“La lucha por dotar de mejor educación a los jóvenes”
Marzo 2007
No cabe duda de que la educación es una de las tareas más importantes de un Estado, y por esa importancia es que le corresponde a toda la sociedad el asumirla, y no solo a los maestros o al ministerio, como a veces es visto por algunos ciudadanos.
Esa importancia central de la educación deviene de que esta cumple al menos tres propósitos fundamentales: formar a los niños y jóvenes para vivir en sociedad; formar ciudadanos responsables; y formarlos para el trabajo. Estas tres tareas son de primordial importancia para la estructuración de un Estado funcional.
La escuela es el lugar físico del esfuerzo de la educación, y por tanto el facilitador visible, en el que deben convocarse los diversos actores del sistema, es decir, los maestros, los alumnos, los directivos de la escuela, los padres de familia, así como las entidades que apoyan el sistema. De manera que la escuela o el colegio no deben verse, como a veces sucede, como la “guardería” en la que se deja al niño para que los maestros lo cuiden y eduquen.
Para el logro de una adecuada educación en el país se requiere de tres elementos que hay que promover: el primero es el de la cobertura, es decir el procurar que la escuela llegue a todos los niños de todo el territorio nacional; un segundo elemento es el relativo a la calidad, es decir la estrategia para que esa educación sea proveída con los métodos y medios más adecuados; y el tercer tema es el de la pertinencia, es decir que la educación tenga sentido para la vida futura de los niños y niñas, y que sea servida con equidad.
En el primer tema, el de la cobertura, se ha avanzado en los últimos años en nuestro país; hoy sabemos que el ingreso a primaria abarca al 94 por ciento de los niños. Pero el problema es que solo la concluye un 39 por ciento. Los demás desertan debido a varias causas que pueden resumirse en problemas de pobreza y desnutrición, ruralidad, género, etnia y cultura, y también en algunos casos, en la irresponsabilidad de los maestros.
Para lograr una mayor retención de niños en la escuela, debe abordarse cada una de las temáticas enunciadas con estrategias diferenciadas. Así, para la pobreza lo más adecuado es el desayuno escolar nutritivo y adecuado a la costumbre del lugar. Para la ruralidad procurar una educación de mayor pertinencia para los intereses de los habitantes de esas áreas, así como proveer más y mejor infraestructura de escuelas. Para el tema de etnia, fortalecer la enseñanza bilingüe, al menos en los cuatro idiomas principales (k’iche’, mam, q’eqchi, kaqchikel). Para el tema de género una modalidad que ha mostrado ser eficiente son las transferencias monetarias a los padres de familia para que envíen a la niña a la escuela, en vez de exigirle que ayude en las tareas familiares. Adicional a lo anterior, deben procurarse maestros mejor preparados y motivados, usando al efecto evaluaciones y compensaciones económicas acordes con los resultados. Un tema adicional y que se ha comprobado que ayuda a la retención de niños en primaria es fortalecer la inscripción en preprimaria, a donde hoy llega únicamente el 47 por ciento.
La preocupación de todos debe ser el saber que solamente un 19.6 por ciento de jóvenes concluyen la educación secundaria (diversificado), lo que hace que el nivel general de escolaridad sea de aproximadamente cuatro años, una escolaridad muy baja para lograr personas mejor preparadas. Para mejorar los tres elementos mencionados, cobertura, calidad y pertinencia, es impostergable aumentar la inversión que actualmente el Estado hace en el sistema educativo, el que actualmente es equivalente a un 2.5 por ciento de la producción nacional, medido por el PIB (Producto Interno Bruto), el que debiera llevarse a un mínimo del 4.5 por ciento del PIB. Lo anterior es viable en la medida en que se tome conciencia de la importancia de la educación para el Estado, y que en base a ello se le dé la prioridad debida.
Otros mecanismos viables para mejorar la inversión en educación son los discutidos recientemente en un taller realizado en Quetzaltenango organizado por el Diálogo para la inversión social; entre esos mecanismos se propone los aportes de la iniciativa privada, así como los que desde la Municipalidad deben realizarse. Actualmente los municipios invierten en educación únicamente el 7 por ciento de sus recursos, lo cual demuestra que no está en el centro de sus prioridades. El cambiar esta política es responsabilidad de los ciudadanos, quienes debemos exigir a las autoridades de los gobiernos locales que pongan más interés en la inversión educativa, no solo en la parte de infraestructura y equipamiento de escuelas, sino adicionalmente en la generación de un ambiente más proclive a la educación, con actividades culturales, deportivas y en general todo aquello que motive y forme sanamente a la juventud. Y el aporte de la iniciativa privada puede darse con donaciones en suministros variados para la escuela, pero sobre todo con la participación del empresariado en el sistema, sugiriendo las mejores ideas para que la educación les sea útil a los jóvenes en su futuro laboral. Más y mejor inversión en educación es bueno para el Estado y por tanto para todos.