“Tomar conciencia que esa alternativa está en la generación de oportunidades”
Abril 1994
En la década de los años 60 la guerrilla marxista fue expulsada de la Sierra de las Minas, en el oriente del país, por una fuerza de contrainsurgencia liderada por el coronel Carlos Arana, quien, años más tarde, fue premiado por esa acción en unas elecciones libres, con la Presidencia de la República.
A principios de los años 70 la guerrilla marxista volvió a entrar al país, esta vez por el Ixcán, en grupos muy pequeños, y después de aprender a sobrevivir en la selva inició su acción de proselitismo. Al pasar el tiempo, más o menos dos años, la propuesta de los guerrilleros, expresada en las lenguas vernáculas, y fundamentada en el odio a los ricos (la lucha de clases), fue aceptada por algunos indígenas desposeídos y abandonados en inhóspitas regiones. Esos campesinos recibían, por vez primera, una alternativa, una esperanza, para cambiar su inveterado estado de vida, lleno de privaciones y miserias. A los primeros grupos de guerrilleros se incorporaron campesinos que habían sido expulsados de sus tierras, como consecuencia de los repartos de fincas que se dieron en aquellas regiones durante las décadas de los años 60 y 70.
El movimiento guerrillero marxista llegó a ser fuerte en la región de Ixcán hasta que nuevamente la contrainsurgencia lo venció militarmente, ya en los inicios de la década de los años 80, dejando, a partir de entonces, un sistema de autodefensa que ha traído problemas adicionales, debido, fundamentalmente, al poder que las armas le dan a los habitantes del área rural que se incorporan. Lo dramático de esta historia, recurrente, es que los habitantes del área rural de Guatemala siguen en la miseria. Y son millones de personas los que sufren de la falta de asistencia en salud, educación y, en general, de oportunidades de una vida mejor. Y las opciones de solución se complican cuando nos encontramos con la multiplicidad étnica, y no sólo de lenguas, sino de relaciones sociales, aprehensiones y visiones.
¡Esta situación no puede seguir! Las causas que originaron el malestar social y político en el área rural de Guatemala continúa vigentes. Y no se puede seguir frenando la acción violenta con más violencia. Urgen otras soluciones que saquen, de una vez por todas, del abandono y la miseria a esos compatriotas. De lo contrario vendrán, nuevamente, los ideólogos de la violencia, los que proponen la lucha de clases como dialéctica, y que lo que buscan, al final, es la toma del poder para crear un utópico Estado en el que, según su óptica, no habrá clases, Estado que ya se ha demostrado que empobrece más, eliminando hasta la libertad, que es, en la actualidad, de lo poco que disfrutan los campesinos que viven aislados en las montañas del altiplano guatemalteco.
La solución a este serio problema requerirá de la participación de todos. De todo el Estado guatemalteco: Gobierno, políticos, empresarios, trabajadores, mujeres, religiosos y jóvenes. Y por supuesto, de los habitantes del área rural que, como he dicho antes, son los más afectados.
Cada uno de los grupos debe aportar lo suyo. Pero todos conscientes de que el tema más prioritario de la patria es el combate de la pobreza en el área rural, donde viven 6 de cada 10 guatemaltecos, pero en donde esos casi 6 millones están muriéndose en la miseria.
Con las pláticas de paz se establecerán los foros civiles, y es en éstos donde se debe buscar las soluciones, todas ellas dentro del marco constitucional, para resolver la miseria para la vía civilizada. No por la escogida por aquellos grupos que se iniciaron en la Sierra de las Minas en los años 60´s, o en el Ixcán en los 70´s.
¡Y claro que hay soluciones! Pongo por ejemplo el tema de la educación, que es, de todas maneras, el bastión del desarrollo. En este tema nos encontramos con que el esquema utilizado tradicionalmente no ha funcionado. La alternativa es un sistema educativo adecuado para el área rural, que tenga como objetivo la educación orientada al trabajo, con programas y horarios flexibles, elementos estos tres, que son los que los padres de familia requieren. Y, por supuesto, con participación de comités de padres de familia para supervisar el funcionamiento, y para darle, al programa normativo básico del ministerio de Educación, los elementos culturales de la comunidad específica.
Alternativa como la propuesta requerirá, en primer lugar, de una toma de conciencia del magisterio, para hacerla viable, y de una inversión económica importante, que debería venir de una estructuración más adecuada del presupuesto nacional.
En el tema de la educación tenemos un ejemplo claro de la estrategia que debería implementarse para la búsqueda de soluciones. En la educación, por ejemplo, hay de hecho y derecho una amplia participación de la sociedad civil, a través de cientos de colegios privados, de programas de educación en el área rural y de programas de alfabetización. Es, en mi opinión, cuestión de hacer de la educación el tema prioritario nacional, conscientes de que es nada más que uno, el primero eso sí, de los grandes problemas de nuestro país. Pero convendría hacer todo un planteamiento formal para el área rural. Una agenda, que indique las acciones y direcciones a seguir.
La mayoría de las personas que viven en las ciudades, especialmente en la ciudad capital, los ilustrados que leen y se enteran por los medios de comunicación de la situación de interior del país, no conocen la realidad del área rural de Guatemala. Y sólo imaginan las privaciones de esos 6 millones que carecen de todo. No saben, por tanto, la desesperación que a veces invade la mente de los paupérrimos que están dispuestos a agarrarse de una esperanza. Es nuestra obligación evitar que esa esperanza se las den aquellos que proponen la violencia como alternativa.