“En Totonicapán las familias rurales tiene mejor nivel de vida”
Diciembre 2006
Guatemala es aún un país rural, con poco más de la mitad de sus habitantes viviendo allí. Y es en el área rural en donde la pobreza se manifiesta con mayor énfasis, debido especialmente a que se ha descuidado la inversión en las personas, y en la infraestructura para la producción, las que se han concentrado en las áreas urbanas, especialmente en la metrópoli capitalina.
Es evidente que una razón de esa pobreza es que se ha pretendido depender excesivamente del potencial agrícola del país, descuidando el apoyo que debiera darse a otras actividades productivas que indudablemente tienen viabilidad y posibilidades de generar más bienestar a los pobladores rurales, tal como sucede en el departamento de Totonicapán, en donde la agricultura ha dejado de ser la actividad principal, para convertirse en complementaria. En Totonicapán las familias rurales viven mejor que en otros departamentos, generando sus ingresos de servicios variados, como el comercio, las manufacturas, el turismo, las artesanías, las actividades forestales y pecuarias, entre otras.
La visión unívoca rural–agro ha sido causante de buena parte de la conflictividad socio–política en nuestra historia, y debemos entenderlo y afrontarlo con inteligencia. Comprender que no es posible ni viable que la agricultura saque de la pobreza a millones de personas; siempre se requeriría de más tierra que la disponible en el territorio nacional.
A partir de los Acuerdos de Paz se discute con mayor énfasis, y a veces pasión, la temática de la tierra, y se han implementado estrategias que necesitan perfeccionarse. La más reciente propuesta es la del Plan Visión de País (ver articulo “¿Se muere el Plan Vision de Pais”?). Este Plan, que ha sido elaborado y signado por los partidos políticos con representación parlamentaria, plantea como novedoso que el desarrollo rural es un proceso de articulación entre los territorios rurales y los urbanos, con consideraciones diferenciadoras en cuanto a territorios, a través del desarrollo económico productivo basado en las cadenas productivas que tengan ventajas competitivas, en un ambiente multisectorial, como la agricultura, el turismo, la actividad forestal, entre otras.
Guatemala puede y seguirá siendo rural por mucho tiempo, pero con un cambio fundamental: acercar los servicios de salud y educación a los ciudadanos rurales, y apoyando en capacitación e infraestructura para las nuevas actividades productivas que deberán enfocarse en el turismo rural, las manufacturas y artesanías, lo forestal y, por supuesto, en lo agropecuario, pero con acompañamientos que ayuden a una mayor productividad en estas áreas.
Este reenfoque de la producción rural requerirá de inversiones importantes, las que a su vez generarán empleo ingente que puede ser a su vez ocasión de capacitación. A la gente del área rural hay que darle una respuesta digna y eficaz. O seguimos generando expectativas difíciles de cumplir en lo puramente agrícola, o abrimos la agenda a nuevas opciones que permitan garantizar un mejor nivel de vida futura y un aliciente para de inmediato incluir los servicios que garanticen un mejor nivel de vida.