“Adormecimiento de la sociedad mediante bombardeo noticioso”.
Mayo 2008
El bajo nivel educativo de nuestra población guatemalteca ha provocado que la denominada “disfunción narcótica” sea cada vez más evidente, actitud causada por la ignorancia de la mayoría de nuestros conciudadanos, y provocada por algunos medios de comunicación, especialmente escritos.
Para mejor aclarar, se entiende por disfunción narcótica la actitud social que hace que la gente se adormezca ante el bombardeo de noticias sobre una temática que, además de ser de fácil comprensión genera en la población un entretenimiento, aun cuando este sea malsano, y por ello disfuncional.
Se utilizó por primera vez esta denominación en la España de las primeras décadas del siglo pasado, cuando la prensa en general ocupaba buena parte de su espacio en noticias sobre el fútbol, consumidas por la mayor parte de la sociedad y que producían en la población ese adormecimiento narcotizante. La explicación que dieron los sociólogos sobre el fenómeno es que este tenía relación con la poca educación que en aquella época padecía la mayoría de la población española, causada seguramente por los altos niveles de pobreza en que vivían. Y por tanto, el deporte de las patadas era la distracción más apreciada.
Traigo la noción a la Guatemala actual, en que por las mismas razones de pobreza e ignorancia, la mayoría de guatemaltecos hojea diariamente con fruición un periódico de venta masiva que ocupa la mayor parte de su edición con noticias muy ilustradas de los crímenes, accidentes y demás tragedias que ocurren en el país y fuera de él. El éxito editorial de ese periódico es indiscutible, se habla de 300 mil ejemplares diarios, pero hay que tener muy claro que ese éxito está anclado en la manipulación del morbo popular, de la ignorancia y por tanto de la falta de educación de la mayoría de nuestra población.
Y no es que no existan esos hechos, y tampoco que deban esconderse; pero el presentarlos como noticia de primer orden, todos los días, y con una amplísima exposición fotográfica, hace que de esta manera se esté colaborando, de forma directa, con una acción que no aporta positivamente a la sociedad, pues se abona a la formación de una mentalidad que consume esas noticias como lo hicieron los españoles de hace un siglo, con la diferencia que el fútbol era inocuo, mientras que el presentar tanta noticia sobre la violencia, y de manera tan ilustrada, genera una especie de adicción.
Se podría aducir, por tanto, que ya es parte de la cultura guatemalteca la violencia exacerbada, y por ello la costumbre a recibir esas noticias sin inmutarse. Para ello debemos recordar que cualquier cultura ha sido consecuencia de una ideología, y esta a su vez han sido jerarquizadas por los elementos que las constituyen. De ello se podría colegir que en nuestro caso se ha ido conformando una ideología que incluye la violencia y sus consecuencias como parte central de la cultura, y por tanto, debe ser aceptada como una realidad que nos condiciona.
Por supuesto que lo anterior podría considerarse como una falacia; pero de lo que si no cabe duda es que se está generando una cultura de masas, o cultura para las masas, que está enajenando, quiero pensar de manera no intencional, a las personas que la consumen y que lo hacen de manera acrítica.
En el tema específico de la violencia, sabemos que suma a ella la percepción que se tiene de la misma, y el abundar en información morbosamente ilustrada, está sin duda contribuyendo a un clima de mayor crispación.
Recuerdo el comentario que hacía hace algunos años la Ministro de Seguridad de Costa Rica explicando como en su país, a pesar de contar con el menor número de crímenes de la región centroamericana, tenía el mayor índice de portación de armas por persona y de perros de ataque; y ello debido a una percepción que se había ido formando debido a la desconfianza que les generaba los vecinos de Nicaragua en permanente confrontación.
Es pues, conveniente hacer un llamado para que sin faltar a la verdad y a la obligatoriedad de informar que tiene la prensa, se modere la exageración, tomando en cuenta el daño que causa como consecuencia de esa disfunción narcótica en nuestra actual sociedad en que aún prevalece la ignorancia.