La microempresa familiar: lógicas de inicio y de acumulación

“Se inician a partir del ahorro familiar”

Abril 2000

Las microempresas, casi siempre de carácter familiar y ubicadas en el denominado sector informal de la economía, se inician a partir del “ahorro” logrado por un miembro de la familia. Este ahorro puede provenir de diferentes fuentes: puede ser de los ingresos monetarios recibidos de la venta de su mano de obre en trabajos agrícolas de la bocacosta guatemalteco, o en algunos áreas fronterizas del lado de México. O de los ahorros monetarios obtenidos de trabajar como ayudante de transportistas. O de las ‘remesas“ enviadas por algún pariente que emigró a EE.UU. Algunos otros se han iniciado con préstamos, otorgados por parientes o amigos. No existe en Guatemala entidades que provean de capital para el inicio de una actividad en el sector informal, aun cuando hay una buena cantidad que proveen préstamos a las que ya tienen más de un año de operación.

Una vez iniciada la microempresa por un miembro de la familia, casi siempre del padre o un joven soltero que luego forma su familia (hay pocos casos de inicio por parte de mujeres, pero los hay), empieza el proceso de ‘acumulación‘. Este proceso es el que logran vendiendo sus servicios o productos a un valor mayor que su costo, lo cual calculan con precisión, pero sin incluir en el cálculo de costo el correspondiente al trabajo familiar, que casi siempre suma la totalidad de mano de obra. De manera que la acumulación la logran ahorrando el costo laboral. Y la familia se beneficia porque ‘comen‘ de los excedentes producidos por la microempresa. Es casi como que obtuvieran un ingreso de subsistencia por su trabajo en la microempresa.

Otra fuente de ahorro proviene de que en la mayor parte de casos no necesitan alquilar espacio físico para trabajar, pues utilizan su vivienda.

Los empresarios propietarios de microempresa llevan control de sus operaciones conocen con exactitud los costos de su negocio, aun cuando no lleven una contabilidad formalizada. Pero “apuntan” los ingresos, los costos, y, muchas veces, el inventario que poseen (al menos lo tienen en la mente), así como lo que deben. De manera que saben cómo manejar su microempresa, y saben hasta dónde pueden “rebajar“ los precios de venta, pues la costumbre de regateo es muy arraigada.

Se puede concluir, entonces, que la acumulación a partir del ahorro de excedentes se da en la mayoría de microempresas, y este se reinvierte, casi siempre, en mayores inventarios. Y otra parte en comodidades para el hogar (refrigeradora, estufa, televisión, vehículos, estudios para los hijos, etcétera). La acumulación se confirma en el hecho de que la mayoría de propietarios de microempresa indican tener un incremento en sus inventarios, y sobre todo, una esperanza de mejoría en ingresos a futuro, el cual no puede venir si no es a partir de tener mayores productos o servicios a ofrecer, que devienen de mayores ingresos previos.

La microempresa tiene la ventaja de que logra acumulación y ahorro a partir del trabajo familiar, de bajo sueldo, y del no pago de impuestos, tanto sobre la renta, como el de consumo (IVA). Tampoco pagan el ‘seguro social‘, cuya cuota para el caso guatemalteco incluye: tratamiento y hospitalización por accidentes, y para algunos departamentos de la República, enfermedad común y maternidad, así como jubilación, vejez e invalidez. Y al no pagar al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social tampoco cancelan la cuota correspondiente el Instituto Técnico de Capacitación (Intecap), entidad que provee capacitación laboral; ni la cuota correspondiente al Irtra, destinada a la recreación de los trabajadores de la empresa privada. Todo lo anterior, que no cotizan, les da una “ventaja” de costos sobre la empresa formalizada y contralada por los sistemas estatales.

Hay que dejar constancia que adicionalmente al proceso de acumulación y ahorro de la microempresa, se da también un hecho importante a destacar, y es el que cuando una microempresa familiar (al igual que la mediana o grande) pasa por momentos críticos, especialmente financieros la familia aporta sus mejores esfuerzos por sacarle adelante, lo cual no sucede en las empresas de capital (en que los aportes son numerarios pero no hay una identificación familiar), y en las que ante las crisis, los ‘socios‘ tratan de rescatar sus aportes para salvaguardar su patrimonio. U esta hecho, el del sacrificio familiar, hace que las entidades productivas, y la familia, se vinculen con mayor adhesión, preservándola más contra los embates exteriores.

La microempresa, por su característica de integrar a la familia en la actividad laboral, y de que los miembros de la misma reciben ingresos menores que los empleados en empresas ajenas, aunado al no pago de tributos sobre la renta y otros, permite que la microempresas logren acumulación de capital, el cual destinan a satisfacer sus necesidades de vida, así como a la re-inversión y el ahorro. Hay, pues, evidencia empírica de una estrategia de acumulación. Y la importancia de ello es indiscutible, pues permite varias cosas. Por una parte, el crecimiento de la microempresa, y con ello, la mejoría material de la familia. Y por otra, el que las familias al resolver el problema existencial de sobrevivencia, puede liberar tiempo y energía para otras actividades, como la social, por ejemplo, lo cual consolida la vida comunitaria y fortalece la vida en democracia, al permitirles la participación. De manera que, aun con las limitaciones indicadas en cuanto a que no tributan, a que el empleo que producen no cubre el salario mínimo ni las protecciones legales, la microempresa sí está contribuyendo al desarrollo nacional.

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