“Mejorar las competencias de quienes prestan los servicios fundamentales.”
Noviembre 2012
Anualmente llegan a la edad laboral en Guatemala cerca de 200 mil jóvenes, y solo un diez por ciento de ellos consigue un empleo en el sector formal de la economía. El crecimiento de nuestra economía ronda un tres por ciento anual medido sobre el Producto Interno Bruto (PIB), lo que significa que cada año la riqueza guatemalteca crece cerca de Q7 mil 200 millones (US$900 millones), con cuyo monto no alcanza para la creación de los empleos que se espera cubrir. Por supuesto que no todos los jóvenes requieren de empleo, pues algunos se dedican por completo al estudio, otros inician su propia empresa (autoempleo); y otros trabajan con la familia, en algunos casos sin retribución monetaria. Pero se estima que por lo menos la mitad de ellos sí busca un empleo, por lo que la economía debería crecer cerca de un 15 por ciento anualmente, cifra difícil de alcanzar.
Algunos economistas sugieren que deberíamos crecer por lo menos un ocho por ciento anual de manera sostenida para lograr la empleabilidad que se aspira.
En el mundo actual globalizado, la estrategia adecuada para hacer crecer la economía es la de la competitividad, que significa identificar las ventajas comparativas de los territorios y a partir de ello hacerlos “competitivos”, para atraer las inversiones indispensables que generan empleos. Y la modalidad recomendada es la de la “competitividad sistémica”, que tiene como elemento fundamental mejorar las capacidades humanas, sus competencias, para contar con personas sanas y preparadas.
Para ello se requiere de una “revolución” en la forma en que se provee salud, educación y capacitación a la juventud, entendida esa revolución como un cambio rápido y profundo; y no solamente unas reformas que no hacen más que modificaciones superficiales. En esta lógica, es fundamental mejorar las competencias de las personas, –de todas–, desde la niñez hasta su profesionalización. Para ello menciono varios temas que me parecen medulares.
Primero es la educación. Según expertos, aun cuando nuestra niñez y juventud alcanzara los 12 años de educación básica, (actualmente apenas llega a 4.5 años de escolaridad promedio), con el sistema educativo actual no mejoraría su rendimiento y capacidades, pues la calidad educativa es muy baja. Además que no se educa para la innovación, para la creatividad y en capacidades para la empresarialidad y el trabajo. Por ello un cambio de fondo es indispensable.
Un segundo asunto fundamental en la búsqueda de competencias de la persona es la provisión de salud general, la cual debiera ser asistida en forma subsidiada a todos los guatemaltecos sin excepción, y con calidad. Y la provisión de programas de invalidez, vejez y sobrevivencia debiera abrirse a la capitalización individual.
Me parece, por tanto, que un primer paso en la búsqueda de mejorar las competencias de las personas pasa por repensar las instituciones responsables de estas tareas y la forma en que prestan su servicio; con ello me refiero a los Ministerios de Educación y de Salud, al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y al Instituto de Capacitación y Productividad (Intecap), este último con el monopolio de la capacitación.
Estas entidades no cambiarán significativamente mientras sean reguladores, a la vez que ejecutores de los programas que ellas mismas diseñan y realizan. No se debe ser juez y parte.