Se dice que en un país hay un buen gobierno, cuando los ciudadanos perciben que la economía va bien; cuando la autoridad de sus órganos responsables se hace evidente, sobre todo en la seguridad ciudadana; y cuando los gobernantes irradian credibilidad y consistencia entre lo que han dicho que harán, y lo que están haciendo.
El tema de la Gobernabilidad y Transición ha sido recientemente discutido en Quetzaltenango por tres politólogos, el doctor Mario Solórzano, y el doctor Víctor Gálvez y el licenciado Rokael Cardona, en un evento patrocinado por la Fundación Frederich Ebert.
Para el doctor Solórzano, quien habló de gobernabilidad y social civil, en las últimas décadas hemos vivido una democracia de fachada, en la que la sociedad civil estuvo restringida, el Estado impuso su ideología (anticomunismo), el ejército sustituyó la voluntad popular, la impunidad imperó en la policía y la justicia, la economía fue intervenida por el Estado, en vez del mercado.
El tema de Gobernabilidad y Transición, con especial dedicación a partidos políticos, fue abordado por el doctor Víctor Gálvez, y lo enfocó desde dos perspectivas: una, la de cómo los problemas de gobernabilidad adecuan los nuevos modelos de desarrollo, concretamente el de ajuste estructural, de mercado y subsidiariedad; y el de cómo los problemas de gobernabilidad afectan el orden político, democrático.
Y el licenciado Rokael Cardona, abordó el teme Gobernabilidad y las políticas públicas, planteando que el contenido de las políticas públicas se ha convertido, en los últimos años, en fuente permanente de crisis, especialmente, por cuanto estas políticas son parcialmente inducidas por lo que llama la transnacionalización económica, financiera y política.
Hasta aquí, en apretado resumen y según mi entendimiento, lo dicho por cada uno de los tres expertos. Lo interesante de destacar, y lo dijeron los politólogos, es que un régimen puede ser gobernable no importando la filosofía que siga el gobierno, sea ésta más o menos democrática, y tenemos ejemplos. Es gobernable un Estado como el cubano o el de la China continental, en donde hay severas restricciones políticas; o como lo es Suiza, Noruega o Estados Unidos, en donde la sociedad decide más sobre el curso de los acontecimientos.
Lo que es más difícil de administrar es la transición política, de un estilo de gobernar hacia otro, especialmente de uno dirigista o autocrático, a uno más abierto, más democrático, fenómeno que estamos viviendo en Guatemala, y que se ha vivido en muchos países en las décadas recientes.
En esta transición es fundamental la toma de conciencia de todos, la apertura mental y, sobre todo, la disposición a cambiar actitudes que han causado confrontaciones perniciosas.
La transición es como cuando vamos conduciendo un vehículo y llevamos un buen control sobre el mismo, pero de repente decidimos avanzar, y pasar al vehículo que va frente a nosotros. Si no lo hacemos bien, si no gobernamos el timón y el vehículo podemos chocar.
El tema de la transición, y por sobre todo su manejo, es hoy de primera importancia. Y de su buen manejo dependerá que logremos construir una nación en la que todos los guatemaltecos nos sintamos incluidos. Se requiere de un renovado esfuerzo, pues los temas que tenemos que resolver son por demás complejos (la modernización del Estado, la ejecución de los Acuerdos de paz, la globalización económica, para mencionar lo más importantes).