajo que hacen de selección, de jerarquización y de orientación de los temas políticos, influyen en las prioridades de los ciudadanos y en sus preferencias políticas. Los medios pueden priorizar los temas, y con ello hacen que el público redefina significados en su vida. Los medios pueden privilegiar ciertas noticias, y redefinir la agenda de preocupación y acciones de la sociedad, lo que les da un poder incomparable. Y en esas agendas pueden plantear opciones optimistas o pesimistas de la noticia.

Una dificultad adicional en los medios de comunicación es, pues, el relativo al difícil equilibrio entre el poder, la responsabilidad y la libertad. Exceptuando la internet, que como dicho no tiene dueño, los demás medios lo tienen, y allí se ejerce el poder que puede restringir la libertad de expresar en los medios la noticia o la opinión, especialmente en los editoriales, que son, en definitiva, los que orientan el mensaje central del medio y, algunas veces, tergiversan la realidad (la verdad de las cosas). Tienen también el poder mediante los head lines o encabezados de primera página. La libertad en los medios es, pues, indispensable para que el debate se dé.

Los medios de comunicación son los principales reproductores de la cultura de un pueblo. Como sabemos, las culturas son móviles, y esa movilidad viene del desplazamiento que en sus fronteras se pueda generar con nuevas ideas, diferentes formas de acercarse a la realidad, y ahora que la comunicación se ha globalizado, con la incidencia que los sucesos de otras latitudes puedan tener en la cultura propia. Ello se ejemplifica en el entretenimiento, en el que la noticia del deporte mundial es de interés de todos, o de las modas en el vestir o en las comodidades de la electrónica que son conocidas inmediatamente en todo el mundo mediante la información que nos trasladan los medios, y que se vuelven parte de la vida propia.

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