“La disyuntiva es o se privilegia la cohesión o se privilegia el antagonismo”.
Mayo 2009
El conflicto se origina cuando se da una contraposición de propuestas, de actitudes o incluso de principios; y es algo que de manera natural existe en todas las colectividades humanas y que, en las sociedades consideradas civilizadas, se logra superar mediante el consenso, mientras que la confrontación es señal de falta de civilidad.
Desde el ámbito de la política hay dos visiones para analizar el conflicto: la visión “conflictualística” y la visión “cosmopolita”. La concepción conflictualística (homo homini lupus,- el hombre como lobo del hombre-), se fundamenta en la visión pesimista propuesta por el filósofo Hobbes, quien plantea como imposible la eliminación de la hostilidad entre los hombres. En ello coincide con Maquiavelo, quien expresaba que la conflictividad extrema, representada por la guerra, es la esencia misma de la política; por ello, se trata de “eliminar al enemigo”. Marx, por su parte, propone como “constructor de la historia” la lucha de clases, en la que el adversario es enemigo, justificándose por tanto los regímenes no democráticos. Estas concepciones conflictualísticas muestran una idea oscura y pesimista del hombre y de su lado fanático, con su sed de poder y, por lo tanto, con su tendencia natural a la lucha de todos contra todos.
En la otra visión, la “cosmopolita”, los conflictos pueden ser superados desde una perspectiva ordenada y civilizada, representativa de la concepción consensual de la política (homo homini socius). Es la opción que permite la búsqueda del consenso. Esta visión es propuesta por el filósofo Kant quien resalta el aspecto positivo del conflicto social y político, que puede llegar a ser domesticado a través de un poder fundado en la ética. Kant propone que los hombres presentan una fuerte inclinación para unirse en sociedad al mismo tiempo que para disociarse; éste contraste representa la fuerza propulsora de la civilización y del progreso, en una coexistencia que disciplina el conflicto sin anular el natural antagonismo. Kant propone que para preservar la libertad se requiere la construcción de la ciudadanía cosmopolita.
La disyuntiva es: o se privilegia la cohesión o se privilegia el antagonismo. El conflicto solo puede ser regulado cuando se encuentra un cauce institucional, cuando se respetan las reglas del juego democrático, para lo cual se requiere del líder prudente, moderado, el que usa el poder basado en la persuasión, la moderación y la prudencia. Y a propósito del líder idóneo Karl Popper, filósofo de “la sociedad abierta” se hace la pregunta: ¿quién debe gobernar?, y responde: los mejores, los más sabios, el gobernante nato. Ante la evidencia de la dificultad de un gobernante como ése, se pregunta ¿Cómo se pueden organizar las instituciones de modo que impidan que los políticos incompetentes hagan más daño que aquel que es inevitable? Responde: la forma es el control institucional y el fortalecimiento de los contrapesos al poder absoluto de los gobernantes, el cual es causa de muchos conflictos. Por tanto, los conflictos que no atacan el consenso básico de la comunidad política y que se desarrollan apoyándose en la misma tienen mayores probabilidades de contribuir a una integración más estrecha de la sociedad.
La meta de una sociedad libre no consiste en eliminar el conflicto; la verdadera meta es lograr reglamentarlo racionalmente con la ayuda de las instituciones. El conflicto solo puede ser regulado cuando se encuentra un cauce institucional.