Un desafortunado hecho social que ha acompañado a la humanidad en toda su historia es la discriminación, actitud que genera un trato de inferioridad hacia una persona o colectividad por motivos variados. Uno de estos motivos es el racismo, que presume la existencia de unas características “innatas” que determinan, por razones biológicas, comportamientos humanos diferentes. Según esta corriente político-antropológica, es la sangre la que determina la identidad de la persona, marcando esas diferencias.
El racismo ha sido considerado en nuestro medio como la causa “única” de discriminación, y el color de la piel y el vestido han sido los indicadores para considerar al otro diferente. Y durante nuestra historia, y muchas veces a causa de directrices del Estado, se ha conformado un criterio: lo blanco es mejor. Esta actitud se vio exacerbada durante los gobiernos liberales del siglo XIX con la “importación de europeos para el mejoramiento de la raza”.
Pero según la biología molecular, no existen razas humanas, lo que se demuestra por pruebas del ADN en las que queda claro que la conformación estructural de todos los humanos es similar, obedeciendo a una estructura genética o genotipo propio. Si esto es así científicamente, ¿por qué sigue usándose en los análisis sociológicos el racismo como causa de la discriminación hacia el otro?
Esta equivocada visión ha conducido a graves errores, por lo que sugiero que la discriminación en Guatemala, (que debe eliminarse), se analice más bien desde la sociológica sistémica, la que permite alejarse de las apreciaciones individualistas o colectivistas que sesgan el análisis. La metodología sistémica toma en cuenta al grupo humano estructurado desde la persona, la familia y demás conglomerados sociales, y no desde las perspectivas de análisis tradicionales como las “clases” o los “grupos sociales”. Y permite también identificar los lazos que unen, sean de carácter cooperativo o competitivo, y las formas en que los individuos se relacionan y producen los hechos sociales, en combinaciones que se pueden dar actuando en los diferentes “subsistemas” que conforman el sistema social. De manera que el análisis de la discriminación conviene hacerlo desde cada uno de esos subsistemas, esto es, desde el político, el cultural o el económico.
Esta forma de análisis hace sentido tomando en cuenta que las personas actúan, consciente o inconscientemente, en los diferentes subsistemas llegando a formar parte de ellos, por lo que es más objetivo situarse desde allí para conocer y analizar sus formas de actuar, lo que permite ver individualidades desde y dentro del subsistema político, el económico o el cultural; e incluso las interacciones entre ellos.
Así, desde la perspectiva de análisis de lo político, encontraremos causales de discriminación, como las que CIRMA ha documentado profusamente. Por su parte, la discriminación por lo económico es bastante evidente y, según mi criterio, es la más “activa”, y en base a ella podemos observar discriminación hacia el habitante rural, hacia el de menores ingresos, hacia el subalterno; considerándose siempre superior el de mayores ingresos.
Pero es en el subsistema cultural en donde se encuentra la causal más remota en el tiempo, y a su vez más actual de discriminación humana, ello debido a que los comportamientos del otro siempre han generado miedo por diferencias en el aspecto físico o por la forma de actuar o vestirse; pero al fin es un miedo por lo desconocido, lo que se traduce en una emoción que provoca huida, agresión o inhibición de la acción.
En Guatemala podemos observar cómo ha habido un permanente intento de minorizacion del otro por razones culturales, debido a que un grupo considera que su cultura es superior. En el subsistema cultural también lo religioso ha sido causante de distanciamientos.
En cualquier caso es importante diferenciar entre la concepción de etnia y raza, pues la primera hace referencia a los aspectos culturales y la segunda a los biológicos. Afortunadamente, la discriminación “biológica”, atribuida al color de la piel, ha disminuido dando paso a las otras discriminaciones mencionadas. Pero sigue siendo un asunto importantísimo. El análisis de la discriminación mediante la metodología sistémica es adecuado, por objetivo.
La forma más eficaz de disminuir las discriminaciones es por la vía de la educación y por el fortalecimiento de la ciudadanía. En la medida en que la persona reconoce al otro como persona de igual dignidad, en esa medida estaremos superando la injusticia de la discriminación.