Uno vital es el fortalecimiento de las instituciones
Enero 1999
Es evidente que Guatemala, al igual que la mayor parte de países del Mundo, está transitando de un sistema en que los gobiernos tratan de actuar en muchos campos, a un sistema en que ya no es “hacedor“ sino morigerador o normador, facilitador y vigilante. Y este tránsito no es por concesión gratuita, sino fundamentado y obligado por la constatación de la inoperancia o incapacidad de cumplir con las promesas y expectativas que esos mismos Gobiernos, y sus representantes, en nombre del Estado, hicieron por décadas a los ciudadanos. Hoy son los ciudadanos, individualmente o asociados los que ofertan los satisfactores más variados. Y el Estado debe fortalecer, cada vez más, su función de normador y, cuando la exigencia es evidente, financiador de los servicios a los más desfavorecidos. Este es el primero de los nuevos roles del Estado.
Un segundo rol para el Estado guatemalteco deber ser el de propiciar un ambiente macroeconómico y de certeza jurídica para promover la inversión productiva, como mecanismo eficaz, y único, de generar empleo permanente. Este rol es quizás más complejo que el anterior, pues en Guatemala se ha dado en las últimas décadas un sistema en que la especulación financiera ha sido la generadora de riqueza, riqueza que no ha producido bienestar más que a unos pocos “afortunados“, y que ha ido en detrimento de la mayoría de ciudadanos y del País como tal.
Un tercer rol, sin duda difícil pues no se ha dado en Guatemala, es el de la descentralización, entendida esta en sus aspectos económicos, sociales y políticos. Los últimos gobiernos han “desconcentrado“ algunos servicios públicos, pero la tendencia ha sido de centralizar más el País. Una prueba de ello, tal vez no las más importante pero si significativa, es el proyecto de la nueva carretera de circunvalación de la Capital, que costara unos 650 millones de quetzales para construir 140 kilómetros, mientras que para Ciudades como Quetzaltenango el Gobierno no invierte ni lo necesario para reparar los 9 kilómetros de carretera que atraviesan la Ciudad.
Como quiera que sea, lo que falta en este nuevo rol es tener clara la necesidad de fortaleces el poder local, de logar una mejor y más fluida intermediación entre el Ciudadano y el Estado.
Otro rol fundamental, el cuarto, para el Estado guatemalteco es el de la inversión en infraestructura; primero la humana y luego la física. La inversión en “capital humano“, muy descuidada en nuestro País, es básica y muy redituable, pues existen irrefutables pruebas en el mundo que de que en el hombre educado está el mayor potencial de desarrollo de un País. El reconocer este aspecto es cuestión de lógica y de humanismo. La otra inversión, la física, debe darse también, especialmente en apoyo al desarrollo productivo, pero una vez cubierta la anterior, de manera “diáfana y transparente“ , de preferencia utilizando los recursos de las empresas privadas, es decir, contratando los servicios, para evitar la expansión innecesaria de las entidades estatales.
Y un “ultimo rol“, ultimo en este listado incompleto, pero crucial, pues pienso que en ello está la sobrevivencia misma del Estado, es el del fortalecimiento de las Instituciones. Un Estado fuerte, sólido y permanente es aquel que se cimienta sobre instituciones sólidas, fuertes y permanentes. Y viceversa, si las instituciones se desmoronan, debilitan y colapsan, el Estado tendrá, tarde o temprano, las mismas consecuencias. Por tanto, es claro que la institucionalidad y, sobre todo, la fortaleza de esa institucionalidad es la mejor garantía de la permanencia de un Estado, pues, a la postre, son las organizaciones fundamentales de la sociedad.
Y dentro de las instituciones más importantes que deben salvaguardarse, fortalecerse y preservarse, están sin duda, la familia, la propiedad privada y la libertad.