Guatemala invertebrada

“Es falso suponer que la unidad nacional se funda en la unidad de sangre”.

Julio 2010

El filósofo español José Ortega y Gasset, (1883-1959), publicó en 1921 un libro con el título de “España Invertebrada” que explica las circunstancias que en aquel momento hacían de ese país uno con serias dificultades para encontrar su destino. De ese documento tomo el tema para trasplantarlo a nuestra realidad actual, utilizando los instrumentos de análisis que utilizó el filósofo, para reflexionar sobre nuestras circunstancias y futuro.

Lo primero a considerar es el concepto de Nación, sobre el que puede haber interpretaciones muy variadas; lo importante es que debe plantearnos un proyecto sugestivo de vida en común, la imagen de una existencia más deseable para que inspire ilusión hacia el mañana. Ello aclara el rumbo de país. Sabemos que una Nación es una ingente comunidad de individuos y grupos que cuentan unos con los otros, por lo que la convivencia nacional es una realidad activa y dinámica, no una coexistencia pasiva y estática, y menos aún una selva en que se pelea la sobrevivencia arrastrando a los demás.

En Guatemala se viven serias carencias y profundas debilidades que ponen en riesgo la existencia misma del Estado, lo cual obliga a considerar estrategias y propuestas que fortalezcan la Nación, pues no hay duda que la idea de grandes cosas por hacer engendrar la unificación nacional. Así lo han hecho los países que han avanzado en esta ruta. La pregunta es, ¿cómo lograrlo?, especialmente considerando nuestra “embriogenaria defectuosa”, basada en un coloniaje que no construyó base social educada y sana; y luego una vida independiente de tumbos, desconfianzas y resentimientos, alimentados por líderes políticos improvisados y oportunistas.

La buena noticia es saber que es falso suponer que la unidad nacional se funda en la unidad de sangre, y que al contrario, la diferencia racial, que sabemos ha existido y existe en todos los países del mundo, subraya lo que hay de específico en la creación de todo Estado. Reiteramos que lo que hace la Nación no es la unidad de sangre, sino la incorporación, incorporación que es una articulación de grupos étnicos o políticos diversos, con una comunidad de propósitos, de anhelos. Grupos que no conviven para estar juntos, sino para hacer algo juntos.

El problema es que en la práctica ese proceso de unificación, de integración, tiene como contrapunto un proceso diferenciador, al que Ortega y Gasset denominó como los “particularismos”, que ya el filósofo advirtió como lo más grave de una sociedad, más grave que “los movimientos de secesión étnica y territorial”. Efectivamente, las clases, los gremios, las grupos diferentes son a veces más radicales que los núcleos políticos y étnicos. Estos particularismos hacen que unos grupos no quieran contar con los demás, utilizando lo que se denomina la “acción directa”, los pronunciamientos, que son siempre excluyentes, que creen no tener que contar con los demás.

Ante ello, lo fundamental, el hecho primario de incorporación social es la organización en dirigidos y directores del conjunto humano. Nos recuerda Ortega y Gasset que “donde no hay una minoría que actúa sobre una masa colectiva, una masa que sabe aceptar el influjo de una minoría, no hay sociedad, o se está muy cerca de que no haya”. Debe haber, pues, una “masa y una minoría selecta”, en la que el ejemplo cunde, y los inferiores se perfeccionan en el sentido de los mejores. Es el mecanismo de ejemplaridad-docilidad. El filósofo español advirtió para la España de su época: “la rebelión sentimental de las masas, el odio a los mejores, la escasez de estos; he ahí la razón verdadera del gran fracaso hispánico”. De igual manera advirtió algo que para España de la época era vigente, y que es de actualidad para nosotros los guatemaltecos: “el ruralismo es el signo más característico de las sociedades sin minoría eminente. Y sentenció: pueblos labriegos, pueblos sin aristocracia”. Guatemala tiene que ser vertebrada, debe con urgencia contar con una visión de Nación, con una aspiración común. Para ello el diálogo entre sus representativos más conspicuos. Un medio puede ser el Consejo Económico Social que connotados líderes nacionales, representativos de diversos sectores, están organizando; ojalá pronto lo logren y conozcamos sus propuestas.

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