De la anomia a una participación concienzuda

¿Cómo podemos participar y además saber si lo hacemos en la vía correcta?

Marzo 2010

Guatemala vivió, durante más de tres décadas, un cruento enfrentamiento armado que además de muerte y emigración dejó una sociedad fragmentada y confrontada, y una economía deteriorada por la destrucción de infraestructura y el freno a la inversión productiva durante todo ese tiempo. Ello produjo un legado negativo de violencia generalizada que aún sufrimos en todo el territorio nacional, además de un temor a la participación de la sociedad.

Felizmente se firmó el compromiso de paz, mismo que se ha venido perfeccionando en el tiempo, y en el que todas las personas de buena voluntad depositamos la confianza.

Desafortunadamente no se ha podido avanzar en su implementación de forma sistemática, debido a errores gubernamentales que muchas veces nos hacen retroceder, en los que la pobreza se incrementa, la inversión disminuye y con ello se frena el desarrollo en general del país. Adicionalmente se ha deteriorado la institucionalidad pública y la imagen de país, lo que a su vez desvanece más la identidad con el mismo, que es realmente la base de la participación cívica.

Pero aun así muchos guatemaltecos participan activa y responsablemente en la búsqueda del bienestar general, cada uno en el tema que le interesa y le compete, y en general la ciudadanía ha ido tomando mayor conciencia de la importancia de esa participación en los asuntos que afectan al Estado, tales como la seguridad, la educación, la salud y la infraestructura, entre otros. Se ha ido tomando conciencia de que esos temas no le corresponde abordarlos únicamente al Gobierno, sino a todos los ciudadanos, respondiendo así al principio constitucional de subsidiariedad.

La interrogante que nos hacemos es: ¿cómo podemos participar y además saber si estamos mejorando en el tema que hemos elegido? Para la participación lo recomendable es identificar las entidades que trabajan actualmente en el tema que nos interesa, y acercarnos para proponer nuestro aporte. Y para medir si se avanza en el rumbo adecuado, se producen anualmente una serie de indicadores que evalúan cada temática. Estos indicadores son producidos por organismos internacionales independientes, lo que les da mayor credibilidad y profesionalismo. Vale acá recordar que lo que no se puede medir difícilmente se puede administrar.

Así, por ejemplo, el Instituto del Banco Mundial elabora indicadores para la transparencia, la eficiencia del Gobierno y el Estado de derecho, entre otros. La UNESCO evalúa los gastos en educación. La Organización Mundial de la Salud, los gastos en salud e inmunización. El Fondo Monetario Internacional, los indicadores de inflación. La Fundación Heritage, las políticas de comercio. El World Economic Forum evalúa los avances en competitividad. De manera que existen actualmente mecanismos para evaluarnos año con año en cada tema, lo que además nos permite compararnos con otros países.

Estos y otros indicadores son medios eficaces para monitorear las diversas actividades que se dan en el país, y la importancia de conocerlas y darles seguimiento está en que ello permite buscar estrategias para mejorar en aquellos en que se nos evalúa mal.

El Millennium Challenge Corporation (MChC), una entidad norteamericana que apoya con donaciones económicas para que los países puedan mejorar sus indicadores sociales, monitorea 16 índices, en 12 de los cuales hemos mejorado en los 3 últimos años y que llevan una tendencia positiva. Estos indicadores son de buen Gobierno, de inversión en la gente y de apertura económica.

Existen, pues, medios que permiten evaluar el comportamiento del Estado, tanto en su Gobierno como en las diversas entidades que lo integran. Nuestra responsabilidad ciudadana está en conocer esos índices, evaluarlos y aportar nuestro esfuerzo en la mejora de los mismos. Podemos participar en muy diversas expresiones de la vida social con la seguridad de que nuestro aporte puede incidir y ser medido.

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